¿Otro año que vivimos en peligro? Ocho riesgos globales que definirán a 2025

El presidente electo, Donald Trump, llega antes del lanzamiento del sexto vuelo de prueba del cohete Starship de SpaceX, el 19 de noviembre de 2024 en Boca Chica, Texas. (Brandon Bell/Pool vía AP)
El presidente electo, Donald Trump, llega antes del lanzamiento del sexto vuelo de prueba del cohete Starship de SpaceX, el 19 de noviembre de 2024 en Boca Chica, Texas. (Brandon Bell/Pool vía AP) - Créditos: @Brandon Bell

Dos fenómenos opuestos, casi incompatibles, definieron a 2024: las guerras y las elecciones.

Pocas veces en la historia contemporánea, tantos millones de personas acudieron a las urnas como en 2024. Con sus más de 70 comicios presidenciales, legislativos y regionales, el super año electoral convocó a casi la mitad de la población mundial a votar y delineó tres tendencias que marcarán la política mundial de los próximos años: la oleada antioficialista, el crecimiento de la derecha y la deriva autoritaria.

El mundo encontró el año pasado una forma antagónica de decidir sus diferencias, no tanto con los votos, sino con las armas. En lugar de apagarse, las guerras se encendieron y 2024 fue uno de los años más sangrientos del siglo. El número de muertes por violencia política creció, por lo menos, un 30% respecto de 2023 hasta llegar a más de 200.000 víctimas fatales, según un estudio del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos publicado hace tres semanas.

Un militar de la 13ª Brigada de la Guardia Nacional de Ucrania dispara un cañón Giatsint-B hacia posiciones rusas cerca de Kharkiv, Ucrania. (AP Foto/Efrem Lukatsky)
Un militar de la 13ª Brigada de la Guardia Nacional de Ucrania dispara un cañón Giatsint-B hacia posiciones rusas cerca de Kharkiv, Ucrania. (AP Foto/Efrem Lukatsky) - Créditos: @Efrem Lukatsky

El aumento de las muertes tiene una explicación: la tasa de escenarios bélicos se duplicó desde 2020 “porque los conflictos de larga data empeoran en lugar de mejorar”, advirtió hace unos días un informe de la organización Datos sobre Eventos y Locaciones de Conflictos Armados (Acled, por sus siglas en inglés). Las guerras de Ucrania y Rusia, e Israel, Hamas y Hezbollah son el ejemplo tangible de ese fenómeno. También lo son conflictos de menor impacto global pero igual poder de destrucción como Haití, Sudán o Myanmar.

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Este año tendrá seguramente menos comicios; la gran incógnita –o, tal vez, la gran esperanza- es si también habrá menos guerras. El año comienza con la asunción, el 20 de enero próximo, de un presidente norteamericano que promete que sí, que él se encargará de terminar en apenas días con algunas de las guerras que asolan al mundo. Para hacerlo, deberá lidiar con varios riesgos globales que atravesarán 2025 para convertirlo o bien en un año de pacificación o bien en otro año en el que vivimos en peligro. Esos riesgos globales están encabezados por las propias promesas de campaña de Donald Trump.

1) Las promesas ¿o tiros en el pie? de Trump

Como nunca, los fenómenos globales se encadenaron en los últimos años para retroalimentar las crisis, divisiones y enfrentamientos que marcan al planeta. Las guerras, las tormentas económicas, el cambio climático, la desigualdad, la eclosión tecnológica generan, por ejemplo, olas migratorias que, a su vez, moldean los ánimos políticos y sociales y los resultados electorales de los países receptores. Eso sucedió en Estados Unidos.

Las guerras, en tanto, desvelan a algunos gobiernos al punto de que los obligan a desatender otros frentes de conflictos y precipitan nuevos escenarios de incertidumbre global. Eso sucedió con Rusia e Irán, ambos ocupados en sus enfrentamientos con Ucrania e Israel, en una Siria sin Bashar al-Assad y con un grupo islamista al mando.

