María Pérez: "Me queda un ciclo olímpico y no sé si dos, porque quiero ser madre"

Por Javier Peña

Madrid, 5 sep (EFE).- María Pérez (Orce, 1996). Está feliz, esboza una sonrisa infinita. Ha descansado en su pueblo. Ha ejercido incluso de guía turístico tomando tapas con Antonella Palmisiano, medalla de oro en Tokio 2020 en 20 km marcha. Luce tatuado en su cuerpo un hermoso vocablo: eviterno. Según la RAE, "algo comenzado en el tiempo y que no tendrá fin". De momento, en una amplia entrevista con la Agencia EFE reconoce que su hoja de ruta incluye disputar los JJOO de Los Ángeles 2028 y "no se si otros más, porque quiero ser madre".

Pregunta: María, qué has hecho después de los Juegos. ¿Cómo han sido estas semanas rodeadas de tu gente?.

Respuesta: Vacaciones como tal no he tenido. Ahora me voy dos días y a final de mes me voy un poquito más. He descansado, pero a la vez también he disfrutado de mi familia que desde Tokio no terminaba de disfrutar de ellos y de mi gente. He podido ir a las fiestas de mi pueblo, que llevaba 8 años sin ir y devolver el cariño que ellos me han dado tanto de Orce como del resto de la sociedad española. He hecho de anfitriona de Antonella Palmisano, que vino a Granada y le he estado enseñando todos los rincones de Granada incluyendo sus tapas, y ahora tengo que disfrutar de este momento.

P: ¿Te has dado algún 'caprichito'?

R: Pues todavía no, aunque el capricho más bonito ha sido que mis padres vivieran los Juegos conmigo. La pena es que se tuvieron que ir justamente al terminar el relevo porque tenían que volver a España. Si hay otro sería el que siempre me doy con mi familia el primer fin de semana de octubre que nos vamos a Nerja, que es un sitio que a mis padres les gusta y es como a las 'minivacaciones'.

P: En todo este tiempo, después de conseguir las medallas, ¿Has notado un cariño especial por parte de la gente?

R: Sí, siento que la vida me ha cambiado porque al final ya todo el mundo me reconoce más y sabe quien soy. Cuando llegué al centro de Madrid, me pararon unas niñas con sus padres para hacerse una foto y ahí te das cuenta que algo ha cambiado. Como siempre digo si ha cambiado para bien pues mucho mejor y mi objetivo en mi vida no es solo disfrutar sino intentar ayudar a que los pequeños y no tan pequeños tengan mejores cosas que yo no tuve en mi momento.

P: Cuéntanos esa recta final a punto de entrar en la meta, ¿Qué piensas en esos momentos? ¿Se te pasa por la cabeza una pequeña película de los últimos años?.

R: Hay un montón de sensaciones súper extrañas como fotografías que quieres borrar en ese momento, pero no puedes. Se me pasó cuando competí por última vez en España en Coruña cuando empecé a tener un proceso vírico muy fuerte y fue el primero de los tres diferentes que me afectaron a la garganta. En la prueba de relevo, después de mi primera posta, que fue más rápida de lo que habíamos planteado, empecé a vomitar y cuando veía una cámara me escondía porque no quería que Álvaro (Martín) me viese. Todos estaban preocupados en la zona de calentamiento y yo les decía: "tranquilos que salgo" que sólo necesitaba vomitar y sentirme vacía; y que nadie se lo dijera a Álvaro.

Era una responsabilidad muy grande llegar a meta. Nuestra idea era que en su segunda posta me dejara con mucha ventaja y yo solo remataba, pero me dejó 3 segundos de diferencia, y entonces yo puse el piloto automático y me acuerdo que el pobre se dejaba la voz, a pesar de estar muerto cuando llegó y cada vuelta me animaba y fue muy bonito.

La última vuelta la recuerdo como algo muy especial donde se me caían las lágrimas por haber hecho realidad el sueño de muchas personas. Cuando cojo la última curva tenía en línea de meta a la mujer y los hijos de Ángel Vaca, que había fallecido. No cogí una bandera porque pensaba entrar con Álvaro pero no pudimos. Recuerdo que la banda era muy alta y por eso tengo que pegar un salto como si fuese Cristiano Ronaldo, pero fue muy bonito.

Pude celebrarlo con Álvaro y con nuestras familias. Cada momento con él es especial. Luego por la prensa me enteré que era su último ciclo olímpico y me puse a llorar. Hemos hecho historia juntos y hemos podido cumplir nuestros sueños de ser campeones olímpicos.

P. Después de ser campeona olímpica, ¿Cómo afrontas el futuro?

R: A María Pérez le queda otro ciclo olímpico y no sé si dos, porque en 2032 tendría 36 años y quiero ser madre. Ese es el punto de inflexión para las mujeres y en mi deporte es difícil compaginar maternidad y atletismo. Se podría, pero no creo que la vida que yo llevo ahora se la pueda dar a un niño de subir a Sierra Nevada y darle estrés. No sé si me retiraré en 2030, 2031 o 2032.

Lo que sé es que me queda otro ciclo olímpico. La gente me dice que ya lo he ganado todo y que no tengo presión, pero soy tauro, soy cabezona y me voy a poner un objetivo igual, aunque es verdad que este año me apetece disfrutar del atletismo y no tener esa presión de decir "tengo que demostrar". Este año quiero disfrutar de lo que he conseguido, disfrutar de lo que me ha dado el atletismo y devolver el cariño a la sociedad.

P: En un momento de la carrera, la china Yang Jiayu se escapa y os saca más ventaja, pero hay un momento que vuelta a vuelta la ibas recortando, ¿en esos momentos veías posible el oro?

