Idelisa Bonnelly, la madre de la conservación del Caribe que dedicó su vida a proteger los océanos y las ballenas jorobadas

En el mes de la Mujer recordamos el legado de una de las científicas más destacadas de Latinoamérica

Idelisa Bonnelly murió hace relativamente poco, hace menos de dos años, en julio de 2022. Y el mundo de la biología lloró su pérdida. El resto del planeta, muy a nuestro pesar, ni nos enteramos de esta baja tremenda en nuestras filas humanas. Hay personas, y para ser justos, muchas de ellas mujeres, cuyos logros no siempre obtienen el reconocimiento público y masivo que merece. Esto a pesar de sus inestimables aportes para que este planeta que malhabitamos sea un lugar mejor. Como mínimo, menos convulso. A propósito del mes de la mujer, repasamos la vida intensa de esta dominicana de nacimiento considerada la madre de la conservación marina del Caribe.

Bonnelly murió a los 90 años, tiempo suficiente para dejar tras de sí una prolífera carrera en las ciencias y, en especial, en la biología, rama del saber a la que dedicó su vida. Nació en 1931 en la ciudad de Santiago de los Caballeros, cercada por los valles más prominentes y hermosos de República Dominicana. Dicen los que tuvieron la fortuna de conocerla de cerca que siempre tuvo claro que quería estudiar biología, disciplina que, paradójicamente, no se impartía en su isla a pesar de estar rodeada por uno de los mares más diversos y ricos del mundo, el Caribe. Se marchó a Nueva York con 22 años, donde completó sus estudios en la Universidad de Columbia y se graduó como alumna prominente en 1956. Se quedó en Estados Unidos hasta 1962, porque la mujer abandonó la isla, pero la isla siempre fue identidad, nostalgia y anhelo. Solo lo sabe quien se marcha: casa es casa y se incrusta en lo más profundo del ser como un chicle a la suela del zapato.

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A su regreso a su cachito de tierra añorada, Idelisa Bonnelly se convirtió en profesora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), desde donde lideró la creación de la primera institución para el estudio de la biología en República Dominicana, el Instituto de Biología Marina, que años más tarde pasaría a llamarse Centro de Investigación de Biología Marina (CIBIMA, por sus siglas). Lo suyo con el mar fue un amor profundo, del bueno, riguroso. Un amor de esos que protagonizan películas y las más bellas epopeyas, como ‘El viejo’ de Hemingway pero en versión caribeña. Desde su púlpito, animó a los miles de estudiantes que pasaron por sus manos a aproximarse a los océanos a partir del estudio minucioso y la investigación multidisciplinar, siempre bajo el prisma de la protección y conservación de los recursos y la biodiversidad marinos.

Ballena jorobada (Foto:Getty)
Ballena jorobada (Foto:Getty)

Las ballenas jorobadas, símbolo de la lucha de Idelisa Bonnelly

En 1968 jugó un papel decisivo en la defensa de las ballenas jorobadas, en peligro de extinción. Creó para ellas y sus primos los delfines, los manatíes y otros familiares lejanos el primer Santuario del Atlántico Norte (hoy conocido como Banco de plata y Navidad). Un área protegida de 19.438 millas cerca de las costas de República Dominicana que permite a estas especies vivir con dignidad y sin miedo a acabar al otro lazo de un arpón letal entre los meses de noviembre y abril. Se estima que el 85% de la población de ballenas jorobadas de la región han nacido en este santuario y ahí acuden cada año para reproducirse, parir y cuidar a sus crías durante la época invernal.

Entre los innumerables reconocimientos que atesoró en vida Idelisa Bonnelly está la Medalla al Mérito de la mujer dominicana en la Ciencia, otorgado por el gobierno republicano; su inclusión en el Cuadro de Honor Global 500 del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Medalla Marie Curie de la UNESCO. En 2019, la BBC la incluyó en la lista de las 10 científicas más relevantes e influyentes de América Latina por su contribución en el ámbito científico internacional. Idelisa fue incansable y pionera. Sin restarle un ápice de mérito, como tantas otras mujeres de la ciencia si nos diéramos a la tarea de buscarlas, encontrarlas y darles el lugar que les corresponde en la historia. Que así sea.

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