“Es terrible”: el drama de los vecinos de Avellaneda que en una semana se inundaron dos veces
Desde la puerta principal de su casa, al ras del agua, Jimena González, de 34 años, se asomó a la vereda totalmente inundada, miró para ambos lados y lo confirmó: “El agua no baja”. “Ya dejó de llover hace varias horas, pero sigue todo estancado. ¡Imagínate lo que va a ser si llueve esta tarde!”, se lamentó la vecina de la localidad bonaerense de Piñeyro, en el partido de Avellaneda. La de hoy y la de la semana pasada, recordó, fueron las inundaciones más importantes que debió atravesar desde que vive allí, hace unos 20 años.
La semana pasada fue compleja para todos los vecinos de Piñeyro. La mayoría convivió con el agua dentro de sus casas por primera vez en sus vidas. Ahora, mucho antes de lo que hubieran esperado, enfrentan un nuevo temporal. Pero, hoy, la paciencia ya no era la misma. “¿Sabés lo que fue limpiar toda la casa? Es agua sucia. Imaginate tener toda agua marrón adentro de tu casa, arruinando tus muebles, tus electrodomésticos. Es terrible”, explicó Jorge Gabriel Villalba, de 23 años, que vive junto a su madre y su hermana en la zona. En la tormenta de la semana pasada, su familia perdió una cama y el freezer, y llegaron a tener el agua a la altura de las rodillas. En la pared de su living-comedor todavía se podía observar la marca que dejó esa inundación.
Su cuadra, al igual que todas las de la zona, se encontraba bajo el agua desde anoche cuando el temporal llegó a la zona sur del conurbano bonaerense con ráfagas de hasta 150 kilómetros por hora, y generó voladuras de techos y cortes de luz. En el Alto Avellaneda Shopping, ubicado a pocos metros de la zona, anoche parte de la mampostería del techo del patio de comidas se desplomó mientras los clientes comían. “¡No nos podíamos irnos del shopping por lo que llovía, pero adentro se caía el techo!”, contó hoy un empleado de uno de sus locales. Este mediodía el centro comercial volvió a abrir sus puertas, pero mantuvo algunos sectores clausurados. En la zona también se volaron grandes carteles publicitarios, se cayeron árboles y hasta se desplomó la estructura de una gomería.
Hoy, en las calles de Piñeyro que permanecían bajo el agua había un único tema de conversación: la próxima lluvia. Cristián Claure, de 44 años, chequeaba constantemente el pronóstico del tiempo en el celular. También en el noticiero, que tenía sintonizado desde temprano. “Parece que empieza a las 18. Yo estoy rezando para que sea un error”, dijo desde la puerta de su casa. Desde temprano monitoreaba desde allí el nivel del agua de la calle y de la vereda. “Yo te diría que en las últimas cinco horas bajó apenas 10 centímetros. Si llueve ahora, toda el agua nos va a entrar, como la semana pasada”, se lamentó.
Algunos vecinos históricos del barrio hacían sus propios cálculos sobre las últimas inundaciones. Entre ellos, el que tenía el registro mental más prolongado era Ángel Regueiro, de 74 años. “1959, 1961, 1967 y 1985. Esos años las inundaciones fueron terribles. Nos llegaba el agua a la cintura. Después hicieron varias obras y no volvió a pasar”, afirmó el hombre, mientras pasaba el escurridor por el patio delantero de su casa. “Hoy tenía que buscar a mi nieto por el colegio, ir al club a hacer natación. Ahora la única opción que tengo es nadar en la calle”, bromeó.
Según él y otros vecinos, la causa de las recientes inundaciones, además de los temporales, es la falta de limpieza de los sumideros del barrio. “Es terrible esto. Están medio tapados, ya no vienen a limpiarlos como antes”, afirmó Claure, que trabaja en el área de mantenimiento de una importante fábrica de la zona.
“Yo vivo acá hace 20 años. Jamás se inundó así. Por ahí alguna vez el agua subía, pero en cuanto paraba la lluvia, en media hora la calle se desagotaba. Este año se queda estancada. La semana pasada tardó 12 horas en bajar después de la tormenta. Nosotros teníamos el agua dentro de casa, todos los electrodomésticos subidos arriba de los muebles, y no sabíamos qué hacer ya. Nuestra obsesión era que no volviera a llover, y ahora acá estamos”, señaló.
Desde la municipalidad de Avellaneda adjudican las inundaciones a cuestiones climáticas. “Es el marzo más lluvioso en muchísimo tiempo. Las inundaciones no tienen que ver con los desagües, sino con la acumulación de grandes cantidades de lluvia en muy poco tiempo.”, indicaron los voceros. “Antes del últimos chaparrón de las 15, había mermado bastante el agua”, sumaron. Y agregaron que trabajaban en el distrito personal de Defensa Civil, Bomberos, Obras Públicas, Seguridad, Salud y Desarrollo Social.
Uno de los daños más llamativos ocasionados por las tormentas en Avellaneda fue el derrumbe de una gomería ubicada en avenida Mitre 2233. No solo se desplomó el techo del tinglado, también el entrepiso y gran parte de la medianera de ladrillos. “Estoy arruinado”, dijo a LA NACIÓN esta mañana Pablo Ordialez, el propietario del negocio desde hace 10 años. Se enteró de lo ocurrido por la alarma del local. Para cuando llegó desde su casa, en Quilmes, la gomería ya se había reducido a escombros.
“No sé qué vamos a hacer, no nos quedó nada”, expuso, mientras esperaba en la vereda del comercio, bajo la lluvia, la llegada de un perito, acompañado por los cinco trabajadores de la gomería.