Encontrar la propia voz: programas de intervención educativa y emocional para mujeres vulnerables

Cuando conocí a María (nombre ficticio), tenía 45 años, estaba recién separada y con dos hijos ya adultos. Como otras mujeres de su edad, tras trabajar brevemente en su juventud como empleada (en su caso en negocios de peluquería), al tener hijos había abandonado el trabajo para dedicarse a la familia. Con una cualificación académica baja, y conocimientos básicos de peluquería, no sabía por dónde empezar para reengancharse a la vida laboral.

María estaba en situación vulnerable. Su estado emocional era muy débil, se sentía poco valorada y con poca capacidad para realizar algo por y para ella misma, después de casi toda una vida dedicada a los demás. Hablar delante de varias personas le suponía un desafío insuperable, y era habitual que al expresarse priorizara las necesidades de sus hijos o mayores, antes que las de ella. Incluso, era importante para ella especificar que tenía que arreglar su casa y preparar la comida antes de dedicarse a cualquier otra cosa.

Los seres humanos podemos encontrarnos en situaciones vulnerables en todas las etapas de la vida. Desde el nacimiento hasta la adolescencia, el grupo al que pertenecemos, el entorno y el acceso a oportunidades educativas y sociales juegan un papel clave. En la juventud y la edad adulta, la vulnerabilidad y la exclusión social se asocian, principalmente, a la falta de empleo estable, los problemas económicos y de vivienda, las enfermedades o diversidades funcionales, así como la exposición a situaciones de riesgo social.

Más mujeres excluidas

Numerosos estudios confirman que hay muchas más mujeres que hombres en condiciones de exclusión social. Entre ellas mujeres reclusas y ex reclusas, mujeres prostituidas y víctimas de trata, mujeres dependientes del consumo de sustancias tóxicas, mujeres mayores, madres de familias monomarentales y víctimas de la violencia machista.

Su situación vulnerable se ve acentuada cuando tienen una baja autoestima o han experimentado sentimientos de rechazo social, vergüenza, impotencia y desesperanza. A menudo, existe una falta de habilidades sociales que reducen la capacidad de tomar decisiones necesarias para enfrentarse a la situación en que se encuentran; además carecen de redes de apoyo social o tienen vínculos muy débiles.

Qué hay que tener en cuenta para ayudar

Actualmente existen numerosos servicios, medidas, estrategias y programas educativos orientados a mujeres en situación vulnerable.

Pero los datos nos muestran que la ayuda puede ser insuficiente si no incorpora un enfoque socioemocional. Mejorar la autoestima y seguridad en sí mismas, contribuir a establecer redes sociales y enseñar a desarrollar habilidades sociales basadas en el respeto y la comunicación son estrategias esenciales si pretendemos que recuperen el control de su vida y consigan una independencia económica a través de la búsqueda y consecución de un empleo.


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La importancia de las competencias intra e interpersonales

En el proyecto de investigación Impulsa2, Emprendimiento y desarrollo personal y profesional en mujeres de Andalucía se puso en marcha un programa de estas características.

Los programas de ayuda con un enfoque socioemocional como este añaden a la dimensión educativa la psicosocial, ya que ambas están íntimamente relacionadas. Este enfoque busca fortalecer la autoestima y la inteligencia emocional de las mujeres desde una perspectiva de igualdad de género, con el objetivo de darles las herramientas para favorecer su inserción e inclusión sociolaboral.

Nos hemos centrado en el desarrollo de competencias genéricas e instrumentales necesarias para acceder a la información, comunicarse, expresarse y trabajar en equipo. También incluimos sesiones de orientación personal, social y profesional durante todo el proceso, para que puedan establecer un proyecto de vida personal y profesional, identificando sus propios recursos y los de su entorno.

Por ejemplo, en el caso de María, el asesoramiento personal se enfocó en enseñarla a iniciar los trámites para crear una empresa: solicitar ayudas, conocer el entramado empresarial, asesoramiento jurídico, etc… Junto con esta información, acudió a sesiones sobre empoderamiento personal. Aprendió a desarrollar competencias digitales, a interpretar un contrato de trabajo, a utilizar internet, buscar y compartir en redes sociales y profesionales; pero también descubrió herramientas de control emocional, de gestión de la información, de autonomía personal y de comunicación oral y escrita, y todo esto a través del trabajo en equipo y cooperación con otras mujeres con características similares.


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Medición de impacto

En los itinerarios de inserción actuales, los avances experimentados por las mujeres van más allá de simplemente conseguir un empleo o adquirir habilidades. Muchos de los cambios y éxitos alcanzados durante su participación están relacionados con el fortalecimiento de sus capacidades, el empoderamiento personal y la mejora de su empleabilidad.

María solicitó ayuda para crear un centro de estética y peluquería, que a la hora de entregar los diplomas de asistencia y aprovechamiento de nuestro programa ya le habían concedido. Con una ayuda en el Instituto de la Mujer y un microcrédito, ahora es propietaria de un negocio. Aunque en el terreno empresarial quede camino por delante, en el personal y social es una persona empoderada y exitosa.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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Mª Isabel Amor Almedina no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.