'Turco' Mohamed, el DT que nunca dura en sus equipos, aunque las cosas vayan bien

Hay directores técnicos que viven en el futuro. Antonio Turco Mohamed es uno de ellos. Su presente, por más bueno o prometedor que sea, siempre es incierto. No le gusta quedarse mucho tiempo en sus equipos. Pumas ha sido el más reciente ejemplo. Llegó para las jornadas finales del Clausura 2023 y se ha marchado al finalizar el actual Apertura. Sólo dirigió un torneo completo y presentó su renuncia. Las Semifinales que alcanzó contra Tigres hacían pensar en un proyecto sólido, al menos a mediano plazo. No pasará porque el entrenador ha partido.

En 2022 dirigió al Atlético Mineiro por espacio de 18 partidos. Se tomó un año de descanso en 2021. Antes de ese receso, dirigió a Monterrey. Con Rayados logró el título de Liga MX en el Apertura 2019 y una decorosa participación en el Mundial de Clubes de ese año, con un tercer lugar. Sin embargo, al término de 2020 se marchó de Monterrey. Fue su segunda etapa. La primera, de 2015 a 2018, fue la segunda más extensa que haya tenido como entrenador en sus 20 años de carrera. Adonde más tiempo duró fue en Colón, que dirigió de 2007 a 2011. En Huracán estuvo de 2004 a 2007, mismo tiempo que en Rayados.

Aunque apenas pasó poco más de un año entre sus dos periodos en Monterrey (se fue en mayo de 2018 y volvió en octubre de 2019), fue tiempo suficiente para que probara suerte (fallidamente) en Europa, con el Celta de Vigo y para que regresara al club de sus amores, Huracán, en Argentina. Ningún paso salió bien. Fue natural que durara menos en esos dos trabajos —incluso para sus parámetros—.

Su tendencia es clara: durar poco tiempo en los clubes, aunque las cosas estén saliendo bien. Y si van mal, pues mejor para sus intenciones: adiós y no pasa nada. Basta recordar que en el América se fue apenas con dos torneos. En el último fue campeón. Dijo que se llevaba su dignidad y dejaba la Copa, pues Las Águilas ya tenían amarrado a Gustavo Matosas. En Tijuana también fue campeón. Estuvo de 2011 a 2013. Los salvó del descenso, dio la vuelta olímpica, hizo una participación honrosa en la Copa Libertadores y se marchó. Incluso si Xolos pasaba a Semifinales, él se iba a ir. Quedaron fuera ante el Atlético Mineiro y no hubo necesidad de mayores dramas.

En Independiente de Avellaneda, uno de los cinco clubes grandes del futbol argentino, estuvo un año. Ganó una Copa Sudamericana, pero acusó presión de la barra brava y se marchó recién empezada la campaña 2011-2012. Desde entonces, Mohamed se ha caracterizado por llegar como bombero a diversos proyectos. Ya sea para salvar descensos o ayudar a clubes desesperados por recuperar protagonismo (Pumas en el último caso) o por acceder al campeonato (como fue en América y Rayados).

Es un entrenador que vive en el futuro porque su nombre siempre figura cuando se habla de una vacante de trascendencia. Sus logros lo respaldan. Ha sido campeón en México con tres clubes diferentes y en casi todos ha dejado una buena impresión. Pero al contratarlo, se sabe que no durará mucho. Que algo pasará y el vínculo acabará antes de que pueden hacerse planes a futuro.

En Pumas había dejado buenas semillas. Parecía que, tras las Semifinales de este torneo, se cimentaría una base sólida para los años venideros. Pero Mohamed ha decidido que no. Ha renunciado y, con ello, la estructura deportiva se quedó sin cabeza. Su nombre comenzará a sonar por todos lados. Y en algún momento, volverá a los banquillos con una certeza: se irá pronto de su futuro equipo, para luego volver a estar en todos los rumores. Y así infinitamente.

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