Australia, el último escalón para España hacia el deseado oro olímpico

Redacción deportes, 9 ago (EFE).- Sábado, 10 de agosto de 2024, 15:35 CET. París La Défense Arena. Australia. España sabe el día, la hora, el lugar y el rival donde por fin quiere quitarse una espina que tiene clavada, no una, sino dos veces, con las dos finales olímpicas perdidas en el torneo olímpico femenino.

Para el equipo de Miki Oca es su gran oportunidad, el gran momento para una selección que lo ha ganado todo: Campeonatos del Mundo y Europeos, que está compuesto por jugadoras que lo han conseguido todo en sus clubes: Ligas de Campeones, Copas de la Reina, Ligas, Supercopas nacionales y europeas.

Todas las competiciones menos ese anhelado oro olímpico, que se les escapó en Londres y en Tokio, las dos veces contra el todopoderoso equipo estadounidense, al que ganaron en la fase previa (13-11) y con quien no se encontrarán mañana.

Las de Adam Krikorian se han quedado por el camino, las australianas les ganaron, también desde los cinco metros, donde España consiguió ante Países Bajos el pase a la final.

Como cada mañana, el equipo español ha desayunado en el comedor de la Villa Olímpica sobre las 8:40. Exactamente 55 minutos después las ha recogido un autobús para salir al último entrenamiento.

Allí empieza la rutina de todos los días. Cada una en el mismo asiento, no se oye nada más allá del sonido atenuado de los auriculares o de la mirada perdida en la pantalla del móvil.

Miki Oca, como cada día, se sienta en la primera fila. Justo un poco más atrás Jordi Valls, su ayudante; y también Ángel Andreo, el preparador físico y de porteras. Esa es la jerarquía.

Antes de que el conductor arranque, las jugadoras se enumeran en voz alta. Es la manera de saber qué nadie ha perdido el autobús.

El entrenamiento es suave, de apenas una hora. Como no habrá sesión de gimnasio, la Dj del grupo, Paula Leitón, no pondrá a todo trapo en el altavoz bluetooth 'Hay Lupita' ni 'Potra Salvaje', que es el himno oficial de este verano para el equipo.

Activación suave, trabajo con gomas que dirige Ángel Andreo; Jordi Valls será el encargado de la activación en el agua. Mientras, al borde de la piscina, Miki Oca espera. Atento a todo y a la vez ausente, esperando su momento táctico.

Ya habrá tiempo durante el día de hablar de Australia que es, junto a España, el único equipo que no ha perdido en estos Juegos, aunque las 'Aussie Stingers' - 'las medusas australianas', como se les conoce- han ganado la mitad de sus partidos desde el punto de penalti.

En la primera fase a Países Bajos (15-14) y a Hungría (14-12); y en semifinales a Estados Unidos (14-13). Después de la cena, en los clips de vídeo que habrá preparado a conciencia Irene Martínez, será el momento de diseccionar el juego de las oceánicas.

De ver cómo frenar a Daniela Jakckovich, esa completa boya que ha sido determinante en el torneo; de prestar atención a los lanzamientos de la zurda Abby Andrews -cuatro goles en un cuarto ante Estados Unidos- o de Bronte Halligan, aunque las españolas las conocen muy bien por sus enfrentamientos europeos ante el SiS Roma y el Orizzonte Catania, donde juegan respectivamente.

Habrá que ver cómo frenar a Alice Williams, una lanzadora especial, y los puntos débiles de la meta Gabriela Palm, que le ha dado la victoria a su equipo en tres tandas de penaltis.

España sabe que está ante su gran oportunidad. La unión de la primera generación y de la joven es el cóctel perfecto para salir adelante. Tiene a una de las mejores porteras del Mundo (Martina Terré), a una nómina de boyas de primer nivel (Maica García, Paula Leiton y Paula Camus), a una batería de lanzadoras exquisita (Elena Ruiz, Bea Ortiz, Judith Forca, Anni Espar) y a jugadoras diferenciales.

Es el momento. Seguramente en la víspera del partido será difícil conciliar el sueño, a lo mejor pasan el rato con los 'Exploding Kittens', ese juego de cartas con el que se entretienen últimamente, o se dejan llevar mientras suena 'Potra salvaje': "Ya tengo seis tatuajes, debajo del traje por siete motivos..." y piensan que el séptimo motivo, su próximo tatuaje, puede ser un oro olímpico.

Francisco Ávila

(c) Agencia EFE