La economía de la reparación: cómo y cuánto debe pagar Estados Unidos a los descendientes de esclavos
Dicen que no hay nada más quijotesco que deshacer desagravios y enderezar entuertos. Y sin embargo, el movimiento contra el racismo que ha tomado vuelo en Estados Unidos ha desempolvado la antigua aspiración de resarcir los horrores de la esclavitud compensando económicamente a los descendientes de las víctimas.
Las llamadas "reparaciones de la esclavitud" han sido desde hace décadas uno de los temas que causa más división y polémica en la sociedad estadounidense.
Una encuesta de la agencia Associated Press reveló que el 74 por ciento de los afroamericanos están de acuerdo con el pago de compensaciones a los descendientes de las personas esclavizadas. Mientras que el 85 por ciento de los blancos de oponen rotundamente.
El Congreso, que hasta hace poco estaba integrado mayoritariamente por legisladores blancos, ha evitado someter a votación un proyecto de ley que aborda la promesa incumplida.
Diarios como The Washington Post advierten que no se trata de una quimera. Grupos locales han logrado pequeños avances en gobiernos locales y algunas instituciones que estuvieron involucradas en la esclavitud están dispuestas a asumir sus culpas. Y sobre todo, existen ciudadanos dispuestos a probar que sus ancestros fueron esclavos y sufrieron por ello.
Las compensaciones a los esclavos ha tardado tanto en resolverse por culpa del presidente Andrew Johnson, quien le tocó asumir el poder después del asesinato de Abraham Lincoln, según un artículo de The New York Times.
Cuando terminó la Guerra Civil en 1865, el general William T. Sherman prometió redistribuir una enorme franja de la costa atlántica a los estadounidenses negros que finalmente eran libres. Tras escuchar la promesa de "40 acres y una mula" al menos 40.000 hombres libres comenzaron a plantar y a construir sus hogares en las tierras ofrecidas.
Pero Johnson rescindió la orden aprobada por el Congreso y firmada por Lincoln. Y lejos de permitir que los nuevos ciudadanos fueran propietarios de sus cosechas, el presidente devolvió los lotes a sus primeros dueños.
El dilema del dinero
Las reparaciones remueven heridas históricas y presentan interrogantes concretas como quién será compensado, con cuánto dinero y de dónde saldrán los fondos.
Uno de los primeros que puso una cifra a la compensación económica que deberían recibir los descendientes de los esclavos fue el activista James Forman, quien exigió 500 millones de dólares en reparaciones en su Manifiesto Negro de 1969, argumentando que la mano de obra esclava no remunerada ayudó a crear la economía estadounidense, que generó un vasta riqueza a la que los negros no pudieron acceder.
For those who oppose reparations because slavery ended 155 years ago: this study of state-sponsored Black genocide covers 1958-1968. The North Carolina Eugenics Commission wasn't abolished until 1977. @SandyDarity https://t.co/9xb23U6Y1f
— Osha Davidson (@OshaDavidson) August 1, 2020
Otros sacan la siguiente cuenta: por cada dólar que posee un hogar blanco, a un hogar negro le tocan unos 10 centavos. Este efecto acumulativo de la desigualdad nacida en la esclavitud es lo que justifica las reparaciones para los descendientes de esclavos que murieron hace siglos.
La otra gran interrogante es quién podrá beneficiarse de las reparaciones. Los más recientes censos de población en Estados Unidos hay unos 47 millones de personas se consideran a sí mismos afroamericanos. Muchos son descendientes de esclavos pero otros llegaron al país en migraciones más recientes.
Algunos académicos sugieren que para recibir compensaciones económicas es indispensable tener al menos un ancestro que fue esclavizado en Estados Unidos, y haberse identificado como afroamericano en algún documento al menos 10 años antes de la aprobación de cualquier reparación.
Eso significa que una personalidad como Oprah Winfrey pudiera ser compensada porque ha hecho seguimientos de ADN que certifican que es descendiente de esclavos capturados de África Occidental en el siglo XIX. Pero el ex presidente Barack Obama tendría que identificar algún ancestro esclavo en la familia de su madre blanca estadounidense. Sus ancestros paternos no califican porque están enraizados en Kenia. Esa clasificación entre los que pueden probar ser tataranietos de esclavos y los que no reduciría el grupo de beneficiarios a unas 30 millones de personas.
