¿Menos inflación, más felicidad? Las claves de un estudio sobre el ánimo de los argentinos: así lo explican los expertos

La estabilidad económica brinda una cierta plataforma para poder pensar, no solamente en la emergencia, destacan los expertos
La estabilidad económica brinda una cierta plataforma para poder pensar, no solamente en la emergencia, destacan los expertos - Créditos: @Daniel Basualdo,Daniel Basualdo

“Mal, pero repuntando”. Esa podría ser la síntesis del estado de ánimo de Cloé Cano, de 38 años, que trabaja en una consultora y es madre de Delfina, de 5 años. “Siento que llego a fin de año sin mucho resto, muy cansada y estresada, pero un poco más establecida y organizada que el año pasado. Tal vez sea que paró un poco de aumentar todo y mínimamente nos estamos empezando a organizar mejor con los gastos, cuotas, escuela, todo”, cuenta.

Sus palabras pueden ilustrar bien el estudio recientemente publicado por el Observatorio de Tendencias de Insight 21, de la Universidad Siglo 21, que desde 2018 viene monitoreando los niveles de felicidad y burnout de los argentinos, dos indicadores claves para conocer el estado de la salud emocional y mental de la población según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los resultados, correspondientes a noviembre 2024, indican que los niveles de felicidad mejoraron en el último trimestre; si bien todavía casi la mitad de la población dice no sentirse feliz, quienes realizaron la medición afirman que las marcas se ubicaron entre las más altas de los últimos siete años. De todas formas, los niveles de burnout, que es el agotamiento laboral, se mantienen elevados, aunque muestran señales de mejora en comparación con los datos del primer trimestre del año.

Con respecto a las cifras sobre felicidad, el 54,5% de los argentinos se siente satisfecho con su vida, lo que también implica que uno de cada dos no se siente satisfecho. Sin embargo, como este estudio se viene realizando desde hace siete años, se puede registrar que en estos últimos meses aparece un crecimiento en relación con el primer trimestre. En el informe anterior, el 50,7% de los consultados había dicho que se sentía satisfecho con su vida. El aumento, se explica, es particularmente significativo en la población masculina y personas con estudios de posgrado, quienes reportaron los mayores niveles de satisfacción.

Creció la proporción de argentinos que se sienten satisfechos con su vida, especialmente en la población masculina y personas con estudios de posgrado
Creció la proporción de argentinos que se sienten satisfechos con su vida, especialmente en la población masculina y personas con estudios de posgrado - Créditos: @Inside Creative House

A partir de la “Escala de satisfacción con la vida”, instrumento que utilizan otros países y organismos como la Unesco y la OMS, el Observatorio de Tendencias de Insight 21 identificó que los jóvenes de entre 18 y 29 años son el único grupo etario que registra una tendencia positiva sostenida en felicidad durante el año. Por el contrario, las personas de entre 50 y 59 años continúan presentando los niveles más bajos de satisfacción.

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El estudio incluyó una muestra de 1050 casos, tomada en distintos puntos del país en personas de entre 18 y 65 años; el nivel de error muestral del 3,6% permitiría extrapolarlo a la población general, según explican sus impulsores.

Cómo se manifiesta el burnout

Los niveles de burnout, evaluados mediante el Maslach Burnout Inventory (MBI), revelan que uno de cada cuatro argentinos continúa enfrentando síntomas significativos de agotamiento laboral. El 26,9% de la población reportó sentirse “demasiado exhausta para participar en otras actividades después del trabajo”, mientras que el 23,5% expresó dificultades para relajarse al finalizar su jornada laboral. Aunque estos datos muestran una leve mejora respecto del primer trimestre, preocupa el aumento entre los jóvenes de 18 a 29 años, quienes ahora presentan el mayor nivel de burnout (23,26%), superando incluso al grupo de 50 a 59 años, históricamente más afectado por esta problemática.

En la medición de marzo pasado, uno de cada tres argentinos (33%) había dicho sentirse tan cansado que no podía realizar otras actividades después del trabajo. Este indicador parece estar mejorando en este último tramo del año.

“En la medición anterior, vimos que los niveles de bienestar subjetivo o de felicidad estaban hacia la baja. Esta tendencia se ha revertido; de hecho, los puntajes que estamos teniendo ahora son los más altos desde que venimos midiendo. En términos de burnout, de estrés laboral, estrés crónico, los puntajes se han mantenido constantes”, explica Luis Morera, director del Observatorio de Tendencias Sociales de la Universidad Siglo 21. “El burnout es un síndrome que surge como resultado de las posiciones de estrés crónicas del trabajo y se define por dos dimensiones: una es el agotamiento y otra es el cinismo. Cuando lo desagregas, dentro de los ítems de agotamiento hay algunos ítems que muestran una leve mejoría, una leve mejoría 3-5 puntos porcentuales”, apunta Morera.

