Hay una guerra olvidada en el mundo en la que ya han muerto más de 600.000 personas
Tigray es una región al norte de Etiopía que desde hace un par de años se ha convertido en uno de los lugares más mortales del planeta. Desde noviembre de 2020 hay una guerra civil sin cuartel que bate récords de muertos y que parece haber sido olvidada por todo el mundo.
¿Quiénes luchan en la guerra?
Actualmente, se enfrentan el Gobierno de Etiopía, apoyado por Eritrea, con el Frente de Liberación Popular de Tigray, un partido fundado en los años 70 que se opone al intento de centralizar el poder desde el Ejecutivo.
¿Por qué se inició el conflicto?
La llegada al poder de Aby Ahmed en Etiopía fue vista con recelo desde Tigray, la región más septentrional del país. Sus reformas y su decisión de posponer las elecciones nacionales por el coronavirus fueron interpretadas como un intento de ejercer un mayor control y destruir el sistema federal del país. El Gobierno regional de Tigray celebró sus propios comicios y a la escalada verbal, le siguió la militar, dando inicio al conflicto.
¿Cómo actuó Aby Ahmed?
Tras este desafío a la autoridad central, empezó una guerra sin cuartel que ha estado caracterizada por sangrientas batallas, bombardeos, masacres y un bloqueo que impide la entrada de ayuda humanitaria y la salida de los residentes.
¿Cuál es la cifra de muertos?
Ha habido un hermetismo muy importante en esta guerra, pero los organismos internacionales coinciden en que la cifra de civiles muertos supera el medio millón de personas. La Unión Europea sitúa la horquilla entre 600.000 y 800.000, mientras que el expresidente nigeriano, Olusegun Obansajo, que está mediando en el conflicto estimó 600.000. Unos números, desde luego, no tienen comparación en ninguna otra parte del mundo.
Habría que añadir además que se han producido entre 100.000 y 200.000 muertes de combatientes. Todo ello en apenas dos años de guerra, lo que arroja una cifra superior a 600 fallecimientos diarios.
¿Por qué se habla de limpieza étnica?
Las organizaciones internacionales, como Amnistía Internacional, señalan que se está produciendo una limpieza étnica, es decir, que se están cometiendo graves abusos contra la población de Tigray. Concretamente, se denuncia que están siendo expulsados de sus casas mediante amenazas, homicidios ilegítimos, violencia sexual, detenciones arbitrarias masivas, pillaje, traslados forzosos y negación de ayuda humanitaria.
¿Cómo se compara con Siria o con Yemen?
Los de Siria o Yemen son dos conflictos de larga duración, pero ninguno de ellos ha sido tan mortífero como el de Tigray ni ha tenido a los civiles, víctimas inocentes, como objetivo principal. Tras más de una década de guerra en Siria, las estimaciones apuntan a unas 307.000 víctimas directas entre 2011 y 2021, según la Oficina de Derechos Humanos de la ONU.
En cuanto a Yemen, después de seis años de enfrentamientos, a finales de 2021, el número de muertos se situaba en los 377.000. Es decir, que Tigray en solo dos años prácticamente tiene el mismo número de fallecidos que la suma de Siria y Yemen desde que empezaron sus guerras.
¿Y Ucrania?
La guerra de Ucrania, que ocupa todos los titulares, de momento deja un saldo de unos 100.000 combatientes muertos por bando y unos 7.000 civiles fallecidos, es decir, 100 veces menos que lo que se está viviendo en Etiopía.
¿Por qué los datos son tan graves?
Los datos son gravísimos porque se está produciendo una auténtica masacre a los ojos de todo el planeta sin que nadie intervenga. Por ponerlo en contexto, la población de Tigray era al principio del conflicto de unos 6 millones de personas, por lo que podemos hablar de que ha muerto un 10% de su población. Se han reportado además la existencia de campos de exterminio en donde el ejército etíope ha llevado y encerrado a miles de hombres, mujeres y niños tigrayanos, a los que han mutilado y arrojado a fosas comunes.
¿Y qué tiene que ver el Nobel de la Paz con todo esto?
El presidente de Etiopía, Aby Ahmed, recibió el Premio Nobel de la Paz en 2019 por sus esfuerzos para acabar con la guerra que mantenía su país con Eritrea durante más de dos décadas. Sin embargo, este galardón es un ejemplo perfecto de que la labor de un político hay que valorarla al final de su mandato.
Como presidente etíope, Aby Ahmed es el responsable último de la limpieza étnica que se está cometiendo en Tigray. Se da así la circunstancia de que el Nobel de la Paz ahora es acusado de crímenes de guerra.
¿Por qué no se habla de esto?
El Gobierno etíope ha intentado por todos los medios mantener este conflicto alejado de la opinión pública internacional. Además, esta guerra tiene lugar en África, un continente muy olvidado por los países ricos.
También hay que tener en cuenta que sus efectos no tienen tanta repercusión en las sociedades occidentales, como si ocurre con Ucrania (alimentos, energía, materias primas...) La unión de todos estos factores hacen de Tigray un conflicto invisible.
¿Qué va a pasar a partir de ahora?
En noviembre de 2022, el Gobierno etíope y las fuerzas de Tigray firmaron un alto el fuego que prevé el desarme de la milicia y el respeto a la integridad territorial del país. Pero tras tanto dolor, tanta sangre y tantos muertos, cualquier paso en dirección a la paz se sustenta sobre una base muy frágil, por lo que habrá que esperar que las cosas no se tuerzan, se avance hacia el entendimiento y se haga justicia con todas esas personas que han muerto como consecuencia del conflicto.
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