El regalo maldito del Chapo a López Obrador en su cumpleaños

Fotos: Reuters
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Algo tienen los martes 13 que desde tiempos inmemorables se recomienda que ni te cases ni te embarques y el de noviembre de 2018 tuvo ese significado funesto para el presidente de México, Enrique Peña Nieto; su antecesor, Felipe Calderón; y el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador. Y todo gracias al hombre que cada vez que es nombrado ha significado un escándalo, un bochorno o una preocupación para el país: Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán.

Quiso el destino que la primera revelación de impacto surgido del juicio en proceso del narcotraficante en Nueva York se diera justo en el aniversario número 65 del próximo presidente de México. Allá en la corte estadounidense, el abogado del capo que alguna vez estuvo en la lista Forbes de los más ricos del mundo (en el rubro de ‘transporte y logística’, irónicamente) soltó su primer alegato señalando a Peña Nieto y Calderón como receptores de sobornos millonarios por parte de Ismael ‘El Mayo’ Zambada para dar protección al Cártel de Sinaloa. Este último, según el defensor del capo, sería el verdadero cerebro de la organización y autor de todos los crímenes de los que se acusa al Chapo.

Cabe mencionar que el alegato del abogado Jeffrey Lichtman ocurrió en el único momento del juicio donde se puede mentir, por lo que sus palabras fueron incluso criticadas por el juez Brian Cogan por lanzar acusaciones sin pruebas.

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En realidad, que la defensa del ‘Señor de los Túneles’ tenga pruebas o no de sus declaraciones fue lo de menos para la gente en redes sociales. La mayoría de los detractores y críticos de Peña Nieto y Calderón dio por hecho de que en verdad ambos recibieron sobornos (porque cuando el río suena…), pues en los últimos 10 años al menos esa fue una versión que circuló en el vox populi y muchas de las acciones de ambos gobiernos no contribuyeron a aligerar esa percepción.

Sin evidencias, se trata de la palabra de un criminal contra la de dos presidentes en un escenario donde a nadie extraña ya que para una gran mayoría el Chapo tiene más credibilidad.

De hecho, algunos comentarios en Twitter fueron de verdadero gusto ante la coincidencia de que en el cumpleaños de López Obrador se le pusiera el último clavo al ataúd del prestigio y confianza de quienes encabezaron la Presidencia de México por parte del PRI y el PAN, como el epitafio de esta vuelta de tuerca marcada por las elecciones del 1 de julio.

Sin embargo, ese regalo no debió ser de lo más agradable para AMLO y por el contrario, resulta bastante comprometedor para el desarrollo de su administración que empezará en dos semanas.

Andrés Manuel López Obrador ha sido muy claro desde su campaña en que no habrá una persecución ni pesca de peces gordos, en una especie de reconciliación y borrón y cuenta nueva. Luego entonces, ¿las declaraciones vertidas en el juicio del Chapo Guzmán no ameritarían una investigación que determinará hasta qué nivel el narco se involucró e infiltró en el gobierno?

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Es cierto que la carga de la prueba corresponde a quien acusa y es muy poco probable que la defensa del Chapo posea evidencias, pero si las tiene, el gobierno de López Obrador no tendrá de otra que ir sobre sus antecesores a riesgo de quedar como encubridor si no lo hace, metiéndose en una batalla en la que ningún presidente del México contemporáneo se ha atrevido: enjuiciar a quien portaba la banda presidencial antes que él. Si alguna de las acusaciones llega a probarse en el transcurso del juicio, ¿se atreverá el gobierno de AMLO a hacer justicia?

Ahí está la cuestión, al sembrar la duda, la defensa del Chapo no sólo logró golpear a Peña Nieto y Calderón, sino mete en un dilema a López Obrador a quien no habrá causado tanta euforia y felicidad, como a sus seguidores, recibir ese un regalo maldito.

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