Cómo la AI ayuda a hispanos y negros del sur de la Florida a gestionar su atención médica

En 2001 Severence MacLaughlin estaba inmerso en su trabajo como estudiante de doctorado que investigaba la biología computacional. Pasaba muchos días registrando datos en una computadora central que ocupaba toda una habitación. Una pregunta seguía inquietándolo.

“Mientras codificaba los datos, me preguntaba por qué las empresas no usaban los datos para tomar decisiones empresariales”, dijo.

MacLaughlin, de 45 años, es el fundador de DeLorean Artificial Intelligence, una empresa de atención médica de Palm Beach que usa datos de los registros médicos de los pacientes para pronosticar posibles resultados de salud antes que se agraven.

Fundada en 2019, DeLorean trabaja directamente con médicos y empresas del sector. Sus tecnología la usan 450 centros de diálisis de todo el país. MacLaughlin cree que la tecnología de DeLorean tiene una precisión de 95% al 99% en el pronóstico de las tasas de infección y hospitalización.

La tecnología también examina dónde hay desiertos de servicios médicos para que las empresas puedan aumentar su número de médicos y atender mejor a las comunidades, una de las formas en que la AI se usa cada vez más en el sector de la salud para ayudar a los pacientes de entornos marginados.

Yasser Rodríguez, médico residente en Weston, empezó a adoptar la AI en su propia estrategia de tratamiento cuando leyó una encuesta sobre el uso de dispositivos portátiles en las comunidades negras. Al igual que MacLaughlin, Rodríguez, de 40 años, concuerda en que el acceso a la atención médica es un problema para los hispanos y negros en el país. En su opinión, el uso de la AI a través de la tecnología que se pone en el cuerpo, los llamados wearables, puede ser una solución. Las pruebas de señales cardíacas, como los electrocardiogramas (EKG), que antes solo estaban disponibles mediante una visita al hospital, ahora se pueden consultar en un Apple Watch.

“Tengo pacientes de ochenta y tantos años que vienen a la clínica con sus Apple Watch y me enseñan sus electrocardiogramas”, dijo Rodríguez. “A los pacientes mayores les encanta. Como proveedor, es muy importante enseñárselo a los pacientes”.

Nicole Smith, trabajadora social de Fort Lauderdale de 53 años, comprendió el valor de la tecnología de las aplicaciones móviles después de sufrir un paro cardíaco relacionado con el estrés en noviembre, mientras visitaba a su padre en urgencias. El incidente la dejó en coma tres días y medio.

Nicole Smith, paciente cardiovascular, posa en el exterior de la Cleveland Clinic en Weston donde fue tratada en 2023, el lunes 29 de abril de 2024.
Nicole Smith, paciente cardiovascular, posa en el exterior de la Cleveland Clinic en Weston donde fue tratada en 2023, el lunes 29 de abril de 2024.

Para controlar mejor su salud le implantaron un desfibrilador, y la aplicación ICD de Abbott le permite ahora seguir su ritmo cardíaco a través de su smartphone Galaxy.

Al principio se mostraba escéptica ante la idea de llevar un desfibrilador, pero finalmente llegó a ver el potencial de seguimiento del dispositivo como una ventaja para poder reconocer un problema de salud similar en caso de que se repitiera.

Rodríguez considera que la incorporación de la AI a través de la tecnología wearable cambia las reglas del juego, especialmente para los estadounidenses hispanos y negros, para quienes las barreras socioeconómicas han dificultado históricamente el acceso a la atención sanitaria.

Y el desarrollo de la tecnología wearable en los últimos cinco años ha impresionado a Rodríguez. Desde hace tiempo, muchos wearables detectan la frecuencia cardíaca y el pulso mediante sensores que usan luz verde para medir aspectos como el nivel de oxígeno en la sangre. Por desgracia, la longitud de onda verde no era tan precisa para los pacientes con pigmentos de piel más oscuros, dijo.

“Se sabía desde hace años, y cuando comenzó el COVID en 2020, Apple cambió y diseñó un sensor más fuerte que compensa eso”, dijo. “Fitbit también cambió la intensidad de la longitud de onda verde”.

No obstante, la tecnología wearable puede resultar cara para los pacientes. Para eludir esos costos, Rodríguez dijo que se pueden recetar a los pacientes dispositivos como monitores de presión arterial remotos y parches de calidad médica, que les permiten transmitir datos sanitarios a distancia a las clínicas. Otros dispositivos se sincronizan por Bluetooth con marcapasos y desfibriladores, como el que usa Smith tras su paro cardíaco.

Mientras Smith se adapta a una nueva rutina, cree en la importancia de que otros negros se hagan revisiones periódicas y se vean con un médico. Culturalmente, ha notado un estigma en torno a los negros que buscan atención médica que espera que cambie.

“Si no nos estamos muriendo, no vamos al médico”, dijo. “Siempre tenemos un remedio casero o tendemos a pasar por alto las cosas. Busque un médico con el que se sienta cómodo. Si hay un médico que no lo escucha, busque otro”.