Alas sobre el Delta del Río Colorado: importancia hemisférica de un humedal compartido para las aves migratorias

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Uno de los espectáculos más impresionantes que ofrece la naturaleza es la migración de las aves. Este desplazamiento es un aspecto fascinante en el mundo alado. Cada año miles de millones de aves recorren grandes distancias, algunas hasta más de 20,000 kilómetros, movimientos que ocurren principalmente durante la primavera y el otoño. Muchos tipos de aves realizan estas grandes migraciones (pensemos por ejemplo en las famosas golondrinas o los ríos de rapaces), pero son las aves acuáticas como patos, garzas, chorlos, playeros, gaviotas y charranes las que se encuentran entre las más diversas y numerosas en nuestros humedales.

Pelícano Blanco Americano en el Delta del Río Colorado.
Pelícano Blanco Americano (Pelecanus erythrorhynchos). Foto: Jesús Salazar

Durante el viaje, todos los individuos se enfrentan a un sinfín de riesgos y obstáculos que deben sortear para poder completar su ciclo anual. De forma muy simple se puede definir que la migración es el movimiento entre un territorio de anidación o reproducción hacia uno de descanso o postreproductivo; un viaje de ida y vuelta. En el hemisferio norte, las migraciones empatan con el cambio de estaciones, de forma que en otoño sucede la mayor parte del viaje hacia el sur. Las aves prefieren migrar durante la noche, cuando las temperaturas son menores y pueden también guiarse con el mapa estelar. Una excepción a lo anterior son las aves rapaces, las cuales aprovechan las corrientes de aire cálido, llamadas termales o auras, para elevarse y posteriormente avanzar guiándose también por accidentes geográficos como lagunas, penínsulas o montañas.

La migración ocurre a lo largo de áreas relativamente bien definidas que se conocen como rutas migratorias, donde se presentan grandes concentraciones de aves durante sus recorridos. En Norteamérica existen cuatro rutas principales. Una de ellas es la llamada ruta migratoria del Pacífico, que se extiende desde Alaska hacia el sur, a lo largo del litoral del Pacífico por costas tropicales y subtropicales, hasta la Patagonia, en el extremo sur del continente americano.

Las aves migratorias viajan hacia el sur en busca de áreas con suficientes recursos alimenticios, ya que estos disminuyen en el norte con la llegada de las bajas temperaturas durante el invierno. Entre las aves migratorias se distinguen aquellas que hacen vuelos muy largos, es decir, individuos que pueden recorrer cientos y hasta miles de kilómetros sin parar, mientras que otras especies hacen paradas para descansar, alimentarse y así cargar energía para continuar su travesía. Estas paradas se dan en lugares que son usados recurrentemente y son conocidos como sitios clave.

Estos viajes a larga distancia requieren de mucha energía y determinación, lo que lleva a las aves al límite de su resistencia. Debido a lo demandante del viaje, las aves dependen de condiciones ambientales favorables y lugares seguros para hacer sus paradas a lo largo de la travesía. Desafortunadamente, las aves migratorias se enfrentan con más y nuevos desafíos, como la desecación de humedales, la pérdida de hábitat por cambios de uso de suelo como la expansión agrícola o urbana, o la presencia de infraestructura, como edificios o líneas eléctricas, los cuales son obstáculos con los que existe el peligro de colisionar.

En Norteamérica se reconocen varios sitios clave, denominados como humedales de importancia hemisférica por la cantidad de aves que llegan cada invierno. Uno de los sitios de mayor relevancia para las aves migratorias es el Delta del Río Colorado, donde poco más de 17 millones de aves visitan este sistema de humedales durante la migración. Esto es increíble tomando en cuenta que el delta se encuentra inmerso en una región considerada como una de las más áridas en el mundo.

Cienega de Santa Clara. Fotografía de Jesús Salazar
Cienega de Santa Clara. Foto: Jesús Salazar.

Colaboración binacional en el Delta del Río Colorado

El rio Colorado nace en las Montañas Rocallosas, en los estados de Colorado y Wyoming. El río fluye hacia el sur por más de 2,300 km hasta su destino final en el Alto Golfo de California; en su trayecto atraviesa siete estados de los Estados Unidos y dos de México. Los últimos 140 km se encuentran en territorio mexicano, donde forman un gran abanico deltaico de más de 400,000 hectáreas de cauces, planos lodosos y lagunas, entre los estados de Baja California y Sonora, en la bioregión del Desierto Sonorense.

Durante el sigo XX, las actividades humanas como la construcción de presas, las derivaciones de los flujos del río, y la creciente demanda de agua para usos agrícolas, urbanos e industriales en toda la cuenca disminuyeron significativamente el volumen de agua dulce que llegaba al Delta del Río Colorado. Lo anterior generó una pérdida del 85 % de los humedales en esta región y que el río dejara de llegar al mar. Sin embargo, el sitio continuó albergando una interesante diversidad de aves, más de 380 especies, que representan el 95 % de las aves presentes en la cuenca, lo que muestra su gran resiliencia. Esta riqueza de aves se ha mantenido porque existen parches de hábitat que les proporcionan recursos esenciales como alimento y refugio.

Sitio de restauración Miguel Alemán. Foto: Pronatura Noroeste.
Sitio de restauración Miguel Alemán. Foto: Pronatura Noroeste.

El reconocimiento del delta como una región de suma trascendencia para las poblaciones de aves migratorias del continente impulsó una serie de acciones para restaurar los flujos de agua dulce hacia esta zona. Para lograrlo, se han establecido mecanismos de cooperación entre Estados Unidos y México en temas hídricos y ambientales. Desde hace 25 años, Pronatura Noroeste, junto a otras organizaciones civiles que conforman la Alianza Revive el Río Colorado, e instituciones del sector académico y de gobierno de ambos países, trabajan en la implementación de la iniciativa para la restauración ambiental de esta región. Gracias a ello, se logró asignar un volumen de agua dulce para ayudar a la recuperación de bosques riparios y el mejoramiento de los humedales del delta. Un ejemplo fue el Acta 319 del Tratato Internacional de Aguas de 1944 entre Estados Unidos y México, que permitió la liberación de un flujo pulso para la restauración de esta zona en el 2014, así como el Acta 323, actualmente vigente, la cual garantiza una asignación de 259 millones de metros cúbicos para fines ambientales, así como acciones conjuntas de restauración y monitoreo.

Las acciones para la restauración en el Delta del Río Colorado ejemplifican el gran esfuerzo de trabajo conjunto binacional que beneficia a las poblaciones de aves migratorias que, año con año, visitan por millones estos humedales. ¡Vuela con nosotros y sé parte de la gran iniciativa de restauración del Delta del Río Colorado!

* Pronatura Noroeste es una de las seis organizaciones que componen la Alianza Revive el Río Colorado. Entre sus tareas está la restauración, la reforestación, la vigilancia terrestre y marina, la promoción de buenas prácticas de pesca, el impulso a la gobernanza en Áreas Naturales Protegidas y el respeto a la normatividad ambiental, la vinculación con escuelas y la protección a especies en peligro de extinción.