La vida trágica de la chamana que se dedicó a sanar a otros a través de los hongos y abrió un nuevo mundo a la Ciencia
Gracias a la sacerdotisa mazateca María Sabina se iniciaron importantes estudios sobre las sustancias alucinógenas en la micología mexicana y su valor curativo
María Sabina fue una poderosa chamana de Oaxaca que conocía el poder sanador de los hongos alucinógenos. Ella los consumía para poder entrar en una dimensión celestial en la que sus habitantes sagrados le ofrecían la información necesaria para curar a los enfermos.
Ella, chamana que se definía como “mujer espíritu”, “mujer estrella”, "mujer del cielo" y muchas otras mujeres más, sanó a muchas personas y desveló al mundo el secreto de los “niños santos” como llamaba a los hongos que crecían en la sierra mazateca.
Al ofrecer esta información a las masas, su existencia salió de Huautla de Jiménez, su pueblo, y llegó a oídos de muchas personas que quisieron "viajar" y ver a las divinidades con las que ella se comunicaba.
Se cuenta que a su casa de adobe, piso de tierra y techo de zinc, llegaron John Lennon, Bob Dylan, Jim Morrison, Walt Disney y Aldous Huxley, entre otras celebridades. Se hicieron documentales sobre ella y gracias a su trabajo chamánico se iniciaron investigaciones científicas sobre el poder de los hongos. Muchos capitalizaron su conocimiento sin darle a ella nada a cambio.
La mujer mazateca
La chamana María Sabina Magdalena García nació el 22 de julio de 1894 en Huautla de Jiménez, un pueblo ubicado en la sierra mazateca, y era la hija mayor del matrimonio conformado por agricultores.
Su padre murió cuando apenas tenía cuatro años y su madre, María Concepción, decidió regresar a la casa de sus padres con sus dos hijas, María Sabina y María Ana, dos años menor que la futura chamana.
Su infancia -y toda su vida- transcurrió en la pobreza y por eso, a los cinco años, cuando cuidaba que las gallinas no fueran víctimas de gavilanes o zorros, su mirada se topó con unos hongos y decidió comérselos, porque tenía hambre.
"Me llevé los hongos a la boca y los mastiqué, su sabor no era agradable, por el contrario, eran amargos, con sabor a raíz, a tierra. Mi hermana, María Ana, observándome, había hecho lo mismo", dijo la chamana según el documental María Sabina Mujer Espíritu de Nicolás Echevarría.
Las niñas se sintieron mareadas, pero más tarde se sintieron bien y escucharon que los hongos les hablaban, una voz de otro mundo "dulce pero autoritaria a la vez, como una voz de un padre que quiere a sus hijos, pero los cría con fuerza".
Se encontró entonces en un estado celestial en el que todo lo que la rodeaba "era Dios" y se dio cuenta de que cuando ella hablaba sus palabras eran "hermosas".
"Soy la mujer estrella, Dios, porque vengo recorriendo los lugares desde su origen", este es parte del llamado Poema de María Sabina que ella recitaba cuando curaba.
Nunca se sentó a escribir poemas, pese a ser considerada una de las mejores poetas latinoamericanas. Sus versos, cantados, iban dirigidos a los espíritus, a los santos, y a dios, y los recitaba cuando estaba bajo los efectos de los hongos durante alguna velada para curar enfermos.
Sus abuelos, y los mazatecas en general, sabían del poder de los hongos, y le explicaron que estas "cositas" eran consumidas por su gente desde hacía muchísimos años porque daban sabiduría y curaban enfermedades.
Ella lo confirmó, los llamó "niños santos" y se convenció de que los hongos eran "la sangre de Cristo".
Pasaron los años y María Sabina fue profundizando en el funcionamiento de los hongos y su conexión con otras dimensiones. Pero a los 14 años pasó algo que la alejó de ellos: La casaron.
