Lautaro Martínez busca su lugar en la selección argentina: jugó pocos minutos, convirtió goles cruciales y puede ser titular ante Perú
MIAMI (enviado especial).- El grito de gol es uno de los pocos aspectos que no ha evolucionado en el fútbol. Tiene un trasfondo de acto primal, de reacción de una naturaleza casi barbárica que no puede dominarse. Sin embargo, en los tiempos modernos, se ven celebraciones coreográficas que anteponen una simbología pensada de antemano a la espontaneidad del bramido. Lautaro Martínez abona a la teoría ancestral de festejar con el alma en la boca, al borde de la implosión.
Su gol a Chile, a falta de pocos minutos para el final del encuentro, fue así: pique hacia la línea de fondo, amago y cambio de rumbo hacia el costado izquierdo; luego, freno, un paso bamboleante y, ahí nomás, el alarido que parecía contenido: con la vista fija, como si hubiera encontrado el destinatario. En la historia de los festejos de gol hay gritos de emoción (aquel de Tardelli para Italia, en la final del Mundial 82), de alegría (el de Caniggia a Brasil en el Mundial 90) y de rabia, de furia contenida. Así se leyó la celebración de Lautaro en la noche del MetLife Stadium, de Nueva Jersey.
Mientras la selección argentina se prepara en la nueva tierra de Messi, en una ciudad donde los argentinos salen de debajo de las piedras, donde el calor arrasa, pero también invita a zambullirse en las playas, hay un hombre dedicado a ser el mejor. Lautaro Martínez parece diseñado para alcanzar el potencial de una máquina perfecta. Por momentos, luce robotizado, sin emociones; concentrado en un objetivo que el humano de a pie no llega a percibir.
El camino de Lautaro en la selección ha sido complejo desde el inicio. Debutó de la mano de Jorge Sampaoli durante una gira europea previa al Mundial de Rusia 2018. Primero fue suplente contra Italia. El bautismo de fuego lo tuvo en un partido poco feliz, dentro de un período amargo. Reemplazó a Gonzalo Higuaín para jugar la última media hora en la estrepitosa caída por 6 a 1 ante España, el 27 de marzo. Sampaoli iba seguido al Cilindro para deleitarse con los goles de Lautaro en Racing. Sin embargo, no lo llevó a aquella Copa del Mundo, una determinación que el mundillo futbolístico argentino discutió bastante. La explicación no oficial de la decisión es que no lo veían con ritmo europeo.
Después de aquello, el consenso fue total: estaba llamado a ser el 9 de Argentina. Scaloni le dio pista, a medida que la estrella de Kun Agüero se fue apagando. La imposición de Lautaro fue natural, a la par de su notable desembarco en el fútbol italiano. Lleva seis temporadas en Inter, donde a partir de impresionantes números se consolidó como símbolo y capitán; lleva 129 goles y 43 asistencias en 282 partidos , y cosechó siete títulos a nivel local: dos ligas, dos copas de Italia y tres supercopas domésticas. Fue el líder indiscutido de un equipo que destronó a la Juventus como el más poderoso de Italia. Acaso le faltó una coronación continental, ya que perdió las dos finales que jugó, por Europa League (ante Sevilla, en 2020) y por la Champions (frente al Manchester City en 2023).
Lautaro Martínez era el 9 insustituible de la era Scaloni hasta que la Copa del Mundo en Qatar le jugó una mala pasada. No llegó en forma y lo pagó. Argentina encontró en Julián Álvarez a un reemplazante exitoso y la historia es conocida. Pero Lautaro volvió a trabajar para ser el mejor en ese puesto. Dos partidos, dos ingresos en el final, dos goles en la Copa América. Así de afilado está. Llegó a los 26 tantos en 60 partidos con la selección. Y es el segundo goleador del ciclo de Scaloni , detrás de los 41 de Lionel Messi.
Las estadísticas son una muestra contundente. Según datos de Opta Stats Perform, contra Canadá jugó 14 minutos, tocó 8 veces la pelota y anotó un gol. Contra Chile, estuvo 17 minutos, tuvo 10 contactos con la pelota, pateó al arco en dos ocasiones y marcó el tanto del triunfo . Le dieron poco y devolvió muchísimo.
¿Es la hora de Lautaro? Solo Scaloni sabe eso. El DT ya avisó que, por sistema, al menos de entrada, siempre será un nueve u otro. Lautaro o Julián. Y el de Manchester City ganó la pulseada en los dos primeros encuentros. “¿A quién no le gustaría que jueguen los dos? Pero si juegan los dos, Leo [Messi] y Ángel [Di María]… defiendo yo. Es una realidad, duele porque son dos delanteros de primer nivel, pero ellos lo tienen clarísimo”, aseveró el entrenador un día antes del debut. “Tenemos dos de los mejores delanteros del mundo”, respaldó Dibu Martínez después del partido con Canadá, donde ambos convirtieron.
Lo que dice Scaloni se puede constatar en los hechos. Tres veces jugaron juntos Lautaro y Julián desde el comienzo, contra Jamaica (amistoso, 3-0), Paraguay (eliminatorias, 1-0) y Ecuador (amistoso, 1-0). En ninguno de los tres encuentros jugó Messi.
Para los delanteros, un gol llama a otro gol. A los 26 años, Lautaro los viene haciendo y en el horizonte llega otra gran oportunidad. Contra Perú, es probable que juegue como titular, ya que Scaloni probará con un equipo alternativo para dosificar energías y darles minutos a los que no vienen con tanto rodaje.
En la Copa América 2019 fue la transición y para la de 2021 ya le había ganado sobradamente el puesto a Kun Agüero. El traicionero tobillo le impidió brillar en Qatar, pero de a poco va recobrando terreno para que el de 2026 sea un Mundial en el que destaque definitivamente. Le sobra voluntad, desborda tesón. Y la moral está en alza. Para muestra, sus declaraciones a La Gazzetta dello Sport, hace un mes, cuando ganó un nuevo scudetto con Inter y le preguntaron si se comparaba con delanteros como Halland o Mbappé: “No tengo nada que envidiar, los números y los trofeos lo dicen. Hay campeones que han ganado menos que yo. Tengo que seguir trabajando con responsabilidad, como me enseñó mi padre, pero puedo sentarme en la misma mesa que estos grandes”.