La caída sin fin de Haití a los infiernos no tiene freno

Se suele usar la expresión tormenta perfecta para describir una serie de factores que, combinados entre sí, dan lugar a una catástrofe inevitable. Y Haití lleva sumido en una tormenta perfecta desde hace un par de décadas en la que no se avista un final. Una mezcla de tragedias a todos los niveles (climático, social, económico, político) que hacen que no haya esperanza ni futuro para el país más pobre de América.

Curiosamente, Haití fue la primera nación que consiguió la independencia, convirtiéndose en un ejemplo a seguir para toda América Latina y la región del Caribe. Era 1804 y la actual Haití se había convertido en una de las colonias más prósperas gracias al cultivo de la caña de azúcar. La falta de autonomía política y económica, así como la exclusión de los mulatos de los centros de decisión, provocaron un estallido social que culminó con la independencia haitiana de Francia.

Haití es ahora mismo un país ingobernable. (Photo by CLARENS SIFFROY/AFP via Getty Images)
Haití es ahora mismo un país ingobernable. (Photo by CLARENS SIFFROY/AFP via Getty Images)

Desde entonces, han pasado más de dos siglos y Haití está muy lejos de ser ese lugar tan prometedor y lleno de oportunidades que era en el pasado. Más bien, al contrario, se ha transformado en un escenario de pesadilla en el que la violencia, el hambre y la pobreza campan a sus anchas. Un estado fallido en todas sus vertientes que es absolutamente ingobernable.

La última prueba es la renuncia de su primer ministro, Ariel Henry, incapaz de pilotar un país que no levanta cabeza. La situación se había agravado a principios de marzo debido a la evasión de más de 3.000 presos y su mandatario no había podido regresar a Haití tras un viaje a Kenia. Aguardaba en Puerto Rico, mientras que las pandillas se hacían rápidamente con el control. Precisamente, el expolicía Jimmy Chérizier, alias Barbecue, el líder más temido del crimen organizado, había exigido su marcha.

Pero la crisis política se remonta más atrás. En 2021, el presidente Jovenel Moise fue asesinado. Una investigación de The New York Times reveló que el motivo fue que el mandatario iba a enviar a Estados Unidos una lista de personas vinculadas al narcotráfico. De hecho, sus asesinos se llevaron varios documentos de su habitación tras el magnicidio.

Ambos eventos han marcado al país en los dos últimos años y reflejan a la perfección que las pandillas se han apoderado del país y que actualmente el Estado no tiene la capacidad ni los recursos para lograr el control de la situación.

Féretro de Jovenel Moise, el presidente de Haití asesinado. (REUTERS/Ricardo Arduengo)
Féretro de Jovenel Moise, el presidente de Haití asesinado. (REUTERS/Ricardo Arduengo)

Según Naciones Unidas, en 2023 hubo 4.700 víctimas de homicidio, duplicándose el número respecto a años anteriores. Los secuestros también han experimentado un alza exponencial, aumentando un 83%. Enero de 2024 fue el mes más violento en dos años, con al menos 806 personas muertas, heridas o secuestradas, tal y como revela Médicos sin Fronteras. Cabe recordar que en Haití viven aproximadamente 11 millones de personas, por lo que estas cifras son muy altas.

A la violencia hay que unirle otro gran drama social: la pobreza. Más de la mitad de la población haitiana vive con menos de dos dólares diarios. Y de esta situación tan crítica se deriva una hambruna que tiene a casi 5 millones de habitantes sin capacidad para acceder a alimentos básicos.

Además, hay que añadir la violencia sexual, la impunidad de las masacres o los recurrentes eventos climáticos adversos que han golpeado al país en los últimos años. En la memoria, ese devastador terremoto de 2010 en el que murieron 316.000 personas, hubo 350.000 heridos y un millón de desplazados. Los daños fueron tan grandes que su cuantía ascendía a un 120% del PIB de Haití en 2009.

Puerto Príncipe, capital de Haití, arrasado tras el terremoto de 2010. (AP Photo/Ramon Espinosa)
Puerto Príncipe, capital de Haití, arrasado tras el terremoto de 2010. (AP Photo/Ramon Espinosa)

Una catástrofe con todas las letras que dejó arrasado el país y de la que más de una década después todavía no ha sido capaz de recuperarse. Otro terremoto en 2021 o las frecuentes inundaciones también actúan como uno de los muchos frenos que tiene para salir adelante.

Con este panorama, el futuro se presenta sombrío. El trascurrir de los años ha mostrado que Haití no tiene fondo en la crisis en todos los ámbitos que vive. Siempre puede haber más pobreza, más inestabilidad política, más violencia o más hambre. ¿Hasta dónde? Lo peor es que no se vislumbra un final ni un solo motivo de esperanza. Su caída a los infiernos continúa.

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