‘Barrabás, historia de un perro’: tragedia griega del siglo XXI

El perro de la casa ataca al niño de dos años en presencia de la madre mientras el padre anda de viaje. Ese es el punto de partida de la tragedia que representa a Uruguay en el 38 Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami, “Barrabás, historia de un perro”, escrita y dirigida por Stefanie Neukirch.

“Los protagonistas son el niño y el perro, pero nunca vemos a ninguno de los dos; solamente se los menciona”, explica Neukirch desde Montevideo, donde estrenó la obra en febrero. “En ausencia del padre, el pitbull de la familia ataca al niño sin motivo aparente. Vienen las consecuencias devastadoras para la pareja, toda la carga de la culpa, de si pudo haberse evitado el ataque, y luego la reconstrucción de los hechos” con los puntos de vista opuestos.

Estefanía Acosta y Lucio Hernández encarnan los personajes de la madre y el padre en “Barrabás, historia de un perro”.
Estefanía Acosta y Lucio Hernández encarnan los personajes de la madre y el padre en “Barrabás, historia de un perro”.

Una reconstrucción de los hechos casi policial, con una capa bíblica que parte de la alegoría del nombre del perro, añade la autora y directora. Barrabás es el personaje del Nuevo Testamento “que logra escapar de la crucifixión cuando el pueblo lo elige en lugar del Mesías” para que Poncio Pilatos lo indulte, recuerda Neukirch.

La obra aborda “el tema del nacimiento de la culpa en una situación aparentemente cotidiana, la relación de pareja entre el padre y la madre del niño, con el trasfondo que para nosotros en Occidente representa nuestra condición de herederos de la cultura judeocristiana”, explica.

Así que el público no debe esperar un tono alegre y colorido, porque la intención es reflexionar sobre un tema difícil, advierte. Cuenta que la idea original de “Barrabás, historia de un perro” se le apareció en 2017. Con el tiempo le fue dando vueltas “hasta que la escribí muy rápidamente en 2021”, dice, “cuando ya lo tenía todo asimilado”.

“El público no debe esperar un tono alegre y colorido, porque la intención es reflexionar sobre un tema difícil”, advierte la autora y directora de la tragedia.
“El público no debe esperar un tono alegre y colorido, porque la intención es reflexionar sobre un tema difícil”, advierte la autora y directora de la tragedia.

Tragedia y purificación

Lo que está por debajo, confiesa, es la receta de la tragedia clásica griega. “Me pareció que el tema necesitaba ser tratado desde esa óptica, y la tragedia griega tiene la maravillosa cualidad de purificar al espectador”, asegura.

Al cabo de sus propias investigaciones, Neukirch cree que la tragedia griega nació en los ritos de iniciación dedicados a las diosas Deméter y Perséfone en Eleusis, un sitio próximo a Atenas, en la antigua Grecia. De hecho, se les conoce como los misterios eleusinos.

“Está íntimamente vinculada al acto de purificación, al acto espiritual de poder liberarte de viejas heridas”, comenta. “Podrás preguntarte cómo se logra eso con una obra tan fuerte, y la respuesta es la catarsis del espectador, que desde su butaca, sin haber vivido la experiencia, puede vincularse con el relato de manera que le produzca un cambio interior”.

Ojalá que el espectador pueda verse reflejado en una de estas miradas, dice Neukirch, o en las dos, o que oscile entre la mirada femenina y la masculina, “porque ambos personajes tienen argumentos muy poderosos a favor y en contra del punto de vista que cada uno toma sobre el ataque”.

En estos tiempos, géneros puros como la tragedia y la comedia se contaminan un poco en favor de lo que los productores creen que la gente quiere consumir, comenta.

“A veces la gente necesita que vengan a zarandearlas un poquito, que les recuerden la profundidad de la existencia humana, y creo que la tragedia cumple una función básica en ese sentido”, dice la autora y directora de “Barrabás, historia de un perro”.
“A veces la gente necesita que vengan a zarandearlas un poquito, que les recuerden la profundidad de la existencia humana, y creo que la tragedia cumple una función básica en ese sentido”, dice la autora y directora de “Barrabás, historia de un perro”.

“Pero a veces la gente necesita que vengan a zarandearlas un poquito, que les recuerden la profundidad de la existencia humana, y creo que la tragedia cumple una función básica en ese sentido”, agrega. “Así como podés enganchar a personas a través de lo cómico y lo divertido, creo que también puedes engancharla por la profundidad: creo en esa capacidad del ser humano, y mi obra tiene –entre otros— ese cometido: volver a conectar”.

Neukirch observa que, desde su aparición, el teatro es un fenómeno colectivo: vas con tu pareja, con tus amigos; todos a la vez están en compañía de desconocidos, y “ahí se respiran muchos puntos de vista diferentes y mucha vida”.

Estefanía Acosta y Lucio Hernández en otra escena de la obra, que tuvo su estreno mundial en febrero en el Teatro Solís, de Montevideo.
Estefanía Acosta y Lucio Hernández en otra escena de la obra, que tuvo su estreno mundial en febrero en el Teatro Solís, de Montevideo.

