Cuando el amor se pone caprichoso en las Grandes Ligas

Andrew Fox y su novia Heather Terwilliger sonríen en el graderío del Yankee Stadium, el martes 27 de septiembre de 2016. En la jornada, Fox le propuso matrimonio a Terwilliger, pero el anillo de compromiso se le cayó y permaneció varios minutos extraviado, mientras los espectadores en el parque, preocupados, ayudaban a buscarlo (Scott Orgera via AP)

Ser fanático lleva sus satisfacciones, pero también sus riesgos. Si se es amante del mundo del deporte, y se cuenta con la fortuna de que la novia también, entonces, las cosas no pueden estar en mejor momento.

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Cuando la relación ha avanzado a cierto grado donde requiere una formalización, y el amor ha triunfado sobre cualquier complicación, llega el momento esperado en el que es necesario hacer la pregunta obligada: “¿Te quieres casar conmigo?” seguida de la colocación del famoso anillo en el dedo de la amada.

Para un seguidor de los Yankees de Nueva York, el escenario perfecto para hacer su propuesta de matrimonio era el lugar que ocupa el espacio restante dentro de su corazón, el Yankee Stadium.

Animado, emocionado, exaltado, entusiasmado y con los nervios a tope, ya que le haría la pregunta más importante en su vida amorosa, todo estaba listo, la gran pantalla se llevaba la atención para el especial momento, el diamante quedaba de lado, todos los ojos del estadio estaban puestos en la escena romántica, pero no contaba con que algo saldría terriblemente mal.

Andrew Fox, originario de New Castle, Pensilvania, tenía todo listo, se arrodilló ante su amada, sacó el anillo de la bolsa -estaba la pausa entre la alta y la baja de la quinta entrada- todo era emoción a tope, Heather Terwilliger, sentía los nervios a tope, y de repente, el anillo se le escapó de las manos para terminar en la sección 228 del segundo piso.

Un estruendoso (si cabe el término), “uuuuhhhh” retumbó en la casa de los ‘Mulos’ de Manhattan, e inmediatamente una risa colectiva se apoderó de todos los presentes. El juego siguió su camino mientras la pareja continuaba la búsqueda del preciado tesoro.

Las lágrimas aparecieron en el rostro del joven de 29 años, temiendo que la joya no apareciera. Aficionados que se encontraban a su alrededor se unieron a la búsqueda, misma que se prolongó por cinco minutos, que bien pareció una eternidad para Fox; para sorpresa de todos, al voltear hacia abajo, la novia vio como brillaba algo en el dobladillo de su pantalón, y la sonrisa, la calma, y el alma les volvió al cuerpo.

"Abrí la caja del anillo, me arrodille y, en cuanto la abrí, se cayó y no pude encontrarlo durante una eternidad”. Los nervios los traicionaron.

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Al final, la felicidad fue la gran protagonista de la noche, a pesar de las vicisitudes previas al mágico momento de comprometerse a vivir una vida juntos.

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