La represión en Nicaragua es tan feroz que no se libra ni su propia Miss Universo

Nicaragua no es un país acostumbrado a celebrar grandes éxitos colectivos. Esta nación centroamericana, de cerca de 7 millones de habitantes, no tiene grandes referentes deportivos (0 medallas hasta ahora en Juegos Olímpicos) ni ha destacado a nivel global en muchos ámbitos, por lo que el certamen de Miss Universo de 2023 fue un gran motivo de alegría. Pero no para todos. Al régimen de Daniel Ortega no le hizo ninguna gracia.

Miss Nicaragua Sheynnis Palacios reacciona tras ser coronada Miss Universo en la 72a edición de Miss Universo en San Salvador, El Salvador. (Foto AP/Moises Castillo)
Miss Nicaragua Sheynnis Palacios reacciona tras ser coronada Miss Universo en la 72a edición de Miss Universo en San Salvador, El Salvador. (Foto AP/Moises Castillo)

En este concurso de belleza internacional se impuso por primera vez en la historia la representante nicaragüense, Sheynnis Palacios. La gente salió a las calles, en una muestra de alegría compartida, cantando el himno nacional y ondeando la bandera azul y blanca del país. Pero pronto llegó la represión.

Nicaragua vive desde hace años una gravísima crisis de derechos humanos en la que su Gobierno divide a la sociedad en dos grupos diferenciados: los amigos y los enemigos. Y la recién coronada miss forma parte de los segundos, igual que todo lo que tiene que ver con este certamen en suelo de Nicaragua.

El régimen ha asegurado que la directora del concurso Miss Nicaragua, Karen Celebertti, que había elegido a Palacios para representar al país en el certamen mundial, forma parte de una “conspiración antipatria” para derrocar al presidente Daniel Ortega y a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo.

Todo viene de las multitudinarias protestas antigubernamentales que se produjeron en el país en 2018. Una movilización popular contra un Gobierno que con el paso de los años se ha ido volviendo cada vez menos democrático y más represor, ahondando en un aislamiento internacional que en la actualidad le ha llevado a ser aliado cercano de países como Rusia o Venezuela.

Protesta multitudinaria en 2018 contra Ortega en Nicaragua. (INTI OCON/AFP via Getty Images)
Protesta multitudinaria en 2018 contra Ortega en Nicaragua. (INTI OCON/AFP via Getty Images)

De hecho, Nicaragua ocupa actualmente el puesto 143 (de 167) en el Índice de Democracia Global, elaborado por The Economist. Dicho de otro modo, está entre los 25 países menos democráticos del mundo.

Tanto Celebertti como Palacios participaron en esas protestas que pusieron en cuestión al Gobierno y entonces y ahora la respuesta ha sido la misma: represión. Hace cinco años, las manifestaciones terminaron con una gran violencia. Un informe del Grupo de Expertos de Derechos Humanos de Naciones Unidas concluyó que Ortega y Murillo cometieron crímenes de lesa humanidad contra los participantes en la protesta, dejando más de 355 muertos.

En esta ocasión, se está produciendo una persecución contra los familiares de Celebertti. Tanto su hijo como su marido han sido detenidos, según relata The New York Times, mientras que a Celebertti no se le ha permitido volver a entrar en Nicaragua tras el certamen en noviembre, viéndose obligada a renunciar a su cargo tras 23 años en el puesto.

Las personas cercanas a Palacios y a Celebertti son los actuales objetivos del régimen de Ortega, pero esta es una práctica común contra cualquier persona que se oponga en lo más mínimo a las consignas oficiales. Tal y como recuerda Amnistía Internacional, se hostiga y se encausa a defensores y defensoras de los derechos humanos, a periodistas y a activistas. Los detenidos sufren duras condiciones de reclusión y carecen de las garantías de un juicio justo.

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su mujer, la vicepresidenta Rosario Murillo. (Photo by INTI OCON/AFP via Getty Images)
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su mujer, la vicepresidenta Rosario Murillo. (Photo by INTI OCON/AFP via Getty Images)

La propia Naciones Unidas acaba de alertar de la peligrosa deriva que afronta el país. La Alta Comisionada adjunta Nada Al-Nashif dijo que sigue “descorazonada” por la falta de medidas para impedir que se produzcan violaciones de derechos humanos y por el “continuo distanciamiento del gobierno de los derechos humanos, el Estado de derecho y otros principios democráticos fundamentales”.

“Cada día el país se desvía más de los derechos humanos, profundizando el sufrimiento de la gente, provocando el éxodo de la juventud y socavando el futuro de las instituciones públicas democráticas. Hago un llamamiento a Nicaragua para que invierta inmediatamente este rumbo e introduzca un cambio fundamental en interés de su pueblo, anclado en los derechos humanos”, han señalado.

Uno de los últimos ejemplos ha sido la decisión del Gobierno de expulsar al Comité Internacional de la Cruz Roja, cuya mediación ha sido fundamental para los presos políticos del país, dejándoles ahora en una situación de total indefensión.

Esta es hoy la realidad de un país en el que no se puede ni siquiera celebrar un triunfo en un certamen internacional. Nicaragua es ese lugar en el que las únicas victorias son las que benefician a Daniel Ortega y sus cercanos.

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