La chamana contó en el citado documental que su madre le anunció: "Ahora perteneces a este joven que será tu marido, ve con él, entiéndelo bien, ya eres una mujercita, así es la costumbre".
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Ese hombre tenía 20 años y se llamaba Serapio Martínez, pero enviudó tras seis años de un matrimonio que aunque empezó obligado, después se llenó de amor, y de éste nacieron tres hijos.
Con la viudez, regresaron los hongos, porque según las creencias mazatecas, una mujer que cura no debe tener trato íntimo con hombres.
Pero este reencuentro con los 'niños santos', que ya se había extendido por una década, se vio interrumpido por un nuevo matrimonio, esta vez con un hombre llamado Marcial Carrera con quien estuvo casada por 13 años en una unión en la que María Sabina dice haber sufrido mucho.
Marcial la insultaba y le pegaba. La historia cuenta que era un personaje al que no le gustaba trabajar, era borracho y mujeriego, y murió asesinado por el hijo de una de sus amantes.
Con este hombre María Sabina tuvo 6 hijos pero cinco de ellos murieron enfermos o asesinados. Sólo sobrevivió Aurora.
Tras la muerte del segundo esposo, los 'niños santos' volvieron a la vida de la sacerdotisa, esta vez para siempre.
Mujer chamana
La chamana contó que el haberse quedado viuda por segunda vez le facilitó decidirse enfrentarse a su destino que le había sido fijado desde antes de nacer "ser sabia" y curar "con el lenguaje de los niños santos".
Decía que Dios le había dado el "Libro de la sabiduría" para curar y que ella podía leerlo. Sin embargo, éste era un documento que se abría en la dimensión de los hongos porque esta sacerdotisa no sabía leer y solo hablaba en lengua mazateca.
En su pueblo sabían que María Sabina, aún veinteañera y viuda de su primer esposo, tenía el poder de curar tras sanar a su propia hermana después de que los curanderos la habían desahuciado.
Al ver a su hermana enferma y al borde de la muerte, la joven chamana decidió ponerse manos a la obra consumiendo "30 pares de niños santos" que le dijeron lo que tenía María Ana y lo que debía hacer para curarla.
A su casa llegaron personas afectadas por todo tipo de enfermedades pero María Sabina decía que "el espíritu es lo que enferma".
Las veladas o jornadas de sanación se hacían por las noches cuando los hongos eran consumidos por la chamana y por el paciente después de ser bendecidos en un altar en el que estaban las imágenes de la Virgen de Guadalupe, Jesucristo, San Martín de Porras y otros santos católicos.
"Cuando los niños santos trabajan dentro de mi cuerpo, les hablo, les pido el favor, que nos bendigan, que nos enseñen el camino, la verdad, la curación, que nos den el poder de rastrear las huellas del mal para acabar con él", comentaba la sacerdotisa.
Curaba y a veces le daban alguna paga, a veces no, pero ella siempre lo hacía.
Los enfermos de la zona llegaron a su casa desde entonces y su fama empezó a crecer, aunque no superaba las fronteras de Oaxaca.
Fue después de que se enfrentara a su destino y asumiera de lleno su rol de chamana, que creció su popularidad.
Entonces una breve noticia en un diario local sobre la sacerdotisa fue leída por un banquero estadounidense que sentía pasión por el mundo de la Micología llamado Robert Gordon Wasson que, tras viajar a México a conocerla en la década de los cincuenta, publicó un reportaje en Life sobre María Sabina, los hongos y sus poderes milagrosos.
A partir de ese momento, el piso de tierra de la casa de la chamana se llenó de pisadas de celebridades, de hippies y de todo tipo de personajes ajenos a la cultura mazateca, que querían conocer a María Sabina, aunque la mayoría sólo quería tener una experiencia psicodélica y se dieron a la tarea de cazar hongos en las montañas boscosas de la sierra.
Llegó el día en el que las fuerzas policiales tuvieron que ir a la zona a expulsar a los cientos de hippies que pretendían quedarse en esas montañas.