Uno de cada cuatro argentinos continúa enfrentando síntomas significativos de agotamiento laboral
Uno de cada cuatro argentinos continúa enfrentando síntomas significativos de agotamiento laboral - Créditos: @Motortion Films

¿Cuál es la explicación detrás de esa mejora? “En algunos países, particularmente en Europa, se empezó a analizar cuáles son las variables que tienen mayor influencia en la percepción de bienestar subjetivo. Y de ahí surgió un ranking, donde las más importantes son la percepción de estabilidad económica, el PBI, la confianza en las instituciones. Cuando hablamos de confianza en las instituciones, estamos hablando de confianza en el sistema judicial, democrático, y la percepción de corrupción”, detalla. Y agrega: “Es aquí donde entra en juego el capital social, que en los argentinos particularmente tiene un peso muy alto en la construcción de bienestar. El argentino acostumbrado a tener una resiliencia alta y a enfrentar desafíos, en un contexto desafiante constante, al percibir en el panorama alguna posibilidad de mejoría, alguna posibilidad de estabilidad en alguna variable macroeconómica, quizás la expectativa aumenta y entonces por eso es que estamos viendo una mejora en la percepción subjetiva de bienestar”.

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Según explica, es la variable que impacta más para el argentino. “Que a pesar del contexto desafiante mantenga niveles de bienestar subjetivo altos, el capital social –que no es otra cosa que la cantidad y calidad de vínculos que tiene– es lo que le permite campear los desafíos diarios”, sostiene Morera.

“La estabilidad económica brinda una cierta plataforma para poder pensar, no solamente en la emergencia. Creo hay algo del orden de la amenaza, del peligro, que empieza a dejar de estar acechando, desuniendo, del mismo modo que antes. Efectivamente, en este último tramo del año parece haber habido, como destaca esta estadística, una ligera diferencia con respecto al lugar de agobio que provocaba lo que llamamos el burnout en la gente”, apunta el psiquiatra y ensayista José Eduardo Abadi.

“Es decir, esto ocurre en esta posmodernidad que tuvo como síntomas una patología de productividad, una vertiginosidad que la querían llamar velocidad, y una dificultad de echar raíces para lograr una identidad sólida. En la medida en que hubo más conciencia de esto, hubo un intento de recuperación pospandemia del lugar que ocupa el semejante. La pandemia nos tuvo alejados, solos, pero también nos conectó con la necesidad del otro, llevó a que haya una búsqueda de un modo más intenso y directo, de alcanzar niveles de relación y no solo de conexión con el otro”, agrega.

Billetes argentinos de dos mil y diez mil pesos. jubilados inflación
Billetes argentinos de dos mil y diez mil pesos. jubilados inflación - Créditos: @Daniel Basualdo

“Y eso llevó a un sentimiento de conjunto que generó no solamente contención, sino una mayor sensación de seguridad. Y cuando hay contención, seguridad y el otro existe, se abren las puertas de la imaginación, se abren puertas de permiso del placer y se cuida, de algún modo, lo propio. El individuo responsable, la subjetividad, el yo, cobran un lugar que tiene otra jerarquía dentro del psiquismo de la gente y dentro de la sociedad misma. Y hay un ocuparse de uno, que parte de poder ocuparse del otro también, que llevó sin duda alguna a uno de los fortalecimientos de las premisas de la felicidad, que es el interés y el amor por el otro y por el mundo”, dice Abadi

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La idea de esperanza, el optimismo, o vamos a llamarlo felicidad, que es un concepto un poco más complejo, en una población está relacionada con las variables de incertidumbre. En la población argentina, sí está relacionada con el fin de la inflación, por lo menos del formato de inflación registrado durante muchos de los últimos 40 años”, suma Martín Wainstein, titular de la Cátedra de Psicología Social de la Universidad de Buenos Aires.

“Los argentinos nos acostumbramos a tener la inflación mensual que en el mundo es anual. ¿Qué genera algo que es 12 veces más de inestabilidad? Muchas cosas. La moneda es un recurso para las transacciones, pero también es la medida de las cosas. O sea que cuando en una sociedad la moneda no es un código que facilita la medida de las cosas, aumenta enormemente la incertidumbre. Cuando aumenta enormemente la incertidumbre, aumentan la ansiedad, la sensación del estrés general y también va a ocurrir que las personas hasta pierdan cierta cualidad moral. ¿Por qué? Porque el arte de salvarse de la inflación es subir el precio propio y pasarle el problema al otro, al que sigue. Entonces esto genera una especie de crisis moral en serie, que es el famoso por las dudas lo aumento 20% más. Eso viraliza el aumento de los precios se va perdiendo el sentido de cuánto las cosas valen, pero en todo el sentido de la palabra, no solamente cuánto valen en valor”, describe Wainstein. Por esa misma razón, una desaceleración en la inflación puede resultar en un aumento del sentimiento de felicidad.

No es solamente cuánto las cosas valen en valor monetario, sino en cuanto a que le otorgan un sentido a mi vida. En una sociedad donde todo el sistema económico está regido por el código de los precios, que dan la medida de las cosas, cuando esa medida de las cosas se pierde, se pierde todo el sentido de la administración de los recursos para las personas. La gente sobreactúa, por ejemplo, los consumos, los endeudamientos, y esto genera un montón de problemas de índole psicológico”, concluye el especialista.