El hallazgo de un cementerio inca explicaría el enigma de su última conquista antes de su exterminio

Las osamentas de una docena de incas que permanecieron enterradas 500 años a menos de un metro de la superficie en zona rural de Ecuador podrían revelar muchos secretos de su rico pasado precolombino.

Bastó la construcción un tanque de irrigación de cultivos para dejar al descubierto una ventana a una parte de la historia de Los Incas de la que aún hay más preguntas que respuestas.

Conocedores de los cuentos ancestrales de Mulaló, en el cantón central de Latacunga, los agricultores alertaron a los investigadores cuando bajo sus palas comenzaron a aparecer los antiguos huesos humanos.

Los restos estaban dispuestos dentro de "una cancha incaica" y posiblemente se trata de un cementerio de esa importante civilización suramericana.

El diario El Comercio informó que las primeras señales de que podría tratarse de un cementerio inca emergieron con la identificación de un cráneo y una vasija de cerámica en 2019.

Las autoridades decidieron que las obras del embalse, que los habitantes de la localidad habían esperado durante más de una década, tendrían que ser pospuestas hasta que los investigadores puedan ver qué más hay en el lugar.

Pero como el gobierno ecuatoriano no tenía presupuesto para la investigación arqueológica, el alcalde de Latacunga, Byron Cárdenas, contrató a expertos para completar la misión de rescate histórico.

Hay mucho por descubrir sobre la huella de los incas en Ecuador porque no fueron capaces de incorporarlo plenamente a su imperio.

Albert Meyers, en su libro Los Incas en el Ecuador: análisis de los restos materiales, dijo que la conquista de ese territorio fue la última acción imperialista inca. Se desarrollaron poco a poco durante los siglos XIII y XIV , "a partir de una pequeña tribu, situada en la hoya del Cuzco hasta un Estado altamente organizado que comenzó a extenderse en el siglo XV por una enorme zona del sector occidental de América del Sur".

Pero la investigación de Meyers, publicada en 1998, advierte "un vacío de hallazgos" entre las localidades de Ambato y Latacunga, a pesar de que el Camino Real de los Incas pasó por allí.

El conquistador, cronista e historiador español Pedro Cieza de León solo menciona "los aposentos de Muliambato". Meyers dijo que sólo contaban con 8 objetos de Latacunga y aseguraba que esa cifra no correspondía al número real de las colecciones. Se especula que parte de los recipientes incaicos de esa zona fueron saqueados y vendidos a coleccionistas particulares.

Según Cieza, los aposentos de Mulaló albergaban al Inca y a sus generales cuando estaban de paso. Las investigaciones posteriores le dan credibilidad a su relato porque la descripción geográfica de las cercanías del volcán Cotopaxi es inconfundible.

Latacunga también tenía una importancia superlativa. Allí vivía el “tucuiricuc”, un funcionario nombrado por los incas para cobrar tributos, organizar y almacenar las provisiones adecuadamente. "Este funcionario incaico, probablemente el más importante, era el cacique mayor de Latacunga".

Las pistas del período intercolonial andino

El descubrimiento de Mulaló podría ayudar a resolver muchas de las interrogantes que aún están en el aire.

Dos artefactos desenterrados en el cementerio inca han añadido complejidad a la ya complicada tarea de dilucidar el pasado incaica.

"Representa un gran aporte porque este período en específico es una época poco trabajada arqueológicamente, solo desde el punto de vista de la historia", dijo Esteban Acosta, el arqueólogo a cargo de la operación a El Comercio.

La relevancia radica en que se trata de unos 100 años que comprenden la transición colonial del período incaico a la colonia española, desde 1450 a 1540.

Esa hipótesis surgió de la aparición de una cruz y una letra W algunas vasijas de cerámica típicas de la cultura inca. "Se trata, entre otros objetos, de aríbalos, una suerte de cántaro de cuello largo y base cónica antiguamente conocido como 'macka' o 'puyñun' y que solía ser usado para servir chicha, una bebida tradicional. También se han hallado unas vasijas 'beaker' originarias de aquel periodo, sin asas, que servían para beber, a modo de vaso.

Los resultados de los análisis de laboratorio de los objetos pudieran arrojar nuevas pistas sobre cómo vivía la gente en esa época porque buena parte de lo que se sabe de esa época provienen de relatos como los de Cieza y no de evidencias arqueológicas concretas.

En el lugar donde construían el tanque fue descubierta "una cancha inca rectangular de 13 metros este-oeste y 7 metros norte-sur, un conglomerado de tierra y arcilla que son las bases de la estructura", según Acosta.

Esas "canchas" incas son construcciones muy antiguas que comenzaron a usarse hace miles de años y servían de base para las viviendas y otras edificaciones. En la cancha de Mulaló también habían 12 osamentas muy deterioradas por la filtración de agua. Aunque los científicos especulan que los esqueletos son del mismo período histórico, sólo las pruebas de ADN podrán determinar si se trataba de una familia, la edad y el género de cada uno.

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