El puente donde fue arrestado el gendarme argentino, uno de los puntos críticos de la frontera caliente entre Venezuela y Colombia

Los peatones usan el Puente Internacional Simón Bolívar para cruzar entre Ureña, Venezuela, y Cúcuta, Colombia. (AP Foto/Fernando Vergara)
Los peatones usan el Puente Internacional Simón Bolívar para cruzar entre Ureña, Venezuela, y Cúcuta, Colombia. (AP Foto/Fernando Vergara)

CÚCUTA, Colombia.– El Puente Internacional Francisco de Paula Santander, que une la ciudad colombiana de Cúcuta y la venezolana Ureña, estaba este sábado tan tranquilo como casi siempre. Al menos así lo parecía. El habitual ir y venir de venezolanos que van de compras al otro lado o de los que regresan a sus casas tras cruzar el paso limítrofe.

Debajo de esa cotidianeidad se esconde una de las fronteras más complejas de América. Hace una semana, este paso fronterizo del departamento colombiano del Norte de Santander se convirtió en una trampa para el cabo primero argentino Nahuel Agustín Gallo, detenido por fuerzas venezolanas. Desde que comenzara la represión salvaje del chavismo a finales de julio, tras las elecciones, la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) habilitó una oficina para interrogar a todos los extranjeros y a los venezolanos sospechosos que pretenden pasar a Venezuela por tierra.

En ese puente se produjeron distintas detenciones. Incluso uno de los dirigentes opositores del estado de Trujillo escapó de los agentes chavistas a la carrera, al cruzar el Puente Internacional Francisco de Paula Santander a la carrera, perseguido por un guardia nacional escopeta en mano. El apoyo sorprendente de dos policías colombianos, que sacaron sus pistolas, evitó que el guardia cruzara el límite venezolano y detuviera al joven.

En las últimas horas, otro incidente pulverizó la “normalidad” del mismo lugar: dos militares colombianos fueron retenidos por la Guardia Nacional Bolivariana cuando sobrepasaron la línea en mitad del puente que separa a los países, según informó Caracol Radio. Los uniformados, quienes aseguraron que pretendían girar para volver sobre sus pasos, portaban sus armas reglamentarias.

El puente Francisco de Paula Santander, que une Colombia y Venezuela
El puente Francisco de Paula Santander, que une Colombia y Venezuela

La Cancillería colombiana, que mantiene buenas relaciones con Caracas gracias a la cercanía histórica del presidente Gustavo Petro con el chavismo, buscaba la liberación de sus militares horas más tarde.

Una “normalidad” muy venezolana, porque en los límites fronterizos del estado de Táchira no sólo los guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) forman parte del sistema de control social de la revolución bolivariana. Uno de sus competidores directos es el temido Tren de Aragua, mafia transnacional nacida en el penal venezolano de Tocorón, que bajo el liderazgo del Niño Guerrero ha extendido sus redes a ambos lados de la frontera y por medio continente. Microtráfico, secuestro, extorsión, tráfico de personas, sicariato y prostitución son sus negocios.

En Los Patios, a muy pocos kilómetros, fue detenido hace unos días el considerado líder del Tren de Aragua en Chile, solicitado por las autoridades del país austral.

Carlos Gómez, alias Bobby, dormía tranquilamente en una casa de seguridad. La Fiscalía chilena cree que Bobby está implicado en el secuestro, tortura y ejecución del teniente Ronald Ojeda, militar rebelde venezolano. Una operación ordenada en Caracas y en la que participó un agente llegado desde Venezuela en complicidad con “soldados” del Tren de Aragua.

Una persona muestra un letrero de protesta durante el entierro del exteniente venezolano Ronald Ojeda en el cementerio Canaan en Santiago, Chile, el viernes 8 de marzo de 2024. De acuerdo con el fiscal Héctor Barros, Ojeda fue secuestrado el 21 de febrero y encontrado muerto enterrado a las afueras de la capital el 1 de marzo. (AP Foto/Esteban Félix)

Semanas antes de su muerte en febrero pasado, Ojeda intentó regresar a su país desde la misma zona usada por el gendarme argentino.

Éxodo

Sobre los cimientos de los cuatro puentes del Norte de Santander (el Simón Bolívar, entre La Parada y San Antonio; Tienditas; Puerto Santander, y el que une Ureña con Cúcuta) han discurrido millones de venezolanos en la última década al huir de la revolución y en busca de una vida mejor.

También sobre el Francisco de Paula Santander se sucedieron buena parte de los incidentes violentos de febrero de 2019, cuando la oposición dirigida por el entonces presidente encargado, Juan Guaidó, intentó vencer la resistencia revolucionaria para introducir en el país un convoy de ayuda humanitaria en lo peor de la crisis nacional.

El gendarme argentino no ha sido el único extranjero en caer bajo las garras del cuerpo de inteligencia favorito de Nicolás Maduro, comandado en la actualidad por el mayor general Javier Marcano Tábata, el mismo que dirige la Guardia de Honor Presidencial que protege al mandatario junto a los agentes llegados de La Habana.

En los centros de poder de Caracas se considera al comandante Marcano como un hombre cercano a Diosdado Cabello, ministro de Interior, Justicia y Paz, empoderado como nunca tras la crisis electoral. Tanto es así que ayer compareció junto al presidente en la cumbre de la Alianza Bolivariana de los pueblos de Nuestra América (ALBA), que celebró en Caracas su vigésimo cumpleaños, en presencia de los otros dictadores del continente: el cubano Miguel Díaz-Canel y el nicaragüense Daniel Ortega.

Organizaciones de derechos humanos y medios regionales han reportado otras detenciones de extranjeros. Uno de ellos es el ciudadano peruano Ricardo Meléndez, de 61 años, del que nada se sabe desde hace casi un mes. Los otros capturados en las últimas semanas son otro peruano, más un uruguayo y un colombiano.

En otra zona del país, en el estado Amazonas, los detenidos fueron dos turistas españoles, a quienes se acusa de ser espías del gobierno de Madrid, terroristas y sicarios, cuyos planes pasaban por asesinar al propio Maduro.