Entrevista al escritor Etgar Keret: “Netanyahu es el mayor peligro para Israel”
TEL AVIV.- Desde su departamento del primer piso de Tel Aviv -donde cada tanto nos sobresalta el ruido de un jet militar-, Etgar Keret, uno de los escritores más leídos de Israel, de 57 años, no oculta que está preocupado. Hijo de sobrevivientes del Holocausto, pacifista convencido, reconocido por sus cuentos cortos y considerado el máximo exponente de la narrativa moderna en hebreo, advierte en una entrevista con LA NACION que Israel enfrenta dos conflictos.
Una es la guerra externa contra el grupo terrorista Hamas, Irán y Hezbollah, que en realidad no le da tanto miedo. Y otra guerra, interna, civil, en contra del gobierno “fascista” del primer ministro Benjamin Netanyauh, a quien critica ferozmente no sólo por haber sumido a Israel en una guerra infinita, con miles de muertos y sin un plan para el día después en Gaza, sino también por estar haciendo pedazos la democracia y el “ADN liberal” de Israel. Compara lo que está sucediendo a nivel interno con los oscuros tiempos de la dictadura argentina y no duda en afirmar que “Netanyahu es el mayor peligro para Israel”.
“En el exterior creen que Israel está en una guerra, pero Israel no está en una sola guerra. Está en dos guerras: una guerra es la que comenzó el 7 de octubre, contra Hamas, contra Irán, contra Hezbollah. Pero la segunda comenzó un año antes, en contra del gobierno fascista y de colonos de Netanyahu que básicamente intenta barrer la democracia de Israel”, dice, aludiendo a las masivas protestas por una reforma judicial que marcaron los meses anteriores al brutal ataque del 7 de octubre.
Esas protestas pasaron a ser reemplazadas por otras -últimamente prohibidas o restringidas por el gobierno con la excusa de la intensificación del conflicto-, en las que el reclamo es por un cese del fuego en Gaza. La represalia israelí contra el enclave palestino, en efecto, al margen de haber provocado cientos de miles de muertos, devastación y una catástrofe humanitaria, no logró el objetivo de liberar a los rehenes.
“En este último año de manifestaciones mi hermano, que es pacifista, fue arrestado dos veces y le rompieron la pierna. A mi esposa le tiraron chorros de agua con una manguera cuando estaba con una mujer de 90 años que estuvo secuestrada en Gaza… La hija de mi vecino de enfrente, que tiene 19 años, fue también arrestada y contó que le pusieron esposas y los policías la acosaron sexualmente. A otro amigo mío, lo golpearon sólo porque llevaba un cartel que decía ‘libérenlos’”, dice el escritor, hablando en inglés muy rápido, como en una catarata, indignado.
“Pueden decirnos que la protesta no estaba autorizada, que estábamos sobre el asfalto y no estaba permitido o lo que sea, pero si hablo de la policía lo que me viene a la mente son los tiempos de la dictadura en la Argentina, porque realmente, sentís eso. Ustedes tenían una junta militar… Bueno, nosotros tenemos una junta de colonos de asentamientos, ultraortodoxos y fascistas que parecen querer sumirnos en un totalitarismo”, sostiene.
Miedo a la guerra civil
Autor de cuentos cortos, guionista de televisión y director de cine multipremiado, Keret dice que no le teme a la guerra que mantiene en vilo al mundo. “Aunque Irán fantasee con que quiere destruir a Israel, nunca nos van a poder destruir… Tuvimos muchas guerras sangrientas y no les tengo miedo. Lo que sí me da miedo es una guerra civil en Israel, que Israel pierda su ADN liberal porque intentan promulgar leyes racistas, contra musulmanes o homosexuales, y que ya no pueda seguir viviendo por eso en Israel” describe. “La mayor amenaza para Israel no es Irán sino Netanyahu”, sentencia.
“El conflicto interior de Israel es mucho más grande que el conflicto exterior. La división, polarización y fragmentación de la sociedad que hay ahora nunca lo vimos antes”, explica.
Keret, que tiene un hijo de 18 años que está por entrar al Ejército, tampoco oculta su rabia ante el hecho de que, un año después del 7 de octubre, Netanyahu, a quien acusa de “cínico” y “mentiroso”, no haya jamás asumido su responsabilidad por ese desastre de inteligencia. “Para peor, al cumplirse un año de esta guerra por el 7 de octubre intenta despegarse de la masacre llamándola con otro nombre, más sexy, ¡la ‘guerra de la resurrección’! Nunca en mi vida escuché que una guerra podía tener un nombre positivo”, dispara.
