Juan Manuel Izquierdo: el futbolista, el padre, la persona y un mensaje para “los gurises”
A Mateo Estigarribia, de 17 años, promesa del Boston River, lo mataron de un balazo en la cabeza. El 5 de agosto fue con su padre a comprar un celular en el Pasaje Pantaleón Pérez, casi periferia de Montevideo. Era una trampa. Murió el jueves 8. Al día siguiente, las puertas del Liceo 65, en la calle General Flores, se llenaron de fotos, carteles y velas encendidas. Pero muchos compañeros de Mateo, tristes, desalentados, con miedo, comenzaron a faltar. Son barrios difíciles. Pibe que deja la escuela queda presa fácil del narco. Preocupada, Allyson Arias, profesora de Matemáticas del Quinto humanístico 6, buscó mensajes de aliento. Muchos jugadores conocidos respondieron. “Hola gurises, soy fulano, vamo arriba”. Así la mayoría. Pero uno de ellos hizo algo más.
“Hola, te llama Juan Izquierdo”, escuchó Allyson en su teléfono. “Y yo como si nada, tengo menos fútbol encima que no se qué”, me dice la maestra. Juan le cuenta que juega en Nacional. Que quería saber dónde quedaba el Liceo, en qué contexto crecían “los chiquilines”, cómo estaba la familia de Mateo. Quería dar un mensaje preciso a esos pibes que crecen soñando con ser futbolistas. “También me dijo que quería invitar a los chiquilines a un entrenamiento, para que vieran lo que significa ser profesional”. A los pocos días, ya con su video enviado, Juan volvió a llamar a Allyson. Preguntó cómo seguían “los gurises”. Si habían vuelto a la escuela. Le pidió a la maestra que se fijara cómo iban vestidos. Y prometió ir él mismo al Liceo en noviembre. “Cuando Nacional terminara de jugar no sé qué Copa”.
El mensaje de Izquierdo
La Copa que juega Nacional es la Libertadores. El equipo uruguayo está obligado a ganarle a San Pablo en el Morumbí. Pierde 2-0 y, en el minuto 83, Juan Manuel Izquierdo tambalea y se desploma de costado en el medio de la cancha. Son las 20.45 del jueves 22 de agosto. Juan está convulsionando. La ambulancia entra al campo a los treinta segundos y, nueve minutos después, dijo André Pedrinelli, médico brasileño de Conmebol, Izquierdo ingresa con paro cardíaco a la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) del muy cercano hospital Israelita Albert Einstein. Le inician maniobras de reanimación cardiopulmonar. A partir de allí, los partes médicos solo fueron disimulando el drama. Hasta las 21.38 del martes 27 de agosto. “Muerte encefálica tras un paro cardiorrespiratorio asociado a una arritmia”. Tenía 27 años.
El dolor achicó el debate. ¿Tardaron dentro del campo en colocarle inmediatamente las paletas del desfibrilador para la reanimación cardiovascular, como sugirió algún médico? El cerebro precisa oxígeno urgente. Cada minuto que pasa achica la sobrevida. ¿Prevención? Sebastián Bauza, director de la Secretaría Nacional de Deportes de Uruguay, cuenta que un programa gubernamental detectó en 2014 “una pequeña arritmia” a Izquierdo, cuando jugaba para Cerro. Nacional asegura que jamás tuvo ese aviso. Tampoco Sandra, la madre, que recuerda enojada que Juan era entonces menor de edad. Ella era empleada doméstica. Papá Nelson, albañil. Juan, abanderado de escuela, creció humilde en Barrio Nuevo París. Se casó con Selena. Hija de dos años y niño recién nacido. “El padre más luchador y queredor que nunca jamás conocí”, lo recordó Mateo Antoni, compañero de pieza y de zaga. Y añade: “Te cuidaré la espalda como me dijiste antes de salir al último partido juntos: ‘tranquilo ñery, somo hermano o qué somos’”.
El velatorio es el jueves 29 de agosto, en la sede de Nacional. Están el exBoca Jonathan Calleri (hasta ofreció su tarjeta en Sao Paulo para pagar gastos), el exBanfield Giuliano Galoppo, el uruguayo Michel Araújo y los brasileños Raphinha y Wellington, todos de San Pablo, club hermanado para siempre. Hinchas y banderas de varios equipos. “Tito”, utilero histórico de Peñarol, barras. Un cartel de Santiago “Morro” García, suicidado en 2021, que dice “Cuidamelo”. No está Alejandro Domínguez. El presidente de la Conmebol viajó a Mónaco, al sorteo de la Champions. Hernán Navascués, dirigente histórico de Nacional, 84 años, recuerda en su discurso, entre otros, a Abdón Ponte, un “5″ mítico, que en 1918 se mató de un tiro en el corazón en el medio de la cancha de Parque Central, donde Nacional volverá a jugar este domingo, primer partido tras la muerte, justamente contra Liverpool, otro exequipo de Juan. Izquierdo salió campeón con Liverpool, como le había prometido a su abuelo enfermo.
Alejandro Balbi, presidente de Nacional, el capitán Diego Polenta y familiares salen de la sede portando el ferétro. “Ni la muerte nos va a separar, desde el cielo te voy a alentar”, cantan todos. La escena es conmovedora. “¿A dónde va toda esa fuerza, Juan, si no es a tu corazón de cancha?, escribió el exjugador Agustín Lucas en La Diaria. En el Liceo 65, de a poco, los niños vuelven al aula. Estudian. Entrenan con sus clubes. Desde las 7 hasta las 20. “Nadie valora eso. Historia paralela entre los que tienen todo y los que nada”, me dice Allyson, la maestra. Fueron los pibes los que viralizaron, orgullosos, el video que les mandó Juan Manuel Izquierdo: “Yo sé que están muy tristes y alguno no tiene ganas de ir a estudiar o ir al fútbol. Pero no dejen ese sueño atrás. Sigan por ustedes y por Mateo para que puedan cumplir su sueño y el de él, que seguro se va a poner muy contento porque desde arriba los va a estar mirando y guiando. No dejen de luchar, sigan adelante porque tienen mucho futuro. Un beso grande”.