Las piscinas de los ricos tienen mucha culpa de la crisis global del agua que vivimos
En los últimos 20 años, más de 80 grandes ciudades del mundo han experimentado sequías extremas y escasez de agua. Miami, Londres, Barcelona, Pekín y muchas otras han tenido que lidiar con la falta del preciado líquido, vital para la vida. Ahora sabemos que una parte importante de la culpa de que se produzcan estas situaciones tienen mucho que ver con las piscinas y los jardines de las personas con más recursos económicos.
Es la principal conclusión que se extrae de un estudio que acaba de ver la luz en la revista especializada Nature Sustainability. En él, se ha utilizado como modelo de análisis Ciudad del Cabo (Sudáfrica), aunque es extrapolable a la mayoría de grandes urbes del planeta.
Los hallazgos muestran que las personas más ricas usan 50 veces más agua que las pobres. Hasta ahora nunca se había tenido en cuenta el volumen de ingresos a la hora de analizar el consumo de agua. Al hacerlo, se ha descubierto que las piscinas, el riego de jardines o la limpieza de los coches tienen una incidencia muy importante en la crisis del agua que se está viviendo. Tanto como la emergencia climática o el crecimiento demográfico.
Las cifras de Ciudad del Cabo son reveladoras: el grupo más rico de la urbe, el 14% de la población, usó el 51% del agua consumida de la ciudad. Es decir, una escueta minoría de los residentes utilizó más de la mitad. Por su parte, el grupo más pobre, el 62%, usó solo el 27% del preciado líquido. Unas desigualdades que reflejan perfectamente que unos contribuyen más que otros a la crisis global del agua.
El estudio también señala que la mayor parte del agua utilizada por el grupo más rico fue para necesidades no básicas. Cabe recordar que Ciudad del Cabo ya vivió una gravísima crisis del agua en 2018 e incluso se llegó a poner la fecha en la que la urbe se quedaría sin suministro. Gracias a las medidas de ahorro y a la llegada de la lluvia se pudo salvar esa situación, pero fueron meses de importantes restricciones e incertidumbre. De hecho, en ese tiempo los más pobres tuvieron muy limitado el acceso al agua para sus necesidades básicas.
Un futuro complicado
Los pronósticos de futuro no son muy positivos. Los expertos coinciden en que la época del agua potable, barata y abundante, ha pasado y lo que se avecina son grandes crisis urbanas por la falta del líquido. De hecho, se habla de 1.000 millones de habitantes de ciudades afectados a corto plazo. Informes recientes también apuntan a una crisis hídrica inminente, con la demanda superando a la oferta en un 40% para 2030.
El cambio climático y el crecimiento poblacional ya están afectando en el consumo del agua, pero además, ahora hay que añadir el uso exagerado de los habitantes más ricos. Una situación que lo que provoca es que haya más escasez. Y lo único que está claro es que la falta de este recurso tan preciado nos va a afectar a todos.
Los próximos años se presentan previsiblemente como esos en los que al agua va a sufrir restricciones y tendremos que aprender a vivir con mucha menos de la que solíamos tener. Y entonces serán necesarios sacrificios por parte de toda la sociedad para hacer del mundo un lugar sostenible en el que vivir.
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