“Netanyahu intenta mostrarse como alguien que de repente apareció para arreglar las cosas, como si no hubiera estado en el poder cuando ocurrió el 7 de octubre. ¡Es el extremo del cinismo de este hombre! ¿Sabes cómo era su última campaña electoral? En un video aparecía una pareja que tiene que salir pero que al final les falla la niñera y alguien golpea la puerta. ¿Quién? Netanyahu, que les decía que podían salir tranquilamente, que los chicos podían quedarse con él, porque lo iba a cuidar e iban a estar seguros… ¡Esta fue su campaña! Nos vendió que nos iba a cuidar y, un año después de la guerra, no asume la responsabilidad del 7 de octubre: no habla con la gente, no da entrevistas y no responde preguntas cruciales: ¿Cómo va a ser Gaza cuando termine la guerra? ¿Cuándo va a terminar la guerra? ¿Quién se va a hacer cargo de Gaza?”, cuestiona.
“Claro, él sabe que mientras haya guerra no va a poder responder de sus actos y entonces va por la guerra infinita”, afirma. “Tiene cero estrategia: el asesinato de Hassan Nasrallah [líder de Hezbollah], por ejemplo, podría haber servido para un acuerdo, pero nada… Su narrativa habla de la victoria total, pero no existe victoria total”, asegura.
También arremete contra Netenyahu -a quien compara con Donald Trump porque “ambos mienten, se creen reyes, salvadores”-, por haber siempre ignorado la cuestión palestina, planteando otros temas como prioridades, entre ellas, sobre todo, la amenaza nuclear de Irán. “El mantra de la derecha de Netanyahu es que dicen que no tenemos del otro lado a un interlocutor. Pero a lo largo de su carrera política Netanyahu siempre se aseguró que no hubiera ningún interlocutor: si hay, entonces inmediatamente apoya a su enemigo, porque ve en eso una amenaza. Y ahora en su gobierno de ultraderecha dicen abiertamente que no quieren una solución de dos Estados y realmente creen en que hay que controlar a los territorios ocupados para siempre”, lamenta.
Guerra interminable
“Cabalgando sobre una guerra interminable, sin sentido y súper cara”, Netanyahu está llevando a Israel al abismo económico, advierte. En este marco, lo que más le indigna es que quienes se están llevando el dinero del presupuesto son los seguidores de sus socios de ultraderecha en el gobierno: los colonos de los asentamientos y los religiosos ultraortodoxos, mientras que los miles de israelíes que han tenido que irse y ser evacuados de sus kibutz del sur, pegados a Gaza y arrasados el 7 de octubre, y de sus comunidades del norte, atacadas desde el Líbano por Hezbollah, tienen que rogar por asistencia estatal.
Para él, muchos partidarios del partido de derecha Likud que apoyaron años atrás a Netanyahu, ahora se arrepienten. “Tengo un vecino mío, de 87 años, que vive en el piso de arriba, que no me saludaba porque yo siempre fui un acérrimo opositor de Bibi [el apodo de Netanyahu]… Y hace unos meses, después de 30 años, vino a golpearme la puerta para pedirme disculpas y decirme que tenía razón, que Netanyahu es el mayor peligro para Israel”, cuenta. “Al día siguiente lo vi en su andador yendo a una manifestación en su contra”, precisa, entre risas. El humor y la ironía son centrales en su obra literaria, traducida en 35 idiomas.
Si estuviera en el poder en este momento, el peor jamás vivido en su historia por Israel, lo primero que haría Keret es negociar un acuerdo para la liberación de los 101 rehenes -muchos de ellos, ya muertos, según el Ejército- aun retenidos por Hamas en Gaza. “Se trata de algo necesario para curar a la fracturada sociedad israelí”, sostiene, ante una pregunta.
¿Cree que es aún posible la paz entre israelíes y palestinos? “Escribí un ensayo durante la guerra de Gaza en 2014 en el que sugiero, como escritor, dejar de usar el término paz y comenzar a usar el término compromiso”, responde. “Porque la paz es algo idílico, perfecto, la paz la da Dios… Mientras que el compromiso es algo que hacen las personas. Y todos los que hacen un compromiso tienen que renunciar a algo. Cuando te casás hay amor, pero también debes estar de acuerdo con tu marido a ver quién saca la basura. Estas son dos cosas separadas, y lo que digo es que estoy realmente menos interesado en la paz y mucho más interesado en el compromiso”, suma.
-¿Pensó alguna vez en irse de Israel?
-Para mí Israel nunca fue la bandera o el himno, sino más bien su gente, el barrio, su identidad democrática, su libertad… No me imagino yéndome de Israel por las bombas de Irán, pero si vivo en una sociedad en la que siento que no puedo expresar mis ideas o que los más débiles son marginados y que esta realidad no puede cambiar, entonces sí me iría. Pero hasta que sienta que sigue existiendo algo de humanidad en el aire para sobrevivir, me quedaré… El año pasado la humanidad fue muy, muy, escasa. Me siento en casa en Israel, no hay otro lugar en el mundo adonde yo quiero estar, y si llegara a tener que irme a otro lado será porque Israel se habrá vuelto insoportable. Para mí eso sería un exilio.