Netanyahu está dispuesto a pasar por encima de todo en Israel para mantener el poder

El 29 de diciembre de 2022, Israel estrenaba un nuevo Gobierno en el que su máximo representante era una de las figuras que más han marcado la política israelí en las últimas décadas: Benjamin Netanyahu.

El político conservador ha sido primer ministro del país en tres etapas diferentes y acumula ya más de 15 años en el poder. Sin embargo, no han pasado ni siquiera tres meses desde que recuperó el cargo y el líder del Likud ya tiene en pie de guerra a una parte muy importante de la sociedad y eso incluye también a algunos miembros de su propio Gobierno.

Benjamin Netanyahu está en el ojo del huracán por su controvertida reforma. (AP Photo/Oded Balilty)
Benjamin Netanyahu está en el ojo del huracán por su controvertida reforma. (AP Photo/Oded Balilty)

El motivo es una polémica reforma judicial que reduce la capacidad de decisión de los tribunales en favor del Parlamento. Un ataque a la separación de poderes que ha provocado una airada reacción en Israel, con cientos de miles de personas saliendo a las calles para protestar contra una medida que pone en peligro los valores democráticos.

Y si la calle es un buen termómetro para calibrar la popularidad de un Gobierno, las de las principales ciudades de Israel (Haifa o Tel Aviv) están mandando un mensaje claro a Netanyahu, con más de medio millón de personas que han exigido al Gobierno una rectificación. La cifra no es cualquiera, porque Israel es un país que no llega a los 10 millones de habitantes, lo que demuestra que hay un rechazo considerable a la propuesta.

Los sindicatos incluso habían amenazado con una huelga general si el Ejecutivo no daba marcha atrás, mientras que los manifestantes llegaron a paralizar el aeropuerto y los principales puertos del país. Estas protestas ya son las más importantes contra el Gobierno que se recuerdan en los últimos años.

Tanto es así que incluso el propio presidente israelí, Isaac Herzog también solicitó la paralización inmediata de la reforma en aras de restaurar la paz en la nación. "Llamo a los líderes de la todas las facciones de la Knéset (Parlamento israelí), tanto de la coalición como de la oposición, a poner a los ciudadanos del país por encima de todo y actuar con valentía y responsabilidad sin más demora", manifestó en un comunicado.

No solo eso, es que además Netanyahu encontró rechazo a la medida dentro de su propio Gobierno. Su ministro de Defensa, Yoav Gallant fue cesado tras mostrarse crítico con la reforma. "Lo digo en voz alta y públicamente, por el bien del Estado de Israel y de nuestros hijos, debemos frenar este proceso legislativo", reveló. La decisión de prescindir de él también ha sido muy criticada y ha alimentado todavía más las protestas.

Manifestación multitudinaria en Tel Aviv contra la medida. (Photo by Harel Ben Nun/Anadolu Agency via Getty Images)
Manifestación multitudinaria en Tel Aviv contra la medida. (Photo by Harel Ben Nun/Anadolu Agency via Getty Images)

La pregunta parece clara: una medida que es rechazada completamente por la sociedad, por algunas de las principales autoridades del Estado e incluso por miembros del Gobierno, ¿debería seguir adelante?

Probablemente, la respuesta sea no. La crisis en Israel ya es muy grande y el Gobierno ha decidido finalmente y tras muchas presiones abrir un periodo de reflexión y diálogo con todas las partes. Pero Netanyahu la sigue defendiendo a capa y espada. ¿Por qué? Por interés personal.

Una coalición complicada

Tras una primera etapa de tres años como primer ministro (1996-1999) y una segunda muy larga (2009-2021), el último año y medio el político de Tel Aviv ha sido en la oposición. Las elecciones de noviembre de 2022 le dieron la oportunidad de recuperar el poder, pero tuvo que pagar un alto precio: incorporar a su Gobierno a la extrema derecha.

Su Ejecutivo se sostiene con una conjunción de formaciones nacionalistas y religiosas que incluyen los partidos Sionismo Religioso y Poder Judío, que se oponen a la creación de un Estado palestino y cuyos líderes se han manifestado en el pasado en contra del sistema judicial de Israel, su minoría árabe y los derechos de los homosexuales, bisexuales y transexuales.

De hecho, el líder de Poder Judío, Itamar Ben-Gvir, que también es ministro de Seguridad Nacional, ha pedido en las redes sociales seguir adelante con la reforma y no ceder "a la anarquía".

Por tanto, Netanyahu se encuentra entre la espada y la pared, una situación que, por otro lado, él mismo se ha buscado al elegir estos socios de coalición.

Porque dando marcha atrás, como ha terminado haciendo, puede perder el apoyo de los partidos que le han aupado al poder. Cabe recordar que actualmente cuenta con una mayoría cómoda de 64 escaños (sobre 120), pero si estas formaciones le retiran el apoyo Netanyahu puede caer. Y es que su Likud apenas suma 32 asientos en el Parlamento, por lo que necesita esos apoyos.

Netanyahu ha mantenido su órdago ante la sociedad todo lo posible, con el objetivo de salvar su propio cargo, pero no está claro qué va a pasar ahora. Retomar la reforma supondría pasar por encima de la voz de la calle, de parte de su Gobierno e incluso por encima de la democracia israelí. Es decir, aferrarse al poder cueste lo que cueste. Una apuesta arriesgada que no tiene visos de salir bien.

Itamar Ben-Gvir y Benjamin Netanyahu en una imagen reciente. (Photo by Mostafa Alkharouf/Anadolu Agency via Getty Images)
Itamar Ben-Gvir y Benjamin Netanyahu en una imagen reciente. (Photo by Mostafa Alkharouf/Anadolu Agency via Getty Images)

Además, hay que recordar que el veterano líder, de 73 años, está enjuiciado por cargos de corrupción. En este contexto, quitarle poder a los tribunales en beneficio del Parlamento resulta ciertamente cuestionable. Los sondeos más recientes muestran que su popularidad se encuentra en un 15%, una cifra muy baja,

Y es que a la controvertida medida hay que unirle que Netanyahu ha estado tanto tiempo en el poder que ya no es una figura que ilusione a una gran parte del electorado. Quizás haría bien el primer ministro israelí en aplicar la célebre frase de una retirada a tiempo es una victoria.

Está por ver cómo se resuelve esta crisis y si supone el final político del veterano líder israelí. Aunque si algo ha demostrado en su larga carrera política, ha sido la capacidad de salir adelante en cualquier circunstancia.

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