El papa Francisco reclamó el fin de “crímenes de guerra” en Gaza y en Ucrania: “Los civiles no son daños colaterales”

El papa Francisco bendice a los fieles desde su estudio que da a la Plaza de San Pedro
El papa Francisco bendice a los fieles desde su estudio que da a la Plaza de San Pedro - Créditos: @Andrew Medichini

ROMA.- En su tradicional saludo para el Nuevo Año al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, al margen de reclamar el cese de fuego en Gaza y negociaciones para un fin del derramamiento de sangre en Ucrania, el papa Francisco reclamó este lunes el fin de los “crímenes de guerra” contra la población civil que se cometen allí, como en otras partes del mundo.

“Las guerras modernas ya no se desarrollan sólo en los campos de batalla delimitados, ni afectan solamente a los soldados. En un contexto en el que ya no parece observarse una distinción entre los objetivos militares y civiles, no hay conflicto que no termine de algún modo por golpear indiscriminadamente a la población civil. Los sucesos de Ucrania y Gaza son una prueba evidente de esto”, lamentó el Pontífice. “No debemos olvidarnos que las violaciones graves del derecho internacional humanitario son crímenes de guerra, y que no es suficiente con evidenciarlos, sino es necesario prevenirlos”, agregó, en un discurso en el que llamó a respetar las convenciones internacionales en materia de guerra y recordó que “los civiles no son daños colaterales”. “Aún cuando se trata de ejercer el derecho a la legítima defensa, es indispensable atenerse a un uso proporcionado de la fuerza”, subrayó.

En un discurso en el que utilizó 27 veces la palabra “paz”, pronunciado en la espectacular Aula de las Bendiciones del Palacio Apostólico ante los embajadores de los 184 países con los que las Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas –entre los cuales la embajadora argentina de carrera María Fernanda Silvia (cuyo sucesor aún no fue designado por el nuevo Gobierno de Javier Milei), como es tradición el Papa hizo un repaso de la alarmante situación geopolítica del mundo.

“No puedo en esta sede no reafirmar mi preocupación por lo que está sucediendo en Israel y Palestina. Todos nos hemos quedado conmocionados por el ataque terrorista contra la población de Israel del pasado 7 de octubre, en el que fueron heridos, torturados y asesinados de manera atroz tantos inocentes y en que muchos otros fueron tomados como rehenes”, aseguró al principio de un discurso de siete carillas, al aludir a los 1200 muertos y más de 200 personas capturadas por el grupo terrorista Hamas, que no mencionó.

“Repito mi condena por esa acción y por cualquier forma de terrorismo y extremismo. No es este el modo en el que se pueden resolver las controversias entre los pueblos, es más las hacen más difíciles, causando sufrimiento a todos. De hecho, lo que provocó fue una fuerte respuesta militar israelí en Gaza que ha traído la muerte de decenas de miles de palestinos, en su mayoría civiles, entre ellos muchos niños, adolescentes y jóvenes, y ha provocado una situación humanitaria gravísima con sufrimientos inimaginables”, agregó, refiriéndose a los más de 23.000 muertos, la mayoría mujeres y niños, que se han registrado en el enclave palestino, según autoridades sanitarias locales.

Acto seguido el Papa, de 87 años y que se mostró en buen estado, reiteró su llamamiento a todas las partes implicadas “para que acuerden un alto el fuego sobre todos los frentes, incluso en el Líbano, y para la inmediata liberación de todos los rehenes en Gaza”. Pidió, además, que la población palestina reciba las ayudas humanitarias y que los hospitales, las escuelas y los lugares de culto cuenten con toda la protección necesaria. Y, como ya hizo en el pasado, urgió a la comunidad internacional a promover la solución de dos Estados, uno israelí y uno palestino, “así como también un estatuto especial internacionalmente garantizado para la Ciudad de Jerusalén, de modo que israelíes y palestinos puedan por fin vivir en paz y con seguridad”.

Advirtió asimismo del peligro de una ulterior y peligrosa desestabilización en región frágil y cargada de tensiones, con países como el Líbano, Jordania y Siria en situaciones muy difíciles.

Al hablar de Ucrania, deploró que “por desgracia, tras casi dos años de guerra a gran escala de la Federación Rusa contra Ucrania, la deseada paz no ha logrado todavía encontrar sitio en las mentes y en los corazones, a pesar de las numerosísimas víctimas y la enorme destrucción”. “No se puede dejar que se prolongue un conflicto que se va gangrenando cada vez más, en perjuicio de millones de personas, sino que es necesario que se ponga fin a la tragedia en curso a través de las negociaciones, respetando el derecho internacional”, agregó.

Al hablar del continente americano, si bien admitió que allí “no hay guerras abiertas”, lamentó las “fuertes tensiones entre algunos países, por ejemplo entre Venezuela y Guayana, mientras que en otros, como Perú, observamos fenómenos de polarización que socavan la armonía social y debilitan las instituciones democráticas”. Como ya había hecho el 1 de enero, reiteró, además, su preocupación por la situación de Nicaragua, que suspendió las relaciones diplomáticas con la Santa Sede en marzo del año pasado y donde han sido arrestados obispos y sacerdotes: “es una crisis que se prolonga desde hace tiempo con dolorosas consecuencias para toda la sociedad nicaragüense, en particular para la Iglesia católica”, dijo, al recalcar que la Santa Sede “no cesa de invitar a un diálogo diplomático respetuoso del bien de los católicos y de toda la población”.

Deplorable maternidad subrogada

Al margen de reiterar su preocupación por el creciente comercio de armas, los arsenales nucleares, el desarrollo de artefactos cada vez más sofisticados y destructivos; la crisis climática y el fenómeno de las migraciones que convirtió al mar Mediterráneo en las últimas diez décadas en un “gran cementerio”, el papa Francisco sorprendió al lanzar una fuerte condena a la maternidad subrogada (práctica también llamada “alquiler de vientres”) y a la “extremadamente peligrosa” teoría de género, ambos consecuencia de las “colonizaciones ideológicas”.

“El camino hacia la paz exige el respeto de la vida, de toda vida humana, empezando por la del niño no nacido en el seno materno, que no puede ser suprimida ni convertirse en un producto comercial. En este sentido, considero deplorable la práctica de la llamada maternidad subrogada, que ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño y se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre”, dijo. “Un hijo es siempre un don y nunca el objeto de un contrato. Por ello, hago un llamamiento para que la comunidad internacional se comprometa a prohibir universalmente esta práctica. En cada momento de su existencia, la vida humana debe ser preservada y tutelada, aunque constato, con pesar, especialmente en Occidente, la persistente difusión de una cultura de la muerte que, en nombre de una falsa compasión, descarta a los niños, los ancianos y los enfermos”, deploró, refiriéndose al aborto y a la eutanasia legales.

“El camino hacia la paz exige el respeto de los derechos humanos, según la sencilla pero clara formulación contenida en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo 75 aniversario hemos celebrado recientemente. Se trata de principios racionalmente evidentes y comúnmente aceptados”, recordó. “Desgraciadamente, los intentos que se han producido en las últimas décadas de introducir nuevos derechos, no del todo compatibles respecto a los definidos originalmente y no siempre aceptables, han dado lugar a colonizaciones ideológicas, entre las que ocupa un lugar central la teoría de género, que es extremadamente peligrosa porque borra las diferencias en su pretensión de igualar a todos”, denunció, como ya había hecho en una entrevista con La Nación. Deploró, finalmente, que “tales colonizaciones ideológicas provocan heridas y divisiones entre los Estados, en lugar de favorecer la construcción de la paz”.