Con coronas de espinas y de rodillas, indígenas de Guatemala buscan expiar sus pecados
San Andrés Sajcabajá (Guatemala), 29 mar (EFE).- Decenas de hombres recorrieron este viernes más de dos kilómetros de rodillas, descalzos, con coronas de espinas en sus cabezas y con un rosario en sus manos, para pedir perdón por sus pecados en un poblado maya k'iche' del noroeste de Guatemala.
Bajo un potente calor, los hombres, conocidos como los 'gateadores' del pueblo de San Andrés Sajcabajá, iniciaron su recorrido desde la Iglesia católica de la localidad hasta el templo de El Calvario, después de pasar 40 días aislados de sus familias como parte de esta particular celebración en Semana Santa.
Los 'gateadores' utilizan sus rodillas para desplazarse mientras los guías espirituales y cofrades de esta localidad, ubicada a 200 kilómetros al noroeste de la capital guatemalteca, colocan alfombras a su paso y les guían con oraciones y penitencias que rezan en el camino, durante las cuatro horas que dura el evento.
"Esta tradición tiene más de 300 años y para nosotros es una forma de pedir perdón por nuestros pecados y recordar el sacrificio de Jesús", explicó a EFE Abel Xol, uno de los guías espirituales que participó este año como parte de los 'changaliques', un grupo de hombres que portan cruces de madera.
Xol detalló que en las últimas semanas realizaron un ayuno que solo les permite tomar agua y comer de forma intermitente, porque se considera como una forma de llegar listos al momento de la tradición en el departamento (provincia) de Quiché.
Una tradición religiosa y cultural
De acuerdo con líderes locales, la tradición se inició con la llegada de los españoles al territorio, debido a que obligaban a los indígenas a arrastrarse por las calles para simular el sacrificio de Jesús.
Antes de salir, los gateadores colocan mantos verdes, celestes, rojos y con diferentes insignias en sus rostros. De igual forma, encima de sus cabezas es colocada una corona de espinas y en sus espaldas se ponen otras púas que son ajustadas con lazos.
Los que participan en esta tradición, que conmemora la pasión, muerte y resurrección de Cristo, se cruzan a la mitad del recorrido con un viacrucis de penitentes.
Los lugareños explican que esta ceremonia se transmite de generación en generación y es considerada como un orgullo, ya que no solo sirve para expiar los pecados sino que también es utilizada para solicitar abundancia, el bienestar de la comunidad, por el agua y por la naturaleza.
En la edición de este viernes, unas 400 personas de todo el país se agolparon a San Andrés para observar la tradición, que en 2021 fue condecorada como Patrimonio Cultural de la Nación por el gobierno central.
Los grupos de 'gateadores' han perdido participantes en los últimos años por la muerte de los más ancianos y porque los jóvenes ya no quieren ser parte de un evento que requiere de bastante sacrificio.
Cuando los 'gateadores' llegan al templo de El Calvario, siempre en Quiché, son recibidos con botellas de agua y con tragos de licor.
En la meta, los guías les refrescan los rostros, mientras estos se mantienen de rodillas rezando frente a unas candelas que son colocadas al fondo de la pequeña iglesia de tierra y adobe.
Posteriormente, los penitentes regresan de rodillas a la iglesia de la localidad para finalizar el ciclo y así dar por terminada la tradición de cada Viernes Santo.
La actividad en San Andrés Sajcabajá es uno de los principales atractivos turísticos del país centroamericano en Semana Santa, además de la ciudad colonial de Antigua Guatemala, el lago de Atitlán en el departamento de Sololá y las playas del sur del territorio.
(c) Agencia EFE