“Entonces, el hecho de estar compartiendo con otros lo que les está pasando a esos personajes en escena es también una manera de ganar fuerza para enfrentar las cosas: no estás sola en el teatro; es bien distinto a la persona en el diván [del psicoanalista], porque el teatro es un fenómeno colectivo, y ese acto es muy provechoso, tanto para la risa como para la reflexión individual”, manifiesta. “Ojalá que salgas del teatro pensando cosas propias con el ímpetu de decírselo a otros, de abrirte a otros y de conectar con otros”.

A falta de raíz, alas

Stefanie Neukirch nació en Bonn, Alemania, hija de un diplomático alemán y una pianista uruguaya. La familia no pasaba mucho tiempo en un mismo país, y eso la marcó.

“Un adulto puede que tenga sed de aventuras, pero para la psique de un niño el cambio constante es muy difícil de asimilar, porque te conecta todo el tiempo con la pérdida”, explica. “Estás en un lugar, hiciste amigos, te encariñaste, crees que algo de eso es tuyo –sea material o simbólico--, y de la noche a la mañana ya no lo es. Yo me sé el himno de El Salvador, pero no me sé el de acá [Uruguay]. Lo que le ocurre a un niño cuando lo trasplantás permanentemente es que no logra echar raíces, casi por estrategia de supervivencia”.

La repercusión positiva que eso tiene en la adultez es la capacidad de adaptación, agrega. “No me aferro a las cosas, o muy poco; siempre tengo esta sensación como de ave de paso. La contracara es que no tener raíces equivale, en algún sentido, a no tener identidad. Sos de todos lados, pero no sos de ninguno. Y yo siento que en mi escritura siempre está la identidad como tema de fondo”.

Aunque el teatro no es algo que se cultivara en su familia inmediata, ella siempre supo que quería ser actriz.

“Los protagonistas son el niño y el perro, pero nunca vemos a ninguno de los dos; solamente se los menciona”, anticipa Neukirch.
“Los protagonistas son el niño y el perro, pero nunca vemos a ninguno de los dos; solamente se los menciona”, anticipa Neukirch.

“A los siete años, incluso antes, ya andaba anunciándolo”, relata. “Mi madre me cuenta que cuando nació mi hermano –yo tenía entonces dos años— me puse a recitar poemas. Lo que siempre estuvo ahí fue el gusto de contarles historias a demás, y de eso se tratan la actuación y la escritura, e incluso la dirección, porque lo que hacemos al dirigir es darles forma a esas historias que otros escribieron”.

Seguramente ha sido una necesidad ancestral para ella, subraya, porque su bisabuela fue actriz en el Montevideo de 1900, cuando la mujer debía quedarse en casa para cocinar y criar a los hijos.

“Era una época en la que la actuación se asociaba con la prostitución, así que fue una transgresora muy salada que luchó por hacer esto a pesar de la sociedad”, comenta.

Cree que escritura, actuación y dirección son tres disciplinas que se dan la mano. “Mis mentores son de Estados Unidos, porque allí me formé”, asegura. “Hay algo siempre en ti de la persona que te abre la puerta y te da herramientas que usás hasta el día de hoy, y que son pilares en tu formación”.

Se graduó en 2004 en la American Academy of Dramatic Arts de Nueva York y cursó un postgrado en el T. Schreiber Studio, de la misma ciudad, donde luego estuvo trabajando durante un año con Richard Foreman en su compañía off Broadway.

“Mi gran profesor fue Terry Schreiber: hasta el día de hoy lo invoco”, reconoce Neukirch. “Muchas veces como actriz pongo a Terry en el público y pienso: ‘¿Qué me diría él; qué feedback me estaría dando en esta situación?’ Y previamente, imposible no pensar en aquellas personas que creyeron en mí incluso antes de que yo creyera en mí misma”.

Se refiere a Mildred Hernández, su maestra de Literatura cuando estudiaba en Guatemala, donde vivió ocho años.

“Fue una persona clave que incluso me dio un impulso con la escritura, porque ella es escritora”, manifiesta. “A veces es tan sencillo como interesarte por el individuo. Suelen ser más las preguntas que las respuestas las que nos van abriendo el camino; una persona que se interesa lo suficiente en ti como para hacerte preguntas, aunque no puedas responderlas”, dice. “Hay algo del interés genuino que, en mi caso, tuvo mucho que ver con ella para abrirme paso, y luego empiezan a aparecer personas mucho más afines a ti, porque ya estás en el camino”.

“Barrabás, historia de un perro” (Uruguay), el viernes 19 y sábado 20 de julio, 8:30 p.m., y domingo 21, 5:00 p.m., Westchester Cultural Arts Center, 7930 SW 40th St., Tropical Park, Miami 33156. Boletos: $32.10 admisión general, $26.91 estudiantes y seniors. https://wcac.booktix.com/dept/main/e/BarrabasHDUP, Más: https://www.teatroavante.org/

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