El expresidente Donald Trump se reúne con el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, en la Torre Trump, el 27 de septiembre de 2024, en Nueva York. (AP foto/Julia Demaree Nikhinson, archivo)
El expresidente Donald Trump se reúne con el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, en la Torre Trump, el 27 de septiembre de 2024, en Nueva York. (AP foto/Julia Demaree Nikhinson, archivo) - Créditos: @Julia Demaree Nikhinson

En 2025, el factor que atravesará, retroalimentará y condicionará precisamente a casi todos los fenómenos globales serán las promesas de campaña de Trump por el impacto inmediato y disruptivo que tendrán en varias regiones en caso de que el próximo presidente decida cumplirlas a rajatabla. Tres en particular inquietan o ilusionan a socios y rivales de Estados Unidos por igual: la deportación masiva de inmigrantes, la aplicación de aranceles a todos los bienes que ingresen en Estados Unidos y la negociación de la paz entre Kiev y Moscú.

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A diferencia de su primer mandato, Trump eligió ahora un gabinete de ultraleales en lugar de técnicos o miembros del establishment republicano, una señal de que no está dispuesto a permitir que alguien frene o diluya sus decisiones o promesas de campaña. ¿Qué pasaría si las aplica sin matices?

Migrantes que buscan asilo en Estados Unidos son vigilados por agentes de Texas junto al muro fronterizo en El Paso
Migrantes que buscan asilo en Estados Unidos son vigilados por agentes de Texas junto al muro fronterizo en El Paso - Créditos: @Foto de Herika Martínez / AFP

Estados Unidos podría deportar a millones y millones de personas, mayormente a través de la frontera sur, con México. Ellas buscarían refugio seguramente en los países de la región, que serán desafiados por una crisis migratoria capaz de alterar la economía, la política y el ya encendido ánimo social de los latinoamericanos.

Convencido de que el mundo saca provecho injustamente de Estados Unidos, Trump, por otro lado, amenaza a sus socios comerciales –prácticamente todos los países- con aranceles de importación que irían desde el 10% hasta el 200% en el caso de los bienes chinos. Esa política trastornaría el comercio global, el gran motor de crecimiento del mundo en desarrollo, más que la pandemia o las guerras de esta década.

La pregunta que ni aliados ni rivales de Trump hoy logran responder es si el próximo presidente se verá desalentado de cumplir con sus promesas por dos amenazas que podrían transformarlas en tiros en el pie.

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Por un lado, la deportación masiva implicará un enorme esfuerzo público que obligará a la Casa Blanca a contratar más agentes de frontera, funcionarios judiciales, empleados del Departamento de Seguridad Interior y a aumentar considerablemente el presupuesto, medidas que contradicen la promesa de un Estado chico de Trump y de su alter ego, Elon Musk.

El presidente electo Donald Trump escucha a Elon Musk mientras llega para presenciar el despegue del mega cohete Starship de SpaceX en un vuelo de prueba desde Starbase, en Boca Chica, Texas, el 19 de noviembre de 2024. (Brandon Bell/Pool vía AP, Archivo)
El presidente electo Donald Trump escucha a Elon Musk mientras llega para presenciar el despegue del mega cohete Starship de SpaceX en un vuelo de prueba desde Starbase, en Boca Chica, Texas, el 19 de noviembre de 2024. (Brandon Bell/Pool vía AP, Archivo) - Créditos: @Brandon Bell

Por el otro lado, economistas demócratas y republicanos advierten que los aranceles podrían derivar en una espiral inflacionaria que haría palidecer las tasas que tanto desvelaron a los norteamericanos en los últimos tres años y que diezmaron las chances de triunfo de los demócratas.

2) Una corta voluntad de paz

La tercera promesa de Trump tampoco está exenta de riesgos para su Casa Blanca ni para el mundo, sobre todo para Ucrania y los socios europeos de Estados Unidos. El presidente electo prometió na y otra vez que solucionará la guerra en Ucrania en “las primeras 24 horas” de su gobierno. Corre con una ventaja que Biden no tuvo. Casi tres años de guerra desgastaron a Kiev y a Moscú.

Vladimir Putin, el presidente de Rusia.
Vladimir Putin, el presidente de Rusia. - Créditos: @Getty Images

Moscú hoy avanza lenta, pero progresivamente, en el este y el sudeste ucraniano, ante una Kiev que pierde aliento y armas; las tropas rusas ya ocupan cerca del 20% del territorio de su rival. Sin embargo, la audacia de la ofensiva de Ucrania terrestre sobre Kursk o aérea sobre el interior ruso desnudaron la debilidad militar de una Rusia que, además, ve enfriarse su economía.

