Elon Musk y el Partido Republicano se han convertido en voces influyentes en la política de Brasil

(Victor Moriyama/The New York Times)
(Victor Moriyama/The New York Times)

El empresario multimillonario y los republicanos de la Cámara de Representantes han dado nueva vida al expresidente Jair Bolsonaro al atacar al Supremo Tribunal Federal de Brasil.

Hace apenas unos meses, el movimiento político tras el expresidente de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro, estaba tambaleándose. Bolsonaro había sido destituido, inhabilitado para presentarse a las próximas elecciones y estaba en el punto de mira de investigaciones criminales cada vez más graves.

Pero ahora Bolsonaro y sus seguidores han tenido un repentino aumento de energía e impulso, con la ayuda de Elon Musk y el Partido Republicano.

En el último mes, Musk y los republicanos de la Cámara de Representantes han criticado duramente a Alexandre de Moraes, un juez del Supremo Tribunal Federal de Brasil que dirige las investigaciones sobre Bolsonaro, por las medidas del magistrado para bloquear más de 100 cuentas de redes sociales en Brasil. Muchas de ellas pertenecen a destacados comentaristas de derecha, creadores de pódcast y legisladores federales que, en algunos casos, han cuestionado la derrota electoral de Bolsonaro.

Moraes ha dicho que está actuando para proteger la democracia de Brasil contra los ataques del expresidente y sus aliados, quienes han sido acusados de planear un golpe de Estado en 2022.

En repetidas oportunidades, Musk ha calificado a Moraes de “dictador” y ha hecho decenas de publicaciones sobre el juez en X, su red social, acusándolo de silenciar las voces conservadoras.

(Victor Moriyama/The New York Times)
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El Comité Judicial de la Cámara, dirigido por Jim Jordan, representante republicano por Ohio, publicó órdenes judiciales selladas de Moraes el mes pasado en un informe sobre “la campaña de censura de Brasil”. Y el martes, los republicanos de la Cámara celebraron una audiencia que calificó la situación en Brasil de “crisis de la democracia, la libertad y el Estado de derecho”.

Mientras que los esfuerzos de Musk y los políticos republicanos han recibido poca atención en Estados Unidos, en Brasil están ocasionando grandes repercusiones políticas.

Antes de que Musk comenzara a publicar sobre Brasil el 6 de abril, gran parte del ciclo de noticias del país giraba en torno a las investigaciones penales sobre Bolsonaro. Eso incluyó las revelaciones de The New York Times de que Bolsonaro hizo una aparente solicitud de asilo político en la embajada húngara pocos días después de que las autoridades confiscaran su pasaporte.

Pero en el último mes, la atención se ha desplazado a un nuevo tema: ¿el Supremo Tribunal Federal de Brasil está reprimiendo la libertad de expresión? Los medios de comunicación brasileños cubrieron ampliamente el debate, incluso en la portada de Veja, el principal semanario del país. Folha de São Paulo, uno de los principales periódicos de Brasil, le pidió al Moraes que dejara de censurar.

En medio del renovado debate, el Congreso de Brasil dio carpetazo a un proyecto de ley largamente esperado sobre la lucha contra la desinformación en línea, y el Supremo Tribunal Federal dijo que se pronunciaría sobre una demanda que cuestiona la principal ley de internet de Brasil.

El hecho de que una serie de publicaciones en internet de Musk hayan tenido una repercusión tan rápida en la política interna de un país extranjero demuestra su creciente poder como propietario de una de las mayores redes sociales del mundo, y quizá como la voz más influente en ella.

También refleja los esfuerzos de la derecha estadounidense para impulsar al Bolsonaro. Antes de las elecciones brasileñas de 2022 ―cuando el expresidente advirtió que solo perdería si le robaban los votos―, los estadounidenses de extrema derecha sembraron dudas sobre la integridad de los sistemas electorales del país.

Bolsonaro está aprovechando la renovada atención de sus poderosos partidarios en el extranjero. El exmandatario ha celebrado mítines para criticar lo que considera como una persecución política y para agradecer a sus aliados extranjeros.

El mes pasado, Bolsonaro les dijo a miles de personas reunidas en la playa de Copacabana, en Río de Janeiro: “Musk defiende la libertad para todos nosotros”. “Es un hombre que ha tenido el coraje de mostrar ―ya con algunas pruebas, y seguramente vendrán más― hacia dónde se dirige nuestra democracia y cuánta libertad hemos perdido”.

Bolsonaro pidió un aplauso para Musk, lo que le valió una de las mayores ovaciones del día. Algunos partidarios de Bolsonaro estaban usando máscaras de Elon Musk, mientras que otros llevaban carteles elogiando al multimillonario.

“Con unos pocos tuits, Elon Musk pudo cambiar el ambiente político en Brasil”, dijo Ronaldo Lemos, un abogado brasileño que estudia las leyes de internet del país. La derecha brasileña estaba en dificultades, añadió Lemos. “Él le devolvió la energía”.

