El “mundo feliz” en el que no necesitaremos esperma ni óvulos
Año 2050. Mamá, papá, ¿cómo se hacen los bebés? La cigüeña, desempleada por la incredulidad de los niños, no nos rescatará de la interrogante. Ni las ilustraciones científicamente aprobadas de la cópula entre un hombre y una mujer. La respuesta carecerá quizás de imaginación y romanticismo. Los nenes… se producen en el laboratorio.
Las investigaciones sobre el uso de células madre amenazan con remover ideas milenarias sobre la reproducción humana (Thinkstock)
Cierto, los métodos de fertilización artificial nos han acompañado durante más de medio siglo. Pero esas operaciones aún necesitan de la extracción de un óvulo y un espermatozoide. El procedimiento remeda la forma natural de concebir. ¿Y si en unas décadas la reproducción no dependiera de un par de gametos masculino y femenino? ¿Si bastase con manipular dos células para engendrar?
Progenitores superfluos
Un equipo de investigadores de la Universidad de Bath, en el Reino Unido, logró que esperma de ratones de laboratorio fertilizara falsos embriones generados a partir de células epiteliales de ese animal. Como resultado, una de cada cuatro crías de la concepción artificial sobrevivió y engendró luego una nueva descendencia saludable.
El descubrimiento, publicado a inicios de septiembre en la revista Nature, desbarata la idea de que la reproducción humana necesita de óvulos. Pero esa es apenas la segunda parte de una noticia que comenzó a gestarse en enero de este año, cuando científicos chinos anunciaron el éxito de experimentos para producir espermátidas a partir de células madre. Las espermátidas, tras un proceso de maduración, dan lugar a los espermatozoides.
¿Qué auguran ambos avances en la tecnología reproductiva? La obtención en laboratorio de gametos masculinos y femeninos, gracias al uso de células madre, podría cambiar radicalmente la fecundación humana. Citemos algunos ejemplos.
La tecnología actual de recolección de óvulos limita las probabilidades de éxito de la fertilización in vitro (AFP)
Mejoraría notablemente la fertilización in vitro. En la actualidad la tecnología disponible apenas logra extraer alrededor de una docena de óvulos. El procedimiento es costoso y expone a la futura madre a determinados riesgos. La utilización de células madres pluripotentes inducidas (iPS) para producir gametos femeninos permitiría generar un número infinito de embriones, que los padres seleccionarían de acuerdo con la información genética.
Una pareja homosexual no requeriría de una persona de otro sexo para tener descendencia. La esperma y el óvulo faltantes serían creados a partir de células de la piel de uno de los progenitores.
La posibilidad de concebir sería real para cualquier persona incapaz a causa de una enfermedad, un accidente o la edad. Bastarían un par de células madres convertidas en gametos del sexo opuesto. Y el fruto de esa fusión entre dos unidades de la misma persona, ¿qué aspecto tendría? Un gemelo no idéntico a su progenitor. Raro, ¿eh?
¿Alguien dijo The Matrix?
Prescindir del óvulo y el espermatozoide no saca del juego un componente fundamental de la reproducción humana: el útero.
Los avances en la utilización de las células iPS abrirían las puertas a la creación de úteros artificiales. Estos órganos estarían conectados a un sistema que proveería los nutrientes necesarios para el crecimiento del feto hasta el momento del… ¿parto?
Si bien esta perspectiva beneficiaría a quienes sufren trastornos de fertilidad y a parejas de hombres homosexuales, también multiplica las interrogantes. Y no solo se trata la previsible conmoción de todo el edificio de ideas sobre la maternidad. El hecho de poder recrear en laboratorio todo el proceso, desde la fecundación hasta el nacimiento, fertiliza futuras discusiones en los terrenos de la ética y la política.
¿Imaginan un ejército de soldados genéticamente similares, concebidos en secreto a partir de las células de un malévolo progenitor? ¿Alguien dijo La Guerra de las Galaxias?