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Fatigados, el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, como su par ruso, Vladimir Putin, dan señales de estar dispuestos a hablar. Hasta ahí llegan el consenso sobre un más que potencial cese al fuego y la voluntad de paz.

En esta imagen tomada de un video difundido por el Ministerio de Defensa de Rusia el 3 de diciembre de 2024, se puede ver un lanzacohetes
En esta imagen tomada de un video difundido por el Ministerio de Defensa de Rusia el 3 de diciembre de 2024, se puede ver un lanzacohetes "Grad" de 122 mm. que dispara hacia posiciones ucranianas en la región de Kursk, Rusia, cerca de la frontera con Ucrania. (Servicio de Prensa del Ministerio de Defensa de Rusia vía AP)

Las condiciones de una tregua pueden ser infranqueables. Rusia busca quedarse con el territorio ocupado para crear una zona colchón entre ella y Europa. Ucrania exige garantías de seguridad a Estados Unidos y Europa y promesas de no agresión de Moscú. ¿Cómo hará Trump para comprometerse con todas esas peticiones de una y otra sin ser condicionado por su proclamada admiración por Putin o sin alienar a sus socios europeos? La triangulación de Trump ya está en marcha y, seguramente, implicará malabares y mucha destreza diplomática para asegurar una tregua duradera.

3) Guerra total o acuerdo entre enemigos

La diplomacia norteamericana tendrá desafíos en Medio Oriente si quiere refrendar la imagen de un Trump antiguerra y para evitar que los múltiples frentes que incendian la región desde la masacre de Hamas en Israel, el 7 de octubre de 2023, la región deriven en una guerra total con ramificaciones en el resto del mundo.

Israel e Irán estuvieron dos veces al borde de esa guerra el año pasado y retrocedieron. ¿Podrán los enemigos jurados evitar un conflicto directo ante una nueva escalada?

La Cúpula de Hierro de Israel, en plena acción ante un ataque de  Hezbolla. (Jalaa MAREY / AFP)
La Cúpula de Hierro de Israel, en plena acción ante un ataque de Hezbolla. (Jalaa MAREY / AFP) - Créditos: @JALAA MAREY

Irán, tan enemigo de Israel como de Estados Unidos, está debilitado: perdió las defensas de Hezbollah; las sanciones asfixian a su economía y parte de su arsenal es vetusto. Pero tiene un programa nuclear. ¿Cómo aprovecharán Trump y Benjamin Netanyahu esa vulnerabilidad de Teherán? ¿La usarán para negociar el fin del desarrollo nuclear iraní o apelarán a una ofensiva militar para darle una estocada final a la teocracia chiita? Una tercera posibilidad alimenta la dimensión del riesgo global que irradia desde Medio Oriente. Presionado por el ala dura del régimen, los ayatollahs podrían también contrarrestar su vulnerabilidad con un ataque directo a Israel. Todo es posible en este capítulo tan volátil de la historia de la región.

4) Siria y el retorno del terrorismo islámico global

Gaza es la otra incógnita y peligro de Medio Oriente. ¿Hasta cuándo durará la ofensiva israelí que ya destruyó casi por completo a ese territorio, recluyó en la hambruna y la desesperanza a millones de palestinos y desgastó la imagen y el apoyo global de Israel? Netanyahu evita poner fechas o límites pero promete mantener su ofensiva hasta acabar con Hamas. Pocos son los planes para el día después de eso, si es que llega.

Soldados israelíes apuntan con un arma al montar guardia en el laso palestino del cruce fronterizo de Kerem Shalom durante un recorrido de periodistas por el área de la Franja de Gaza, el 19 de diciembre de 2024. (AP Foto/Ohad Zwigenberg)
Soldados israelíes apuntan con un arma al montar guardia en el laso palestino del cruce fronterizo de Kerem Shalom durante un recorrido de periodistas por el área de la Franja de Gaza, el 19 de diciembre de 2024. (AP Foto/Ohad Zwigenberg) - Créditos: @Ohad Zwigenberg

En un año y tres meses de ofensiva israelí, el grupo terrorista palestino perdió los actores y las armas esenciales de su estructura política y militar. Pero una advertencia llega desde Siria e Irak para el primer ministro israelí: la ideología terrorista no es tan fácil de destruir.