If slavery was a necessary evil then Reparations is a necessary compensation https://t.co/RbteKG0WvX
— 𝙏𝙚𝙖𝙘𝙝𝙚𝙧 𝘽𝙖𝙚. (@DeronAntonio) July 27, 2020
Los economistas no se han puesto de acuerdo sobre cómo calcular con cuánto dinero resarcirán el agravio. Unos sacan la cuenta de la diferencia promedio entre los ingresos anuales de una familia blanca y una negra para llegar a un número que pudiera aliviar esa brecha.
Otros piensan que es más justo estimar el valor de la mano de obra del sistema esclavista para calcular las ganancias de la venta de las cosechas de tabaco y algodón. Otros suman los salarios que hubieran ganado los esclavos más los intereses, menos los gastos de vivienda y alimentación. Una corriente examina el valor de la riqueza negra perdida o destruida después del fin de la esclavitud por las prácticas de discriminación racial.
Y por último queda calcular cuánto costaría honrar en la actualidad la promesa de los 40 acres y la mula. Académicos han determinado que un acre en 1865 valía unos 10 dólares. Cuarenta acres divididos entre una familia de cuatro miembros equivale a 10 acres por persona, o unos 100 dólares a cada uno de los cuatro millones de esclavos liberados luego de la Guerra Federal. Al tomar en cuenta la inflación y los intereses, a cada uno de los 30 millones de descendientes le tocaría una reparación de unos 80.000 dólares.
"Between 1910 and 1997, African Americans lost about 90% of their farmland...as reparations have become a subject of national debate, the issue of black land loss is receiving renewed attention."
I wrote about this in my book. (mini thread) https://t.co/t20cJ37P4p— Morgan Jerkins (@MorganJerkins) July 26, 2020
Pero al poner la cifra en contexto con los gastos del país estamos hablando de un número astronómico. Estados Unidos cuenta con un presupuesto anual de 4,7 billones de dólares, y para pagar la deuda moral e histórica con la comunidad afroamericana necesitaría 2,6 billones.
Otros profesores calculan que el valor actual de 40 acres de tierra cultivable y una mula rondarían los 123.000 dólares. Si todos los esclavos incluidos en el censo de 1865 hubieran recibido esa cantidad, a cada uno de sus 30 millones de descendientes les tocaría unos 16.200 dólares.
Es una cantidad que no eliminaría la brecha económica entre blancos y negros pero mejoraría su situación.
La obligación de pedir perdón
Estados Unidos compensó en 1988 a los descendientes de los japoneses que fueron obligados a vivir en campos de concentración en territorio estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. Saldó su cuenta moral con 20.000 dólares y una disculpa formal.
Y Alemania ha pagado desde 1952 más de 70.000 millones de dólares en reparaciones a las víctimas judías del nazismo y aún desembolsa varios millones de dólares anualmente. Ese dinero puede ser entregado en un sólo depósito a algunos individuos o en pensiones anuales calculadas en base a los años de encierro en los campamentos de trabajos forzados.
El gobierno alemán también financia organizaciones que cuidan a los ancianos sobrevivientes o becas para educar, documentar e investigar los daños que acarrea la ideología de la supremacía racial.
Y mientras llega el día de las reparaciones de los esclavos estadounidenses, algunos actores van asumiendo sus responsabilidades. Chicago aprobó una ordenanza para reparar a cientos de afroamericanos que fueron torturados por la policía en las décadas de 1970, 1980 y 1990.
La Universidad de Georgetown creó un fondo para ayudar a los descendientes de casi 300 esclavos vendidos por esa institución en 1830.
Aunque son compensaciones aisladas, esas decisiones pueden mostrar el camino a otras instituciones que participaron de manera directa en la esclavitud como iglesias, corporaciones y ejército.
La Iglesia Católica fue uno de los mayores propietarios de esclavos en el continente americano y las iglesias episcopales y presbiterianas pagaban el salario de sus ministros al arrendar sus esclavos a empleadores locales.
Rastrear esas huellas tomaría tiempo y esfuerzo de activistas, académicos y abogados, pero pudieran exponer las prácticas esclavistas que todos quieren borrar de su pasado.
Pero el proyecto de Ley que reposa en el Congreso advierte que ninguna de esas medidas puede sustituir una disculpa formal del gobierno de Estados Unidos por la "brutal violación de los derechos humanos y crímenes contra la humanidad perpetrados contra los esclavos africanos y sus descendientes".
Para llegar a resarcir los daños de la esclavitud primero sería necesaria la reconciliación de una sociedad fraccionada y radicalizada. Y quizás el movimiento "Black lives matter" (Las vidas negras importan) sea un avance en esa dirección.
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