River en su momento más preocupante de la era Demichelis: ante Argentinos empeoró lo que ya era malo
River siguió cayendo por el agujero que le significó la eliminación ante Temperley por la Copa Argentina. Un boquete oscuro, penumbroso, en el que anda a tientas. En cuatro días se le abrió un abismo cuando parecía que pisaba tierra firme. Su ciclotimia no hace más que agigantar dudas para cuando el calendario lo ponga ante los exámenes que definen el balance de la temporada. Transitó durante la dura derrota –mucho más por la imagen que por el resultado en sí- contra Argentinos como si siguiera anclado en su desoladora noche en Mendoza. El sol entibió levemente la tarde en la Paternal, pero River no vio la luz.
Un equipo desconectado para jugar y desarticulado para defender. Nada bueno ni positivo podía esperar de esa combinación. El gol de Lescano retrató el desconcierto del equipo de Demichelis: un simple toque en la zona media alcanzó para superar a Aliendro y Villagra; el retroceso desesperado de Borja para intentar barrer el arranque del media-punta del Bicho fue otro indicio del desbarajuste visitante. Lascano definió con un zurdazo desde afuera del área por arriba a Armani.
Si hasta ese momento lo de River era pobre y discreto, en los siete minutos que quedaron hasta el final de la primera etapa estuvo peor, casi calamitoso. Gondou, indetectable para toda la defensa en el primer tiempo, estuvo cerca del segundo con un zurdazo que salió desviado. River había recibido un golpe y se exponía a que lo dejaran nocaut.
Argentinos no llegaba con un estado anímico mucho mejor que el de River. Y Pablo Guede había hecho declaraciones en las que no exoneraba de culpa a sus jugadores. Sin embargo, eliminado de la Copa Sudamericana y goleado por Racing en la Liga Profesional, el Bicho sí mostró predisposición para salir adelante, tuvo espíritu colectivo, cohesión. Incomodó a River con una presión alta, muchas veces no permitió que los volantes y los delanteros se dieran vuelta con la pelota dominada. River no podía con la movilidad Lascano y Oroz, los volantes más creativos. Gondou volvió a demostrar que es un delantero muy completo: inteligente, ilustrado con la pelota y olfato para buscar el gol.
Incapaz de asegurar la pelota y dar tres pases seguidos, River no tenía manera de llegar. No había conexión entre las líneas y la impronta individual se limitaba a algún arranque de Barco. Echeverri se enredaba con la pelota y tomaba malas decisiones. Poco, escasísimo. A Borja le quedó un remate en la puerta del área por un mal despeje de la defensa local. Sin fútbol, River entró en la fricción, a veces por nerviosismo y en otras porque era la única manera de cortar el circuito de Argentinos. Hizo muchas foules River, 15 en el primer tiempo, y se fue cargando de amonestados. Esos números fueron creciendo, hasta terminar el partido con 27 faltas y seis amarillas.
Llamó la atención que Demichelis no hiciera cambios en el entretiempo. Sobraban los candidatos a salir y los ajustes de funcionamiento a realizar. Esperó 10 minutos para hacerlo ingresar a Solari por Aliendro (la caída de su nivel es abrupta). La apuesta con tres delanteros no modificó tanto el panorama de River, cuyos defectos seguían siendo estructurales, con la pelota y de ubicación.
River hasta erró el concepto de lo que significa pelear un partido: se enredó en discusiones y forcejeos que solo sirvieron para mostrarlo como un equipo sin cabeza. Argentinos nunca pasó apuros, achicó espacios en su campo y pudo rematar el partido de contraataque. Tuvo el gol en los pies de Gondou, que en un par de oportunidades quedó en off-side por centímetros y en otra se encontró con la tapada de Armani.
Apenas un cabezazo de Solari por arriba del travesaño como mayor expresión ofensiva. La orfandad de River fue alarmante. Ni siquiera ejecutó bien los pocos corners que generó. Fonseca reemplazó al amonestado Villagra –sigue sin justificar ni una décima parte de su costosísimo pase- y Enzo Díaz entró por un irrelevante Casco. Mastantuono ingresó cuando ya era palmario que lo de River no tenía arreglo.
Al menos los jugadores de River se daban cuenta del pésimo rendimiento: se cruzaban reproches, estaban enojados entre ellos. Si la eliminación contra Temperley fue uno de los peores resultados del ciclo de Demichelis, el partido contra Argentinos hace fuerza para quedar como el más desolador en lo futbolístico. Cuando se esperaba una reacción, River siguió anestesiado. Fue pública la discutida arenga de Demichelis antes de los penales frente a Temperley. Ahora, puertas adentro, el entrenador tampoco parece haber encontrado las palabras para llegarle al plantel ni las indicaciones para orientarlo en la cancha. El equipo que respira ambición y fútbol ofensivo no fue capaz de crear una situación de gol en el estadio Diego Maradona.
Demichelis, que había evitado a la prensa tras la Copa Argentina, ahora le tocó admitir lo evidente: “Dimos una mala imagen en los últimos dos partidos fuera del Monumental. Hay que dar una rápida vuelta de página. No fuimos lo que solemos ser, nos faltó juego. Nos vamos a recuperar, confiamos en el grupo. Es la primera vez que nos pasa de no poder levantarnos después de un golpe. Acá está el responsable”.
El jueves le tocará a River volver al Monumental, donde buscará ante Táchira ser el mejor líder de todas las zonas de la Copa Libertadores. En su cancha es donde ofrece su mejor versión, pero el fútbol no es solo una cuestión hogareña, exige presencia en otras geografías. Y River vuelve de dos excursiones en las que perdió la brújula y la identidad.