Las gigantescas erupciones volcánicas de Ío

Durante mucho tiempo los astrónomos creían que los numerosos satélites que orbitaban los grandes planetas como Júpiter o Saturno eran cuerpos inertes y gélidos con poco atractivo para la exploración. Se pensaban que lunas como Ganímedes, Ío o Europa no eran más que grandes rocas heladas girando bajo la atracción de sus correspondientes gigantes gaseosos.

Sin embargo, a finales de la década de los años ’70 una imagen lo iba a cambiar todo.

La sonda Voyager 1 se lanzó en septiembre de 1977 y tras dos años de viaje interplanetario llegó a las inmediaciones de Júpiter enviando algunas de las fotografías más legendarias de toda la historia de la astronomía.

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Entre todos aquellos datos e imágenes enviados por la Voyager los científicos se quedaron asombrados ante la explosión detectada en la silueta de una de las lunas de Júpiter: Ío.

Allí fuera, a más de 628.000 kilómetros de nuestro planeta, un volcán estaba haciendo erupción ante la atenta y sorprendida mirada de todo el equipo de la Voyager. Era la primera vez que se detectaba actividad volcánica fuera de la Tierra.

Desde aquella foto en 1979 los astrónomos han estudiado más profundamente la geología de Ío y nos han descubierto un activo mundo con erupciones que llegan a superar los 300 kilómetros de altura.

Ío es un mundo poco amable. Tiene un tamaño similar a nuestra Luna y además de sus volcanes expulsando dióxido de azufre, cuenta con profundas calderas volcánicas, grandes lagos de azufre fundido y flujos volcánicos que arrastran durante cientos de kilómetros materiales fundidos compuestos de azufre y silicatos. Si algún día conseguimos realizar viajes espaciales, Ío no parece el mejor lugar para irse de vacaciones…

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El satélite tiene muy poca gravedad por lo que estas grandes erupciones volcánicas se alzan en el cielo cientos de kilómetros y gran parte del material es expulsado fuera del planeta y termina siendo ionizado y atrapado por el campo magnético de Júpiter y de otras lunas, como Europa y Ganímedes, contribuyendo a la formación de bellas auroras.

Los avances tecnológicos de los últimos años han permitido observar estas grandes erupciones desde la Tierra utilizando potentes telescopios como el Observatorio W.M.Keck situado en la cima del Mauna Kea.

Desde allí, este pasado 15 de agosto, la doctora Imke de Pater ha detectado una de las mayores erupciones registradas hasta la fecha en Ío.

Utilizando los telescopios gemelos Keck de este observatorio hawaiano la astrónoma de la Universidad de California, Berkeley, se hizo eco de una erupción volcánica en Ío tan potente que lanzó material rocoso a cientos de metros de altura afectando a un área de más de 30 kilómetros cuadrados de extensión.

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Además los instrumentos en el espectro infrarrojo del Keck II, captaron el flujo de grandes ríos de lava de azufre en la región de Ío conocida como “Rarog Patera”

No es la primera vez que se registran estas grandes erupciones en la luna de Júpiter, y aunque la mayor de ellas se detectó en febrero de 2001, la explosión de este pasado 15 de agosto es sin duda una de las diez mayores erupciones volcánicas que el ser humano ha registrado en todo el sistema solar.

Fuente: Yahoo! España
Las gigantescas erupciones volcánicas de Ío