Emmanuel Macron ha conseguido lo imposible: que no le quieran ni en Francia ni fuera

En 2017, Emmanuel Macron se convertía en presidente de Francia, impulsado por el desencanto de la sociedad hacia los partidos tradicionales. Desde entonces han pasado solo seis años, un periodo corto que, sin embargo, en política puede ser muy largo.

Y es que cualquier medida impopular, cualquier polémica o cualquier decisión controvertida puede afectar a la popularidad de un cargo electo. Para muestra, los 45 días que duró Liz Truss como primera ministra de Reino Unido en 2022.

Emmanuel Macron vive un momento delicado como presidente de Francia. (Photo by FILIPPO MONTEFORTE/AFP via Getty Images)
Emmanuel Macron vive un momento delicado como presidente de Francia. (Photo by FILIPPO MONTEFORTE/AFP via Getty Images)

Unos meses antes, Macron había revalidado su cargo por otros cinco años, tras imponerse de forma cómoda a la ultraderechista Marine Le Pen (58,5% frente a 41,5%). Pero más allá de este triunfo puntual, la relación del presidente con la sociedad francesa siempre ha sido un tanto volátil, con continuas subidas y bajadas.

En la memoria, quedan las multitudinarias protestas de los chalecos amarillos o reformas controvertidas, como la de las pensiones que sacaron a la calle a miles de personas a mostrar su indignación. Un Gobierno siempre al límite que se ha mantenido a lo largo del tiempo porque la principal alternativa era un Ejecutivo de extrema derecha, una línea roja por el momento para los galos.

Macron ha sabido navegar ese clima de crispación interno permanente y se ha mostrado muy activo en la política internacional. Tras la retirada de la política activa de Angela Merkel en Alemania, se ha erigido como el líder principal de la Unión Europea, haciendo sonar su voz en cumbres internacionales y foros globales. Con su gran carisma, ha sabido construir una imagen muy potente.

Protesta contra la reforma de las pensiones de Macron en Francia. (AP Photo/Michel Spingler)
Protesta contra la reforma de las pensiones de Macron en Francia. (AP Photo/Michel Spingler)

Pero es posible que actualmente estemos viviendo uno de los momentos más delicados tanto en política nacional como internacional desde que llegó al palacio del Elíseo.

Según las encuestas más recientes, solo un 30% de los franceses aprueban su gestión, mientras que un 68% considera que no está haciendo un buen trabajo. Estas cifras se encuentran muy lejos del 55% de aprobación que obtuvo en sus primeros meses en el cargo y muy cerca de ese 24% del 2018, su punto más bajo en su historia como presidente. Lo que se percibe es un agotamiento de la sociedad hacia su figura, pese a que aún le quedan cuatro años de Gobierno. Un tiempo que se le puede hacer muy largo.

Otros sondeos, como es el caso de Morning Consult, llevan las cifras a un 23% de aprobación, una de las más bajas de entre todos los líderes del planeta.

Las críticas en África

Y lo que antes compensaba con su proyección internacional, ahora no lo consigue. La Unión Europea se encuentra en un momento de máxima vulnerabilidad económica, con varios países rozando la recesión, y la relevancia de los 27 va perdiendo importancia en un escenario global en el que China o India cada vez ocupan más espacio.

Debido al colonialismo, Francia siempre ha tenido mucha influencia en África, pero lo que se está encontrando el presidente francés en los últimos meses es un creciente rechazo. Ha sido significativo que Marruecos no aceptase la ayuda de Macron tras el grave terremoto que se ha vivido recientemente. Otros países del entorno, como España o Reino Unido, sí que fueron bienvenidos.

Su gira por varios países a principios del 2023 tampoco fue mucho mejor, con abucheos y tensiones en países como Gabón o República Democrática del Congo. En este último, incluso, recibió las críticas de su presidente ante el "paternalismo francés".

Así pues, al mismo tiempo que en Francia, sigue perdiendo apoyos, hasta el punto que ahora mismo en unas hipotéticas elecciones parlamentarias sería tercera fuerza política, a nivel internacional ya no es capaz de jugar un papel tan activo e influyente como el que tenía hasta hace poco.

¿Será capaz de darle la vuelta a esta situación? A priori, no parece sencillo, ya que lo normal en política es que la figura de los cargos electos se vaya deteriorando a medida que pasa el tiempo. Con una posible crisis económica en el horizonte y con todavía mucho tiempo por delante hasta el final de su mandato, parece complicada una remontada en la que ya casi nadie cree.

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