Tigres y América, la final decepcionante de la Liga MX, ¿tanto dinero para qué?

Tigres y América quedaron muy por debajo de las expectativas. (JULIO CESAR AGUILAR/AFP via Getty Images)
Tigres y América quedaron muy por debajo de las expectativas. (JULIO CESAR AGUILAR/AFP via Getty Images)

Tigres y América tenían la misión de sacar ventaja en el primer partido de la Final de Liga MX. Particularmente, la presión estaba del lado local. El equipo de Robert Dante Siboldi consideró, al menos durante el primer tiempo, que era mejor esperar, dormir el partido, y buscar el título en el Estadio Azteca el próximo domingo. Ya les había funcionado eso hace seis meses, cuando empataron 0-0 con Chivas en casa y luego fueron a ganar el campeonato a Guadalajara.

Pero se sacudieron esa idea en el segundo tiempo con el penal anotado por Henry Martín —aunque América había sido mejor desde el comienzo—. La falta que ocasionó el tanto fue un reflejo de lo que era Tigres hasta entonces. Desconcentrado, Jesús Ángulo intentó despejar un centro, pero no se dio cuenta de que Quiñones ya le había ganado la posición. Fue entonces que le propinó una patada. Puede decirse que no lo hizo con mala intención, pues no percibió la pierna de su oponente, pero el impacto fue total y dejó fuera de la jugada a Quiñones. En el penal, Henry Martín no dudó. Con un temple sobresaliente, venció a Nahuel Guzmán, un titán en los penales, que en esta ocasión no se puso la capa de héroe.

Al comienzo del partido, Rafael Carioca, el arquitecto del mediocampo felino, pisó con dureza a Diego Valdés. La jugada ameritó tarjeta amarilla, pero quedó para la discusión si no merecía la roja. Al final, el árbitro Marco Antonio Ortiz decidió que una preventiva era la decisión más óptima. Y vaya que Tigres lo agradeció, pues la única dosis de claridad en el centro del campo corrió, como es costumbre, a cargo del fino brasileño de 34 años.

Tigres batalló ya no para generar peligro, sino meramente para acercarse al arco de Luis Ángel Malagón. Fue entonces cuando América pudo liquidar el partido. El 1-0 ya era rentable para llegar con ventaja al Azteca, pero el contexto invitaba a Las Águilas a buscar más, un 2-0 certero que dejara la final prácticamente definida. Pero le dieron vida a Tigres. Y, a pesar de todo, de que jugaron muy por debajo de su talento, los locales empataron auxiliados por la táctica fija. Tienen colmillo.

Y auxiliados también por Malagón. El tiro de esquina en el que cayó el gol fue provocado por un balón que Malagón no pudo capturar, tras un cabezazo de Diego Reyes. El portero americanista quiso asegurar y mandó a tiro de esquina, en lugar de retener el esférico. Y esa factura se pegó de inmediato: Ozziel Herrera anotó el empate a veinte minutos del final. Entonces, cuando Tigres tuvo el envión anímico de haber empatado, la dinámica volvió a ser la misma. Siboldi metió a Nicolás Ibáñez para que André-Pierre Gignac no estuviera tan solo en el ataque. De nada sirvió porque a ninguno de los dos centrodelanteros les llegaban balones mínimamente cómodos.

Mientras tanto, América, que tenía el balón y generaba sensación de peligro, fue incapaz de ganar el partido contra un Tigres atrincherado. Los dos se conformaron con lo que tenían. Tigres con haber empatado un partido que parecía perdido, como si fuera un milagro rescatar el 1-1 en casa. Y América, que se dio por bien servido con el empate. Tendrán la vuelta en el Azteca, pero no se llevaron la ventaja.

Son dos perspectivas decepcionantes para dos de las plantillas más caras del futbol mexicano (94 millones de dólares para el América, 67 para Tigres). Se decepcionaron a sí mismos. Y a todos, porque se esperaba mucho más del mejor equipo del semestre y del actual campeón. El monarca de México se definirá el domingo 17 de diciembre a las 19:30 horas.

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