Las estrategias de Diego Martínez para sostener el buen andar de Boca y disimular las complicaciones

El festejo de Diego Martínez tras la victoria de Boca sobre San Lorenzo por 2-1
El festejo de Diego Martínez tras la victoria de Boca sobre San Lorenzo por 2-1 - Créditos: @LA NACION/Gonzalo M. Colini

Una victoria, decía Carlos Bianchi, llama a otra victo­ria. Y Boca encontró la regularidad deseada en el juego y los resultados en el mo­mento clave de la temporada: el cierre de la Copa de la Liga y el inicio de la Sudamericana. Pese a las ba­jas que sufrió ante San Lorenzo (Lucas Blondel, Marcos Rojo y Edinson Cavani), el 2 a 1 en casa trajo, para el conjunto de la Ribera, un efecto multiplicador. Tras 12 fechas fuera de la zona de playoffs, el equipo de Diego Martínez logró posi­cionarse por unas horas en el cuarto lugar del Grupo 2 (luego fue superado por Newell’s, que venció 1 a 0 a Sarmiento) y este miércoles iniciará su parti­ci­pación en el plano internacional con las sensaciones que sue­len generar esta clase de victorias: sufridas, me­re­cidas y festejadas.

Hay otra confianza en Boca y en eso mucho tiene que ver la idea del DT. Martínez logró sacar a Boca del letargo de 2022 y 2023 y transformar al Xeneize en un equipo duro, ambicioso, con algunos pasajes de buen fútbol y la auto­estima suficiente para no dar jamás un partido por per­di­do. De los seis encuentros ganados en el torneo, Boca dio vuelta la mitad (ante Belgrano, Racing y San Loren­zo) y ade­más levantó un 0-1 contra River, en condición de visitante. Comenzó abajo en todos los clásicos y no perdió ninguno. Guiños de un Boca aún en construc­ción, pero decidido a transitar por el cami­no indicado.

El grito desde el alma de Edinson Cavani tras convertir el gol del empate ante San Lorenzo
El grito desde el alma de Edinson Cavani tras convertir el gol del empate ante San Lorenzo - Créditos: @Rodrigo Nespolo

Ante San Lorenzo, es cierto, el equipo mostró ciertos desaco­ples defensivos que pudieron costarle muy caros. La pareja Cristian Lema-Marcos Rojo (era la primera vez que ju­gaban juntos) no dio las garantías esperadas y el Ci­clón aprovechó esos desajustes para forzar, por ejemplo, la jugada que derivó en 1 a 0. Pero Boca dio una nueva muestra de carácter y, con un Cavani inspira­do, equiparó las acciones y generó, al cabo de los 90′, más de media docena de situaciones de gol.

El uruguayo se destapó con el triplete ante Belgrano y se convir­tió en la principal carta goleadora -y ganado­ra- del Boca de Martínez. Tras un período de adapta­ción que se extendió por varios meses, el Matador em­pezó a pagar con festejos la confianza depositada por el club: lleva siete gritos en los últimos cinco partidos. Su sa­lida en el entretiempo con el Ciclón encendió las alar­mas y llenó de preocupación a todo el Mundo Boca. El delantero dejó el campo de juego con una sobrecarga en el isquiotibial izquierdo y todo indica que no viajará a Bolivia para el compromiso ante Nacional. La inten­ción del cuerpo técnico es poner en cancha a aquellos fut­bo­listas que se encuentren al 100%. “Este partido (por el de San Lorenzo) era el más importante y pusimos nues­tras energías en sacarlo adelante. A partir de ahora, el partido más importante pasa a ser el del miércoles. Vamos a evaluar cómo lo afronta­re­mos porque se vienen todas finales”, sostuvo Martí­nez, quien analiza enfrentar a Nacional con equipo alternativo, teniendo en cuenta además los 4.090 metros de altura de Potosí..

Rojo es otro de los futbolistas que aparece entre algodones. El defensor recibió un planchazo acci­dental de Adam Bareiro y Mar­tínez salió en el entretiempo por precaución. El parte médico in­formó un “traumatismo” en el tobillo izquierdo, aunque la idea sería no arriesgarlo.

Quien sí será baja por varios meses es Lucas Blondel, cuyo diagnóstico fue una ruptura del ligamento cruzado anterior de la ro­dilla derecha. El lateral dejó la cancha entre lágrimas y entre lunes y martes se realizará una resonancia magnética para conocer el grado de la lesión y saber si tiene o no comprometidos los meniscos. En el mejor de los casos, estará fuera de las canchas hasta el mes de septiembre.

A Boca, para colmo, se le viene un viaje maratónico a Bolivia, que deberá realizar por etapas. El aeropuerto de la ciudad del altiplano no opera vuelos comerciales, por lo que el plantel partirá este martes rumbo a Sucre y el miércoles por la mañana se trasladará hasta Potosí (a 158 kilómetros) en camionetas 4x4, ya que deberá atravesar un camino sinuoso. En Sucre, ade­más, la dele­gación tendrá que hospedarse en dos hoteles distintos, ya que ningún alojamiento de la capital boliviana cuenta con capacidad suficiente para albergar a jugadores, cuerpo técnico, dirigentes y empleados...

El fixture será extenuante: en total, Boca afrontará cuatro partidos en 11 días: este miércoles en Potosí; el sábado siguiente an­te Newell’s, en Rosario; el martes 9 de abril frente a Sportivo Trinidense, en la Bombonera; y el domingo 14 contra Godoy Cruz, otra vez en casa. El viernes 12 de abril, a su vez, se completarían los 63′ restantes del duelo ante Estudiantes de La Plata.

En ese contexto, Martínez deberá rotar sí o sí. Este domingo se conoció la lista de buena fe para la Copa Sudamericana, que incluye a 43 futbolistas y en la que se destaca la presencia de 13 jóvenes sin recorrido en Primera División: Sebastián Díaz Robles (arquero); Lautaro Di Lollo, Mateo Mendia y Ariel Molas y Dylan Gorosito (defensores); Milton Delgado, Santiago Dalmasso, Román Rodríguez y Julián Ceballos (mediocampistas); y Juan Cruz Payal, Iker Zufiaurre, Ignacio Rodríguez y Valentino Simoni (delanteros). A ellos se les suma Exequiel Zeballos, que se perderá la fase de grupos y estaría en condiciones de reaparecer a partir de octavos de final.

La victoria ante San Lorenzo dio inicio a un minitor­neo de cinco partidos en los que Boca pondrá en juego gran parte de sus posibilidades en el semestre. Con escala en Potosí, Martínez cranea la estrategia para pelear todos los frentes.