El arma secreta de Nueva York en la guerra contra las ratas: Katie, la perrita
NUEVA YORK — Sarah Darby y su compañera canina, Katie, entraron a Prospect Park, en Brooklyn, bajo una luna llena del cazador. Darby encendió el collar de luces LED rojas de Katie, le soltó la correa y Katie salió corriendo, mirando por encima del hombro para asegurarse de que su dueña la seguía.
Katie desapareció por una curva del camino asfaltado que bordea el campo principal del parque. Cuando Darby la alcanzó, Katie estaba rodeando un bote de basura. “¿Lista, Katie?”. Darby inclinó hacia atrás el bote. Una rata regordeta salió corriendo.
La borrosa persecución duró solo un segundo. Katie atrapó a la rata chirriante entre sus mandíbulas, movió la cabeza de un lado a otro y le partió el cuello. Dejó caer a la rata inerte y Darby utilizó una toalla de papel doblada para tomarla de la cola y tirarla al bote de basura, entre cáscaras de plátano y envolturas de magdalenas.
Fue la muerte número 363 del año para Katie.
La número 364 llegó nueve minutos después. “¡Cuidado!”, llamó Darby en voz baja a una mujer que vestía una sudadera con capucha cuando pasó trotando junto al cadáver peludo, de más de 30 centímetros de nariz a cola. “Dios mío”, exclamó la corredora mientras se alejaba a toda prisa.
Katie pesa 5,6 kilogramos y tiene unos 4 años. Tiene un 28 por ciento de chihuahua, un 16 por ciento de pug, un 16 por ciento de rat terrier y un 40 por ciento de raza mixta. Darby, de 50 años, consultora educativa de día, adoptó a Katie de un refugio de Texas, cerca de la frontera con México, en 2022. No mucho después, Darby relató: “La estaba paseando por un parque infantil que tenía muchísimas ratas y ella me reveló en cierto modo su interés por hacer esto”.
En 2023, Katie cazó 115 ratas. A más o menos una semana del cierre de este año, su conteo se acerca a las 500. Un mapa de Google codificado por colores, titulado: “Las ratas de Katie 2024”, muestra que alrededor del 40 por ciento de las muertes se produjeron en Prospect Park; el resto, en las aceras de los barrios de Park Slope y Gowanus. Todas estaban a menos de un kilómetro y medio de la casa de Darby, y casi todas las muertes, afirmó, se habían producido en la órbita de un bote o una bolsa de basura. El mes más prolífico de Katie fue septiembre. Por alguna razón, su día más productivo de la semana es el jueves.
Katie ha encontrado un sinfín de presas incluso en medio de la guerra contra las ratas declarada a gritos por el alcalde Eric Adams, incluida su reciente iniciativa para trasladar los característicos montones de bolsas de basura de las aceras a los contenedores de desechos. La zarina de las ratas de la ciudad, Kathleen Corradi, está desplegando técnicas integrales de control de plagas en cuatro “Zonas de Mitigación de Ratas”. En la zona de Harlem, las ratas se han mitigado tanto que un club social de propietarios de perros que durante 30 años llevó a sus perros a ratear por Manhattan todos los viernes por la noche, suspendió sus actividades hace poco.
“Atrapas a una o dos, pero esa no es la razón por la que estamos allí”, aclaró Richard Reynolds, organizador de la Sociedad de Cazadores de Ratas del Callejón Ryders, más conocida como RATS por su sigla en inglés. Sus canes ratoneros dividen ahora su tiempo de caza entre la persecución de jabalíes en la región del sur profundo y el trabajo por encargo de acabar con las plagas de ratones en los almacenes de alimentos.
Pero en el barrio de Katie, los avistamientos de ratas aumentaron un 11 por ciento desde el año pasado.
Antes de salir de caza, Darby se para en la cocina y dobla las toallas de papel en rectángulos perfectos.
“Solía traer solo dos, pero luego eso ya no era suficiente”, narró hace poco mientras Katie estaba sentada a su lado en el suelo, con los ojos levantados y las orejas concentradas, esperando la señal de que había llegado la hora. “Luego llevaba cuatro, y eso tampoco era suficiente. Así que ahora llevo seis”. Las metió en su bolso.
La única noche que se quedó sin toallas de papel fue el 10 de octubre, un jueves, cuando Katie mató ocho ratas, su récord. Darby recogió las dos últimas con una bolsa de papas fritas que encontró en la basura.
Oficialmente, Prospect Park no tiene un problema de invasión de ratas.
“Las ratas no son un problema en Prospect Park, punto”, declaró Morgan Monaco, presidenta de la Alianza de Prospect Park, el grupo sin ánimo de lucro que gestiona el parque de 212 hectáreas. “Claro que hay ratas que viven aquí”, añadió, “pero no suponen el mismo tipo de peligro para la salud que en otros parques”.
En las calles residenciales, la ciudad espera que una nueva norma que obliga a los propietarios de viviendas y a los caseros de espacios pequeños a utilizar contenedores de basura con tapa resistentes a las ratas disminuya el suministro de alimentos de estos roedores.
Darby se muestra escéptica. Este año, en otra noche de otoño, Katie y ella salieron a cazar por la calle cuando Katie escuchó unos arañazos procedentes de un bote de basura con tapa.
Darby golpeó la tapa, como si llamara a la puerta de alguien. Una rata apareció en un agujero, apenas por debajo de la abertura del contenedor, saltó al suelo y se alejó corriendo. Otra rata apareció en el agujero segundos después y saltó. Katie la atrapó antes de que cayera al suelo.
“Esa es su autopista”, señaló Darby. “Tienen su propia entrada y salida, igual que una puerta para gatos”.
Darby confesó que le había llevado tiempo aceptar la obsesión de Katie como propia. “Me había ablandado viviendo en la ciudad”, admitió.
Con el tiempo, ha llegado a disfrutar las aventuras nocturnas. “Por lo demás, mi vida no es muy alocada”, dijo, “y este aspecto de mi vida es una locura total”.
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