Pese a la presión por el escándalo de antisemitismo, confirman en su puesto a la presidenta de Harvard

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La crisis desatada en las universidades más prestigiosas de Estados Unidos por la incapacidad de las autoridades de tomar medidas efectivas frente al aumento de la retórica antisemita en sus campus en el marco de la guerra entre Israel y Hamas sigue acaparando los titulares.

La junta directiva de Harvard decidió este martes que la presidenta de la institución, Claudine Gay, conservará su puesto pese a la controversia que desató su testimonio en una audiencia en el Congreso de Estados Unidos, en la que se posicionó como abanderada de la libertad de expresión y evitó condenar los llamados al genocidio del pueblo judío por parte de manifestantes propalestinos en su universidad.

“En este momento tumultuoso y difícil, apoyamos unánimemente a la presidenta Gay”, afirmó la junta de Harvard en un comunicado.

“Nuestras extensas deliberaciones afirman nuestra confianza en que la presidenta Gay es la líder adecuada para ayudar a nuestra comunidad a sanar y abordar los gravísimos problemas sociales a los que nos enfrentamos”, agregó.

De la polémica audiencia celebrada la semana pasada también participaron las presidentas de MIT, Sally Kornbluth, y de la Universidad de Pensilvania, Elizabeth Magill, quien no resistió a las críticas posteriores, incluidas algunas del argentino Marcos Galperín, y renunció al cargo.

“Una menos, quedan dos”, celebró entonces la diputada republicana, Elise Stefanik, encargada de interrogar a las tres mujeres durante la audiencia.

Sin embargo, Gay se ha salvado por el momento tras recibir el respaldo de la junta directiva.

Pese la decisión, la comunidad de Harvard atraviesa una de sus mayores crisis en años y las opiniones sobre la postura de Gay frente al conflicto están totalmente divididas.

En los últimos días, grupos de donantes, ex alumnos y estudiantes intensificaron una campaña de presión para destituir a Gay. Además, más de 70 legisladores estadounidenses firmaron una carta exigiendo que los consejos de administración de las tres universidades (Harvard, MIT y UPenn) destituyeran a sus presidentas, alegando descontento con su testimonio.

Uno de los críticos más francos, el multimillonario y exalumno de Harvard William A. Ackman, dijo en una entrevista que ella debería renunciar por el bien de la universidad. “No veo un escenario en el que sobreviva a largo plazo o incluso a mediano plazo”, manifestó.

Mientras tanto, un carta expresando “falta de confianza” en la rectora ganó apoyo el lunes. Firmada por estudiantes, personal y ex alumnos de la prestigiosa universidad, instaba a su renuncia o destitución. “No es apropiado que Claudine Gay sirva como presidenta de Harvard, ya que no representa nuestros valores colectivos ni la Harvard que hemos llegado a conocer”, decía la carta.

La presidenta de Harvard, Claudine Gay
La presidenta de Harvard, Claudine Gay - Créditos: @Mark Schiefelbein

Pero sus partidarios se unieron para defender a la presidenta. Cerca de 700 miembros de la facultad, que incluía algunos de los profesores más destacados de la institución además de cientos de exalumnos, firmaron una carta abierta que calificaba los ataques a la presidenta como “espurios y políticamente motivados”.

Gay “debería tener la oportunidad de cumplir su mandato para demostrar su visión para Harvard”, argumentaba la carta.

En el fondo de estos debates hay una tensión entre algunos que sostienen que la libertad académica y la libertad de expresión están siendo sofocadas, y aquellos que se quejan de que las universidades se han vuelto inhóspitas para lo que desafían las ideas de la izquierda, permitiendo que algunas formas de intolerancia crezcan sin control.

Con información de The New York Times y The Washington Post