Tranvía moderno. La Ciudad licitará una línea de transporte eléctrico que dispara alertas en los dueños de los colectivos

Desde 2017, este sistema de transporte eléctrico funciona en la ciudad china de Zhuzhou
Desde 2017, este sistema de transporte eléctrico funciona en la ciudad china de Zhuzhou

Desde hace un mes, la Ciudad abrió una licitación para sumar un nuevo sistema de transporte. Se trata de una red de pequeños buses eléctricos que recorrerán el microcentro, una de las zonas que más sufrió los cierres, la cuarentena por la pandemia de Covid y la consolidación del trabajo remoto. Pero, mientras avanza el proceso, en los despachos porteños se da forma a un proyecto mucho más ambicioso que ya encendió las alarmas de los dueños de los colectivos que circulan entre el Río de la Plata, la General Paz y el Riachuelo. Es un segundo llamado a concurso para operar una línea de buses eléctricos, que tienen la estética y las comodidades de los tranvías, pero que no requieren intervención urbanas en vías ni en catenarias.

Los vehículos se han convertido en una suerte de fetiche en el influente grupo C40, una organización global que reúne a los alcaldes de 96 ciudades, de las más grandes del mundo. Se trata de un sistema de transporte público que combina la eficiencia de un tranvía con la flexibilidad de un colectivo. Utiliza vehículos eléctricos que circulan por carriles exclusivos, lo que permite una movilidad más rápida y sostenible. Además, está la posibilidad de poder cambiar recorridos ya que no requiere infraestructura urbana”, dijo Pablo Bereciartúa, ministro de Infraestructura de la ciudad.

En los despachos oficiales imaginan que en no más de tres meses la licitación estará en línea. “Nuestra idea es que el año que viene ya circulen estos tranvías en la ciudad”, dice el funcionario. De acuerdo con los bocetos que se dibujan, la primera línea, que sería experimental, iniciaría, o terminaría, en su caso, en la última estación de la línea D de subte, Congreso de Tucumán (Cabildo y Congreso). Si bien no se conoce el recorrido final, pasaría por el Parque de la Innovación, Ciudad Universitaria, Aeroparque y, luego, tomaría un recorrido costero para llegar a La Boca, Vuelta de Rocha y terminar, por Barracas y Parque Patricios, cerca de la cancha de Huracán. En total, dicen, esa primera línea tendría un recorrido de alrededor de 40 kilómetros.

Claro que semejante proyecto no pasó desapercibido para los transportistas. Los dueños de los colectivos que en alguna parte de la ruta, competirán con el llamado ART (Autonomous Rail Rapid Train). Es más, en el gobierno porteño hacen cálculos y prevén que ese sistema de transporte local debería tener un precio del boleto similar a lo que vale el ticket en los medios alternativos, como el subterráneo o el colectivo.

Actualmente, el sistema de colectivos porteño es jurisdicción federal, es decir, está regulado por la Nación. Si bien siempre se habló de que alrededor de 33 líneas que no traspasan los límites de la ciudad pasen a manos porteñas, lo cierto es que jamás se avanzó en esa línea. Solo el subterráneo, que también dependía de la Casa Rosada, cambió de manos cuando Florencio Randazzo era ministro de Transporte de la Nación y Mauricio Macri, jefe de gobierno porteño.

La circulación de estos tranvías no pasará inadvertida, al igual que la que correrá por el Microcentro, más acotada y con otro tipo de vehículos, parecidos a una combi, pero eléctricos. De hecho, hay antecedentes. En 2008, el Ministerio de Desarrollo Urbano porteño abrió una licitación para contratar servicios de consultoría “para el estudio, factibilidad y diseño preliminar de la traza para extensión del tranvía urbano”. En ese mismo Boletín Oficial se publicó también un llamado a licitación para contratar un estudio que analizara la “factibilidad y diseño preliminar de extensión del Premetro”. Un lunes de aquel año se debían abrir los sobres, pero el viernes, sin que medien demasiadas explicaciones, el proceso se anuló. Atrás quedó la idea de tener un tranvía en Puerto Madero, Constitución, La Boca, Parque Patricios, Barracas, Palermo, Retiro y Ciudad Universitaria, con una escala por el Aeroparque.

Nadie contó qué había pasado aunque, con el tiempo, se supo que las presiones de los dueños del transporte de la ciudad de Buenos Aires hicieron lo suyo y los cajones de un escritorio fueron el destino final del proyecto. Pasaron poco más de 15 años, los colectivos jamás se modernizaron y más allá de que las carrocerías son algo más redondeadas que entonces, se mantiene la misma tecnología. Jamás avanzó un medio alternativo. Ahora, bajo el comando de otro Macri, Jorge, en este caso, regresa una idea parecida que, paradójicamente, tiene un recorrido similar. Es verdad que es otro momento, y otra administración. Los transportistas son prácticamente los mismos. Apenas algunos cambios. El primero, la salida del poderoso Grupo Plaza, de los hermanos Cirigliano, que entonces hablaba al oído del secretario de Transporte de la Nación, Ricardo Jaime, y la consolidación del Grupo DOTA, ahora dueño de cerca de la mitad del parque de colectivos del área metropolitana. Será otra pelea de fondo.

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Experiencias en el mundo

Los ART, como se los conoce, circulan desde 2017 en Zhuzhou, una ciudad China de la provincia de Hunan donde empezó el camino experimental. Las formaciones, una especie de tranvía autónomo eléctrico, circulan por una ruta marcada por líneas pintadas en el suelo y que hacen las veces de vías virtuales. “Están capacitados para que no tengan conductor, pero no pensamos por ahora en esa posibilidad”, dijo Bereciartúa.

Aquel esquema ya se expandió a más ciudades del gigante chino, como Yibin o Xianyang, además de varias ciudades de Europa, como Madrid, y en Australia. Aquellas primeras unidades fueron desarrolladas por la compañía china CRRC Corporation Limited, una de las empresas ferroviarias más importantes del mundo que es, además, la que vendió los trenes eléctricos con los que se renovaron los ferrocarriles Mitre, Roca y Sarmiento. Son formaciones que pueden sumar módulos, similar a los vagones de los tranvías.

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En el gobierno porteño sostienen que será un esquema similar al subte, es decir, el Estado local aporta las unidades y un privado las opera. Claro que hay una cuestión no menor: los coches deberán ser homologados por el Instituto Nacional de Tecnología Industria (INTI). De los tiempos de esta repartición dependerá el inicio del proyecto. Todo avanza para dotar a la Capital de un transporte distinto, algo que jamás sucedió. En la Argentina, cuando se mueven los viejos cimientos del mundo de los negocios regulados, los actores se hacen escuchar. No será la excepción esta vez.