Mujer que llora
"Me visitan muchos extranjeros, toman mi imagen y mi voz (...) los jóvenes han sido irrespetuosos, ellos toman los niños a cualquier hora y en cualquier lugar", dijo María Sabino en el documental.
Dijo entonces que para ella era muy difícil explicar a los extranjeros que las veladas no se hacen para sentir los efectos de los hongos, "porque pueden volverse locos" y que estos rituales siempre deben tener el propósito de curar.
La chamana fue terriblemente perjudicada por la popularidad y llegó a cuestionarse si había hecho bien al mostrar al mundo extranjero las bondades de los 'niños santos'.
Empezando por sus propios colegas curanderos de mazateca. La chamana fue acusada por sus colegas de revelar secretos ancestrales indígenas al mundo y de ocultar la fortuna que con seguridad -pensaban ellos- estaba haciendo a costa de esta fama.
El escritor Juan García Carrera autor del libro La otra vida de María Sabina, dijo en un especial de TV Azteca sobre la chamana que ella sufrió la envidia, discriminación y acoso de los otros curanderos quienes le robaron los animales que tenía, le quemaron la casa e incluso asesinaron a sus hijos.
"A Lázaro lo matan a machetazos, a su otro hijo igual, lo matan a golpes", comentó el escritor mazateco al programa La Historia detrás del mito.
García también comentó cómo la chamana fue engañada en 1979 cuando la hermana del presidente mexicano, José López Portillo, entonces directora de radio, televisión y cinematografía Margarita López Portillo ordenó hacer un documental sobre María Sabina y le prometió el pago de una buena suma producto de la recaudación de la película, además de una casa.
El resultado fue que aunque el documental sí se hizo, la chamana no recibió dinero alguno y la casa fue un jacal de cuatro paredes que se movía con el viento sin electricidad o sistema de tuberías.
María Sabina murió en 1985 a la edad de 91 años.
Los niños santos
En cualquier caso, para mal y para bien, Wasson sirvió de puente entre los 'niños santos' de María Sabina y su estudio científico en los laboratorios del mundo.
Tras la exhibición que hizo Wasson sobre el personaje mazateca y sus hongos, llegaron a la casa de María Sabina el químico suizo Albert Hofmann, llamado "el padre del LSD" y el micólogo francés Roger Heim.
Hofmann llevó consigo un frasco con píldoras de psilocibina, el compuesto activo de los hongos, y se lo obsequió a la chamana que agradeció el gesto comentando que cuando no dispusiera de sus 'niños santos', podría servirse de las cápsulas.
Fue el químico suizo el que aisló por primera vez los componentes activos de la "Psilocybe mexicana", el nombre científico que se le dio a este hongo de Oaxaca, y que son psilocibina y psilocina.
También se ha encontrado el componente baeocistina en menor proporción.
"De las tres, solo la psilocibina, en su forma aislada, ha sido probada y ha demostrado ser prometedora por la ciencia moderna para la depresión resistente al tratamiento, la angustia al final de la vida y la adicción a la nicotina, entre otras afecciones", se explica en la revista científica Double Blind de mediados del año pasado.
A fines de 2022 la revista científica The New England Journal of Medicine, publicó un estudio en el que se comprobó que "una sola dosis" de la versión sintética del componente de los hongos mágicos, la psilocibina, mejoró la depresión en personas con una forma de la enfermedad resistente al tratamiento.
Los componentes de estos 'niños santos' están demostrando, en la segunda mitad del siglo XXI, ser efectivos en el tratamiento de problemas psiquiátricos, y ya María Sabina había dicho que todas las enfermedades son del "heridas del espíritu".
Fuentes: Beezone Library, The New England Journal of Medicine, Double Blind, National Institute on Drug Abuse, Masdemx, Yaconic, El Heraldo de México, Círculo de Poesía
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