R: Hubo un momento que sí, cuando me quedé a solo 10 segundos, pero cada vez que cogía la curva de meta era mucho más amplio. La australiana Montag se estaba cercando, y aunque no lo suelo hacer, me dije quédate con la plata que vale más que el oro, pero me queda esa espinita. Por todo lo que hice, me quedo contenta y orgullosa porque llegué fundida a la meta y eso al final es la sensación que un deportista le gusta tener.

P: Llevas toda la vida con el mismo entrenador, Jacinto Garzón. ¿Que representa para ti en tu vida?

R: Siempre lo he dicho que no es mi entrenador, que es como mi hermano mayor y a veces mi padre. Es una persona que le he tenido más respeto que a mi padre y para mí es una persona muy especial y lo va a ser cuando termine mi carrera deportiva. Él me cuenta sus cosas personales y yo a él las mías; y es verdad que a veces cuando hay que ponerse serios le digo que me regañe, aunque lo haga más que al resto. Al final yo le debato, le discuto, pero eso también es lo bonito de este tándem. Es una persona que no sólo le gusta la educación que es la rama que el ha estudiado, sino que tiene un sueño, una pasión y un amor por la marcha atlética que muy pocos la tiene. Yo creo que las veinticuatro horas del día piensa en la marcha porque lo he vivido y muchas veces le digo: "porque no te vas este fin de semana que tampoco tenemos que hacer tanto" y nunca se pierde un entrenamiento o es algo muy raro.

P: En mitad de tu recuperación de tu lesión en el sacro, se hace un vídeo donde cuestionaban tu técnica. ¿Cómo viviste ese momento?

Respuesta: El vídeo no lo vi hasta diciembre del 2023 cuando había salido tras Budapest en la prueba del 35 km marcha. Nunca he hablado, siempre he acatado las decisiones que se han tomado en mi disciplina, he respetado las veces que se me ha impuesto la penalización y entrar al 'pit lane' y creo que he sido la única atleta cuando ha entrado y que no se ha quitado el dorsal sino que ha aguantado las veces que ha estado dentro. No he puesto ni una mala cara a los jueces, aunque por dentro pudiese estar muriéndome. Si soy sincera, y lo dije, si me han querido fastidiar les ha salido muy mal, la jugada porque tengo un oro y una plata.

La persona que me graba es un americano. Como todos sabéis, la marcha ha estado sufriendo 'acoso' o como se quiera llamar, desde hace muchos años, pero sobre todo desde Tokio hasta aquí, donde se quita la prueba de 50 kilómetros en los hombres, porque ya la estaban haciendo a las mujeres y la pedían porque no tenían esa distancia. Se quita la prueba de 50 km marcha, empieza una nueva carrera de 35 km que sólo se hace en 2023 y a menos de un año de los Juegos, no se sabía todavía la otra distancia y seis meses antes nos enteramos que va a ser un relevo mixto en el que no había normativa, y entonces nos sentíamos vulnerables y que se estaban riendo de nosotros y de la disciplina más antigua del atletismo español.

Tenemos que saber que los americanos son los que mandan y había un hombre americano, no voy a decir el nombre porque no le voy a dar más publicidad, que fue allí y se puso en un tramo de 50 o 10 metros a grabar, cuando en un tramo tú puedes ir bien o mal, y hay que verlo durante toda la competición y saber la situación en la que se encuentra cada deportista.

El tramo fue grabado cuando yo estaba lesionada de la sacroilíaca y que nadie detectó y cuando termino estaba coja sin poder moverme. Te salgo en una competición después de ganar un oro que no tendría por qué haber salido. Compito al mismo nivel, y ese señor grabó ese momento. Es un estadounidense y hay muchas estadounidenses que practican la marcha, pero no tienen buenos entrenadores, no tienen buenos atletas, y no tienen grandes resultados, con lo cual, hay una prueba que no quieren tener en los Estados Unidos; pero por suerte la vamos a tener, aunque todavía no sabemos qué distancia, al igual que el año que viene que tampoco.

Hemos sido los deportistas que más se han adaptado a las circunstancias y que menos nos hemos quejado. Pedimos ayuda tecnológica porque todos queremos el chip y queremos que se invierta para que sea posible.

P: La marcha española ha conseguido grandes resultados en estos Juegos. En la modalidad femenina, las tres representantes españolas habéis acabado entre las diez primeras, ¿Cuál crees que ha sido la clave para ello?

R: Yo lo que siempre digo es que tenemos a los mejores entrenadores del mundo y eso hace que tengamos muy buenos resultados y en España siempre ha sido así. Tanto en chicas como en chicos hemos hecho un buen trabajo, y siempre lo hacemos porque el nivel de la marcha española es grandísimo, de hecho tenemos a gente que se queda en su casa con la mínima de los Juegos Olímpicos

P: ¿Qué crees que le falta a esta modalidad para seguir creciendo como lo está haciendo?

R: Lo que se necesita es que se inviertan más en los pequeños núcleos, que no todo la inversión sea en las grandes ciudades, como pueden ser Barcelona o Madrid, que no digo que no la necesitan, pero también apostar por las pequeñas ciudades, como el caso de Guadix o Cieza, donde han salido grandes deportistas con grandes resultados y así hacemos que no se tengan que ir fuera de sus casas.

¿Por qué no tenemos en cuenta los pequeños núcleos donde se está trabajando bien las cosas? Eso no sólo se hace en el deporte, sino que se hace en la vida diaria, en cualquier ámbito de nuestra sociedad y creo que deberíamos planteárnoslo. EFE

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