Sin embargo, para la izquierda brasileña, Musk y los republicanos están tergiversando los hechos para atacar a las instituciones de Brasil.

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva, un político de izquierda, se enfrentó a Musk en un discurso el mes pasado, calificándolo como un “empresario estadounidense que nunca generó nada en este país, atreviéndose a hablar mal de la corte brasileña, los ministros brasileños y el pueblo brasileño”.

En los últimos años, el Supremo Tribunal Federal de Brasil ha adoptado una postura agresiva contra determinados contenidos en línea, incluida la desinformación electoral y los ataques a las instituciones democráticas. Los tribunales brasileños le ordenaron a X que retire al menos 140 cuentas desde 2022, según documentos publicados por la Comisión Judicial de la Cámara.

Moraes, quien declinó hacer comentarios para este artículo, ha calificado esas medidas como necesarias ante las amenazas a la democracia de Brasil planteadas por Bolsonaro y algunos de sus partidarios, quienes el año pasado saquearon las instituciones del poder en Brasil. “La libertad de expresión no es libertad de agresión”, dijo Moraes el mes pasado. “La libertad de expresión no es libertad para defender la tiranía”.

Pero sus medidas también han generado un intenso debate sobre si implican una amenaza para la democracia brasileña.

Moraes le ordenó a X que suspenda las cuentas de algunos de los comentaristas de derecha más populares de Brasil, así como las de al menos 10 legisladores federales, aunque desde entonces la mayoría de los legisladores han regresado a la plataforma.

En algunos casos, las cuentas ponían en duda los resultados electorales o animaban a los manifestantes a pedir un golpe militar. Pero Moraes suele sellar esas órdenes, de modo que las personas que les suspenden sus cuentas suelen recibir poca información sobre las causas de esas medidas.

Con frecuencia, las redes sociales bloquean los contenidos que infringen sus políticas. Tras los disturbios en el Capitolio de EE. UU. el 6 de enero de 2021, por ejemplo, Twitter eliminó 150.000 cuentas vinculadas al movimiento conspirativo conocido como QAnon, que había inspirado a muchos alborotadores.

Sin embargo, a menudo Moraes ha ordenado la eliminación de contenidos que, de otro modo, las empresas de redes sociales dejarían publicadas en virtud de sus normas.

En 2022, Moraes autorizó a agentes federales brasileños a allanar los domicilios de ocho importantes empresarios y ordenó a las redes sociales que suspendieran algunas de sus cuentas. Actuó en respuesta a las capturas de pantalla filtradas que mostraban a dos de los empresarios diciendo en un grupo privado de WhatsApp que preferirían un golpe militar a la victoria de Lula en las elecciones presidenciales de ese año.

Moraes archivó la investigación contra la mayoría de los hombres el año pasado, pero ha mantenido la suspensión de las cuentas pertenecientes a dos de los empresarios, entre ellos Luciano Hang, un magnate de las tiendas departamentales. Hang, uno de los partidarios más prominentes del Bolsonaro, no ha podido utilizar sus cuentas de redes sociales en Brasil, que en conjunto tenían más de seis millones de seguidores, durante casi dos años.

Estas historias han atraído la atención de algunos republicanos en el Congreso. En la audiencia del martes, Chris Smith, representante republicano por Nueva Jersey, dijo que “los brasileños han sido objeto de graves violaciones de los derechos humanos cometidas por funcionarios brasileños a gran escala”.

Pero Susan Wild, representante demócrata por Pensilvania, dijo que los tribunales brasileños tenían el mandato de impedir el tipo de dictadura militar que gobernó el país de 1964 a 1985. Cualquier debate sobre el papel de los tribunales en Brasil “debe ser decidido por el pueblo brasileño”, dijo. “El Congreso de Estados Unidos no es el foro”.

Pocos legisladores estadounidenses asistieron a la audiencia, pero algunos de los nombres más importantes de la derecha brasileña lo hicieron, incluido Eduardo, el hijo del Bolsonaro. Con frecuencia, los procedimientos fueron interrumpidos por vítores o abucheos de los brasileños de derecha presentes.

Un testigo, Fabio de Sa e Silva, abogado brasileño y profesor de la Universidad de Oklahoma, dijo que creía que la ley brasileña apoyaba el derecho del Moraes a bloquear cuentas. Sostuvo que cualquier crisis en la democracia de Brasil no se debía a los jueces, sino más bien a “turbas que no están dispuestas a jugar según las reglas”.

Pero algunos analistas sostienen que Moraes parece estar violando los derechos de los brasileños. Lemos, experto brasileño en derecho de internet, dijo que ya no veía una amenaza tan extrema para la democracia de Brasil que justificara el enfoque agresivo del Moraes.

“Ya no vivimos una situación de emergencia”, afirmó..


Jack Nicas
es el jefe de la corresponsalía en Brasil, con sede en Río de Janeiro, desde donde lidera la cobertura de gran parte de América del Sur. Más de Jack Nicas

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