El Papa trata de contener en Bélgica la indignación por el encubrimiento de abusos sexuales

El Papa Francisco concluyó su controvertida visita a Bélgica y Luxemburgo exigiendo el domingo, en una multitudinaria misa en Bruselas, que se juzgue a los clérigos que han cometido abusos sexuales y que los obispos dejen de encubrir sus crímenes.

Pero la polémica no se limitó a ese ámbito, porque en su conferencia de prensa durante el vuelo de regreso el domingo, Francisco revisó además los temas espinosos clave de su viaje a Bélgica, elogiando al difunto rey Balduino de Bélgica como un "santo" por haber abdicado por un día en 1990 en lugar de firmar la legislación que legalizaba el aborto.

"Se necesita ser un político con pantalones para hacer esto", dijo, "y por eso el proceso de beatificación irá adelante". El Papa añadió que "no se puede discutir" sobre la cuestión del aborto dado que se trata, según dijo, de "un homicidio", al tiempo que tachó a los médicos que lo llevan a cabo de "sicarios".

Antes, unas 30.000 personas se habían congregado en el Estadio Rey Balduino de Bélgica para asistir a la misa que puso fin al viaje del pontífice, que se desvió de la homilía preparada para responder a la reunión que mantuvo con 17 supervivientes de abusos el viernes por la noche, donde escuchó de primera mano el trauma y el sufrimiento que soportaron y la respuesta sorda de la Iglesia cuando denunciaron los crímenes.

"El mal no debe ocultarse. El mal debe salir a la luz", dijo Francisco ante los fieles que llenaban las gradas, provocando aplausos en repetidas ocasiones mientras la multitud asimilaba lo que estaba diciendo.

Entre la multitud, algunos esperaban "una palabra que nos anime a mantener la fe"

"Hoy se proclama la esperanza para la Iglesia Católica en Bélgica", dijo a 'Euronews' una de las asistentes, que declaró estar "esperando" que el Papa les brindase "una palabra que nos anime a mantener la fe, porque es muy difícil".

Otro de los miembros del público se mostró muy crítico en declaraciones a 'Euronews', aunque convencido de sus creencias. "La Iglesia no ha hecho lo suficiente (por las víctimas de abusos sexuales). Con seguridad aquí, en Bélgica, y también en otros países. Y eso es un escándalo. Es absolutamente cierto", dijo sin tapujos. "Pero eso no me quita la fe", añadió.

También hubo quien solo tenía palabras de entusiasmo. "Estoy muy feliz. Muy feliz hoy. Esto es algo que he deseado durante mucho tiempo", dijo otra de las asistentas.

Un legado de abusos, encubrimiento e impunidad

Bélgica ha lidiado con un legado de abusos y encubrimientos, entre los que destaca el caso del obispo de Brujas, Roger Vangheluwe, a quien en 2010 se le permitió retirarse discretamente tras admitir que había abusado sexualmente de su sobrino durante 13 años.

Francisco lo despojó de su hábito este año (14 años después) en una decisión que fue vista por muchos como una forma de evitarse problemas antes de su visita a Bélgica. Pero, una vez en el país, el Papa no pudo escapar de las críticas.

El rey de Bélgica exigió que la Iglesia trabajara "incesantemente" para limpiar el escándalo, y el primer ministro belga, Alexander de Croo, insistió en que las necesidades de las víctimas debían ser la prioridad, en una notable reprimenda por parte de los líderes del país.

Durante la misa, el Papa expresó además su preocupación por la escalada de conflictos en Oriente Medio y pidió a todas las partes un alto el fuego inmediato. También aprovechó su visita a Bélgica, un país que describió como destino de muchos migrantes, para renovar su llamamiento a Europa y al resto del mundo para que consideren la migración como "una oportunidad para crecer juntos", dijo, "en fraternidad".