Cuando nadie está al volante en Los Ángeles, una ciudad obsesionada con los autos

Un taxi sin conductor de Waymo en Los Ángeles, el 19 de marzo de 2024. (Maggie Shannon/The New York Times)
Un taxi sin conductor de Waymo en Los Ángeles, el 19 de marzo de 2024. (Maggie Shannon/The New York Times)

LOS ÁNGELES — La ciudad de Los Ángeles nunca ha sido un lugar para los automovilistas temerosos. Se trata de un sitio donde la mayoría ni siquiera concibe la vida sin ruedas y que ofrece un desfile diario de frustración: congestionamientos, accidentes, sitios de construcción, furia al volante y fastidio.

Cada persona que se mudó a esta urbe tiene una historia sobre aprender a adaptarse.

Tamara Siemering, de 30 años, una actriz que hace un año llegó aquí proveniente de Sacramento, relató: “Entras en el ritmo de igualar la energía de los demás”. Siemering agregó que la diferencia en la cultura de los automovilistas es abismal.

Siemering se explayó: “Se siente muy egocéntrico. Todos piensan: ‘Tengo que llegar, quítense’. No hay mucha cooperación al conducir, se toca mucho la bocina a los otros, se maneja a exceso de velocidad y se va rápido a todos lados”.

Ahora, se une a la refriega un tipo de automovilista completamente nuevo: uno que se autoproclama como mesurado e impávido, respetuoso y obediente. Aunque hay que decirlo, no se trata de un conductor.

Waymo, una flotilla de taxis autónomos que ya opera en San Francisco y Phoenix, ha comenzado a transportar pasajeros a lo largo de un área pequeña del condado de Los Ángeles. Los vehículos utilitarios deportivos blancos de la marca Jaguar (reconocidos con facilidad por su domo negro giratorio que cubre un conjunto de cámaras y sensores) han sido autorizados para traslados comerciales, con viajes gratuitos disponibles para algunas personas. Pronto, ofrecerá un servicio de pago con precios similares a los que cobran Uber y Lyft.

Un taxi sin conductor de Waymo en Los Ángeles, el 19 de marzo de 2024. (Maggie Shannon/The New York Times)
Un taxi sin conductor de Waymo en Los Ángeles, el 19 de marzo de 2024. (Maggie Shannon/The New York Times)

Waymo, propiedad de Alphabet, la compañía matriz de Google, promueve sus vehículos autónomos como “los conductores más experimentados del mundo”. Ya hay una lista de 50.000 personas en espera de una oportunidad de viajar en uno en Los Ángeles. Para algunas, lo más intrigante es la tecnología. A otras les atrae la idea de evitar las conversaciones triviales y la presión de dar propina.

No obstante, los líderes cívicos han protestado la llegada de Waymo, advirtiendo sobre riesgos de seguridad, mientras que los sindicatos están preocupados sobre cómo podría afectar a los empleos en un mercado de por sí ya saturado. Además, muchos residentes no están seguros de que confiarían en un vehículo sin conductor.

Siemering está entre ellos. Quiere saber más acerca de cómo los autos robóticos navegan la intensa cultura automovilística de la ciudad antes de que ella se suba a uno.

Siemering detalló: “Es un poco incierto, quiero esperar y ver cómo se desarrolla. En realidad, no quiero ser parte de la prueba, el conejillo de Indias”. Su Ford Taurus de 1996 se vio involucrado en un accidente leve en enero. Sin embargo, planea seguir usando el autobús o depender de conductores humanos de Uber y Lyft para trasladarse a su trabajo como barman en un bar de caviar en West Hollywood.

La huella de carbono de Waymo será diminuta al principio. Con menos de 50 vehículos, su territorio está limitado a alrededor de 163 kilómetros cuadrados, que se extienden desde Santa Mónica hasta el centro de Los Ángeles. Por ahora, no operará en el aeropuerto y sus autos no viajan en autopistas que son comunes en la región.

