Los indígenas australianos, uno de los pueblos más encarcelados, buscan salidas en el arte

Rocío Otoya

Sídney (Australia), 6 jun (EFE).- Los indígenas de Australia, uno de los pueblos con más encarcelados del mundo, han encontrado en el arte una vía digna que les ayuda a generar ingresos para romper con el círculo vicioso que los mantiene constantemente tras las rejas.

Los aborígenes constituyen, junto a los isleños del Estrecho de Torres, que tienen origen melanesio y habitan el noreste de Australia, el 3,8 % de los más de los más de 26,5 millones de habitantes del país.

En contraste, esta minoría representa el 33 % de la población penitenciaria australiana, formada actualmente por unos 42.000 reclusos, según datos oficiales.

La cultura viva más antigua del planeta

"Somos la cultura viva continua más antigua del planeta y, sin embargo, somos la raza más encarcelada del planeta. Es una gran vergüenza y es realmente una mancha oscura en este país", dijo a EFE el director creativo de la ONG The Torch, Kent Morris.

The Torch impulsa un programa para rehabilitar a aborígenes recluidos en más de una decena de cárceles del estado de Victoria (sureste), a través de la producción de obras artísticas que generen ingresos, los cuales son puestos en un fondo a los que los artistas acceden al obtener la libertad.

Morris vinculó el problema de la alta tasa población indígena en las cárceles a "las políticas discriminatorias arraigadas en este país y el sistema legal y político hacen que sean 17 veces más susceptibles a ir a prisión que el resto de los australianos".

Según las estadísticas oficiales, la tasa de reclusos aborígenes, de los cuales un 78 % ha sido detenidos en más de una ocasión, aumenta cada año, en un contexto en que no se sanan las heridas abiertas tras la colonización.

Orígenes coloniales del hiperencarcelamiento

Este hiperencarcelamiento, una característica común de las antiguas colonias británicas, como Canadá, Estados Unidos y Nueva Zelanda, responde a la relación de poder entre los Estados y los indígenas, según apuntó Maggie Walter en el libro "La ética en la investigación criminológica internacional" (2016).

Antiguamente, los indígenas eran encerrados en prisiones, misiones, reservas, orfanatos y hospitales bajo llave, mientras se les despojaba de sus tierras, según Walter.

En la actualidad, las detenciones de los indígenas se han intensificado por atentar contra el orden público y resistencia a la autoridad, entre otros delitos.

Los aborígenes australianos sufren más encarcelamiento, proporcionalmente, que otras minorías como los indígenas canadienses o la población negra en EE.UU..

Sin embargo, los gitanos en Bulgaria están más afectados, al representar el 10 % de la población total y el 42 % en las prisiones, según un informe del Comité Búlgaro de Helsinki financiado por la Unión Europea.

Discriminación sistemática

Para Thalia Anthony y Kristopher Wilson, las políticas de "ley y orden" aplicadas en Australia desde la década de 1990 han incrementado las tasas de encarcelamiento, soslayando las políticas sanitarias para abordar problemas como el trauma, la salud mental y las adicciones, según un artículo publicado el mes pasado en la revista The Conversation.

Los dos expertos en asuntos indígenas también achacan el "hiperencarcelamiento" a la discriminación sistemática y el trauma intergeneracional de la llamada 'generación robada', como se llama a los más de 100.000 niños indígenas que fueron arrancados en el siglo pasado de sus familias y comunidades para ser educados en instituciones occidentales.

Estos factores impactan en la identidad y autoestima de los indígenas australianos, así como a sus familias, sus comunidades y sus descendientes, tal y como lo vivieron en primera persona David Roe, quien ha estado preso una veintena de veces, y Stacey Edwards, quien cumplió una larga condena en prisión.

Al salir en libertad, Edwards "no sabía dónde ir ni qué iba a hacer, ni quién era ni quién quería ser", según dijo en un vídeo publicado en The Torch, donde ha encontrado un espacio para vender sus obras artísticas y exhibirlas en la muestra Confined 15 de la ONG.

"No puedo cambiar el pasado, pero sí el futuro", reflexionó Roe, otro de los 380 artistas indígenas que presentó sus obras en Confined 15, en otro vídeo en el que dice que espera ser el padre que no pudo ser para sus hijos y encaminarlos a una vida mejor, lejos de la cárcel, donde los indígenas son propensos a cometer suicidio.

Las muertes de indígenas en las cárceles australianas, incluyendo los suicidios, han superado las 500 desde 1991.

(c) Agencia EFE