Un Kennedy vuelve a candidatearse a la Casa Blanca, pero esta vez puede terminar ayudando a Trump
WASHINGTON.- Porta un apellido demócrata ilustre, pero derrocha teorías conspirativas, es antivacunas, y aunque sus posibilidades de llegar a la Casa Blanca son prácticamente nulas, puede ayudar a convertir a Donald Trump en el próximo presidente de Estados Unidos. Robert F. Kennedy Jr., hijo de Bobby Kennedy y sobrino de John Fitzgerald Kennedy, es la piedra en el zapato de la elección presidencial, el “tercer” candidato, destinado a perder, pero igual puede marcar el rumbo del país y el mundo.
Jamás un “tercer” candidato logró quebrar el dominio absoluto de los dos partidos históricos de Estados Unidos, el Partido Demócrata y el Partido Republicano, en la disputa por la presidencia. Pero algunos han sido decisivos, como Ralph Nader, en 2000, cuando George W. Bush se impuso a Al Gore –”Nader nos costó la elección”, le dijo Biden, por ese entonces senador, al New York Times–, o también Ross Perot, a quien se señala como uno de los factores de la derrota en 1992 de George H.W. Bush ante Bill Clinton. Este año, el rechazo de muchos votantes al presidente, Joe Biden, y a su rival, Trump, es terreno fértil para un candidato como Kennedy, que ya ha logrado captar el respaldo de un 10% del electorado, según el promedio de encuestas de RealClearPolitics.
En una elección muy peleada que apunta a definirse en apenas ocho estados “pendulares” por una diferencia de miles de votos, a Kennedy ya se lo ve como una amenaza, sobre todo para Biden. En 2000, Gore perdió Florida por 537 votos, y Nader sacó casi 100.000.
“Estos candidatos son un gran, gran problema”, dijo recientemente Jen Psaki, exvocera de Biden y actual conductora de la cadena MSNBC, al hablar sobre Robert Kennedy Jr., y la atracción que despierta su apellido en muchos votantes demócratas, sobre todo en el sur, en estados como Georgia, uno de los lugares donde se definirá la presidencia. “Es una de las mayores amenazas a la reelección de Joe Biden”, dijo Psaki.
Robert Kennedy Jr., o “RFK”, lleva años de campaña antivacunas, pero su prédica cobró fama durante la pandemia del coronavirus, en medio del intenso debate sobre la salud pública de ese momento. RFK ha llegado a decir que darles vacunas a los chicos es “una mala praxis criminal”, que no existen vacunas “seguras y efectivas”, y también le ha dado oxígeno a la teoría conspirativa que las vincula al autismo, ampliamente desacreditada por el consenso científico. Su activismo en contra de las vacunas es su faceta más polémica, y ha llevado al resto del clan Kennedy a marcar distancia, más ahora, cuando despunta el temor de que su nombre quede asociado en la historia a un eventual retorno de Trump a la Casa Blanca.
“Mi mayor preocupación con la candidatura de Bobby es que le saque votos a Biden”, dijo Rory Kennedy, su hermana. “Y me preocupa que votar por Bobby le quite votos a Biden y conduzca a una elección de Trump. Y estoy muy preocupada por lo que eso le afectará a nuestro país y al mundo en los próximos cuatro años”, afirmó.
Mucho más mordaz, Jack Schlossberg, hijo de Caroline Kennedy, actual embajadora de Estados Unidos en Australia, y nieto de JFK, publicó un video en redes sociales a mediados del año anterior en el que deshilachó a su tío, y dijo que su candidatura era un “proyecto de vanidad”. Schlossberg le dio su respaldo a Biden, al elogiar su presidencia y vincular su gestión directamente con su abuelo. Y no ahorró ninguna crítica contra RFK.
“Está aprovechando Camelot, la celebridad, las teorías de conspiración y los conflictos para obtener fama y beneficio personal”, dijo Schlossberg. “Lo he escuchado. Lo conozco. No tengo idea de por qué alguien piensa que debería ser presidente. Lo que sí sé es que su candidatura es una vergüenza”, sentenció.
Más allá de estas reacciones, otros creen que Kennedy en realidad puede quitarle votos a Trump y terminar beneficiando a Biden. Uno de los expertos en la política norteamericana que esbozó esa posibilidad fue James Carville, que trabajó en la campaña de 1992 de Bill Clinton. Es que las ideas de Kennedy han encontrado recepción en la derecha norteamericana, y operadores trumpistas de la primera hora, como Steve Bannon o Roger Stone, han sugerido incluso que sea el candidato a vicepresidente de Trump. Para Carville, los otros candidatos independientes, la ecologista Jill Stein y el activista progresista Cornel West, sí representan un alto riesgo para el presidente.
Kennedy todavía debe lograr inscribirse en todos los 50 estados del país para competir en la elección presidencial de noviembre próximo, una traba burocrática que su campaña intenta superar. Días atrás, eligió a su compañera de fórmula: Nicole Shanahan, 38 años, una abogada, filántropa de California, multimillonaria, muy vinculada la industria tecnológica, que estuvo casada con uno de los cofundadores de Google, Sergey Brin, con quien tuvo una hija. Ignota en la política, Shanahan puso cuatro millones de dólares para el aviso de Kennedy que se transmitió en el Super Bowl, con el que intentó asociarse a JFK y el legado del clan Kennedy, y que le valió una ronda de críticas de su propia familia. Kennedy luego se disculpó.
“El propósito de la riqueza es ayudar a los necesitados. Para eso es”, dijo Shanahan. “Y también quiero traer eso de regreso a la política. Ese es el propósito del privilegio”, afirmó.