Chris Ludwick, director de manejo de producto de Waymo, declaró que la compañía reconoce esas desventajas, pero desea pensar con cautela en la expansión mientras brinda el servicio a quienes necesitan transporte cerca de casa. El directivo tiene la esperanza de que los usuarios inquietos aprendan pronto que hay pocas experiencias como ser transportado completamente solo en un vehículo de lujo.

Ludwick manifestó: “Tener tu propio espacio que puedas controlar se siente mágico. Puedes poner la música que te gusta, puedes ajustar la temperatura. Es tu espacio. Puedes ser lo que desees ser, hacer lo que quieras hacer”.

Ludwick añadió que la seguridad es primordial en los esfuerzos de la empresa y, al respecto, expresó: “Tomamos nuestra conducta al volante muy en serio”.

El otoño pasado, la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, envió una carta a la Comisión de Servicios Públicos de California (CPUC, por su sigla en inglés) en la que insistía en que los vehículos autónomos requerían mayores pruebas y que las jurisdicciones locales deberían tener más autoridad sobre ellos.

Bass mencionó numerosos problemas en San Francisco, incluyendo casos en los que los vehículos ignoraron la cinta amarilla que acordona las zonas donde trabajan los cuerpos de emergencia y señalizaciones de advertencia, ingresaron a la escena activa de un incendio y se estacionaron sobre una manguera de incendios, contribuyeron a la muerte de una persona al quedar bloqueado el paso de una ambulancia y arrastraron a una peatona a lo largo de 6 metros. Algunos de los incidentes más graves involucraron a Cruise, una compañía de vehículos autónomos a la que reguladores estatales le ordenaron en octubre dejar de ofrecer su servicio de taxis.

No obstante, decenas de grupos apoyaron la expansión de Waymo a Los Ángeles cuando la comisión sopesó su decisión este año. Entre ellos, estaban organizaciones de derechos de personas con discapacidad que argumentaron que los taxis autónomos dan a los ciudadanos la libertad de viajar sin tener que depender de otras personas.

En febrero, Mark A. Riccobono, presidente de la Federación Nacional de Ciegos, escribió a la comisión: “Esto cumple los sueños de un gran número de estadounidenses ciegos de tener autonomía completa sobre nuestro transporte de la misma manera que cualquier otro ciudadano que posee una licencia de manejo”.

Waymo, que comenzó a organizar giras efímeras en Los Ángeles en octubre, recibió la aprobación hace unas semanas para una operación más extensa. También tiene planes de llevar el servicio al condado de San Mateo, ubicado en el norte de California, y en Austin, Texas.

Los sindicatos y los trabajadores temen que la llegada de los vehículos autónomos amenace el sustento de los conductores y los someta a todavía más presión, pues aseguran que ya sufren por la inflación, los elevados precios de los combustibles y las remuneraciones bajas.

Nicole Moore, presidenta de Rideshare Drivers United, una organización de 20.000 conductores en todo el estado de California, señaló: “Tenemos que trabajar el doble de horas para tener la misma cantidad de ingresos mientras vemos que los robots se hacen con el control de la industria”.

Aunque Waymo tiene fanáticos devotos en Phoenix y San Francisco, a algunos individuos les preocupa que no sea una buena idea para una ciudad en la que cerca de 340 personas murieron en incidentes de tráfico en 2023. Esto marcó la primera vez en nueve años que los decesos relacionados con el tráfico superaron a los homicidios.

Jim Honeycutt, un gerente de construcción que trabaja en las obras de varias estaciones de metro de Los Ángeles, opinó: “No les confío algo que pesa más de 1800 kilogramos y viaja a casi 100 kilómetros por hora”.

Honeycutt, de 75 años, no cree que el software pueda tomar mejores decisiones en situaciones en las que los humanos podrían cometer errores. Honeycutt concluyó: “Porque los humanos inventaron las computadoras”.

c.2024 The New York Times Company