Nueva York no está preparada para lo que viene (ninguna gran ciudad lo está)

El patrón de lluvias y temperaturas ha cambiado rápidamente

Nueva York inundada tras las intensas lluvias. Imagen del 29 de septiembre 2023 |  REUTERS/Andrew Kelly
Nueva York inundada tras las intensas lluvias. Imagen del 29 de septiembre 2023 | REUTERS/Andrew Kelly

El sistema de alcantarillado de Nueva York se construyó a principios del siglo XX y durante décadas fue el orgullo de sus ciudadanos junto a los baggles o la estatua de la Libertad. Sin embargo, hace tiempo que este sistema ha quedado desfasado y termina colapsado ante un patrón de lluvias al que nadie está acostumbrado. Los eventos de lluvia extrema que hoy se han vuelto casi rutinarios han inundado la ciudad en cuatro ocasiones, solo en el último año. Nueva York se inundó en diciembre, en abril, en julio y ha vuelto a ocurrir en estos días. “Ahora tenemos un patrón de lluvias mucho más parecido a las precipitaciones tropicales”, informaba hace unos días Rohit Aggarwala, comisionado de protección ambiental de la ciudad de Nueva York. "Y esto volverá a ocurrir una y otra vez".

La gran metrópolis estadounidense representa uno de los mejores ejemplos de ciudades desbordadas por los excesos del clima. Antes lo veíamos en las películas y series de televisión, ahora lo comprobamos en vivo y en directo. La ciudad creció en un entorno y unas condiciones medioambientales que ahora han cambiado radicalmente. No es un caso aislado, en realidad casi ninguna de las grandes ciudades del planeta está preparada.

“Solemos construir y diseñamos las infraestructuras según los récords, según el máximo de cada época”, explicaba Aggarwala. El récord de lluvias apuntaba a un estándar de 1,75 pulgadas por hora pero, en la actualidad, casi cualquier tormenta tropical que afecta a la ciudad supera y casi dobla esa marca. Las infraestructuras de la ciudad no se levantaron para soportar las lluvias del huracán Irene, el huracán Sandy o, más recientemente, el huracán Ida, que arrojó 3,15 pulgadas por hora en Central Park. Las últimas lluvias de septiembre/octubre de 2023 han dejado 7,2 pulgadas de lluvia en Central Park y 5.8 pulgadas en Prospect Park.

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La ciudad se ha paralizado. Coches flotando como patitos de goma en calles que parecen ríos, estaciones de metro que parecen cascadas o las célebres casas en bajos inundadas hasta el techo. “Nuestro clima está cambiando más rápido de lo que nuestra infraestructura puede responder y no podemos decir que sea algo aislado y que no volverá a suceder, esta es nuestra nueva realidad”.

El cambio en el patrón de lluvias no es el único factor que está dejando desfasadas nuestras grandes ciudades. La propia ONU lleva advirtiendodesde hace años que “La temperatura de las ciudades de todo el planeta están aumentando el doble de rápido que el promedio mundial debido a la rápida urbanización y el remplazo de la vegetación por asfalto, estructuras de hormigón y otras infraestructuras”.

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El efecto “isla de calor urbana” se ha acelerado y ya suma hasta 10 °C en el centro de muchas grandes ciudades. Los entornos urbanos dificultan la disipación del calor durante la noche y, mientras las áreas rurales circundantes logran un breve respiro y se enfrían, en la ciudad se sigue acumulando calor. Los edificios y el asfalto acumulan el calor y entorpecen el natural ciclo de temperaturas diurno-nocturno.

Efecto Isla de calor urbana | gráfico UNAM
Efecto Isla de calor urbana | gráfico UNAM

Pero aún queda espacio para la adaptación, aún queda tiempo para corregir. Las autoridades de algunas ciudades han empezado a actuar y podemos ver ejemplos esperanzadores. En París, el asfalto va desapareciendo y se abre paso a soluciones más lógicas con las nuevas condiciones. Ciudades que están abriendo camino con la creación de grandes espacios verdes en lugar de pequeños espacios verdes ahogados entre edificios. Ciudades que amplían las aceras, los carriles bici y limitan el tráfico motorizado. Ciudades que trabajan para ofrecer sombra con toldos y arboledas en tránsitos ahora desprotegidos y a pleno sol. En definitiva, ya podemos ver los primeros pasos… la cuestión es si llegarán a tiempo.

Estamos viviendo un año de eventos extremos, sequías interminables, temperaturas tórridas seguidas de lluvias torrenciales. Las condiciones sobre la que se levantaron nuestras grandes ciudades han cambiado y sus infraestructuras deben hacerlo también.

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Referencias y más información:

Nancy Walecki “New York City Is Not Built for This” The Atlantic