El mundo tuvo un fuerte aviso sobre ese fenómeno en las últimas semanas. La avanzada de los rebeldes islamistas de Hayat Tahrir al-Sham (HTS) sobre Damasco precipitó la caída de Al-Assad y las dudas sobre el futuro de Siria: ¿está ese país tan geoestratégico en la región ante un amanecer democrático o ante un anochecer extremista que lo asemeje a Afganistán? Dueño por ahora de esa respuesta, el líder rebelde, Ahmed al-Sharaa (mejor conocido por su nombre de guerra, Mohammed al-Golani), da señales ambiguas.

El líder rebelde de Siria, Abu Mohammed al-Golani, con un funcionario libanés, en Damasco. (AP/Mosa'ab Elshamy)
El líder rebelde de Siria, Abu Mohammed al-Golani, con un funcionario libanés, en Damasco. (AP/Mosa'ab Elshamy) - Créditos: @Mosa'ab Elshamy

Hoy supuestamente moderado, Al-Golani estuvo asociado alguna vez con Al-Qaeda y, luego, con Estado Islámico (EI). Los especialistas occidentales ahora temen que el grupo EI, envalentonado por ese antiguo lazo, busque retornar de las supuestas catacumbas a las que lo confinaron los ataques norteamericanos de 2017 y 2018. El ataque del 1° de enero en Nueva Orleans muestra que EI, o más bien su ideología, aún tienen el empuje para volver a aterrorizar al mundo.

5. Venezuela y la consumación de una dictadura.

La violencia de 2024 no solo llegó en la forma de guerras o ataques terroristas. También arribó de la mano de la represión encarnizada de los autócratas del mundo contra sus sociedades. Nicolás Maduro consumó su dictadura el 28 de julio pasado y en las semanas y meses que le siguieron. El presidente venezolano perdió, según la evidencia de las actas de la oposición, estrepitosamente ante Edmundo González Urrutia. Pero él, sus lugartenientes del miedo y de las economías ilícitas, su aparato burocrático y judicial y sus brazos armados se negaron admitirlo. Y a esa negativa le siguieron meses de represión callejera y persecución política, un avance de lo que le espera a Venezuela esta semana en anticipación del 10 de enero, día de traspaso del poder, en el que Maduro se convertirá en un presidente de facto. El año no le deparará a los venezolanos buenas noticias.

Nicolás Maduro, en un acto con militares venezolanos
Nicolás Maduro, en un acto con militares venezolanos

Como los regímenes de los Ortega, en Nicaragua, y de Miguel Díaz-Canel, en Cuba, el chavismo tiene el control total de la violencia –la legal y la ilegal– en Venezuela, una condición que limita cualquier aspiración de la oposición de acceder al poder que ganó en las urnas. Sin embargo, no le será tan fácil ser un dictador a Maduro. A cargo de la política exterior de Trump para América Latina estarán dos halcones de Florida, Marco Rubio y Mauricio Claver-Carone, enemigos declarados del chavismo.

Las opciones de la próxima Casa Blanca, por ahora, se centran en las sanciones económicas y el final de las licencias petroleras, medidas que no le serán gratuitas ni a los venezolanos, ni a Estados Unidos y ni a la región. La catástrofe económica venezolana empezó a ceder cuando la administración Biden habilitó al régimen las licencias de petróleo. El regreso de la feroz depresión a Venezuela motorizaría el exilio de millones de personas, que, como ya hicieron y hacen, buscarían refugio y esperanza en la región y en Estados Unidos. Ese fenómeno migratorio alteró la política de la mayoría de los países receptores, en especial Colombia, Perú y Chile.

Cubanos esperan para entrar en la embajada española en La Habana.
Cubanos esperan para entrar en la embajada española en La Habana. - Créditos: @YAMIL LAGE

Otra dictadura está expulsando gigante a ritmo récord, Cuba. Esta crisis económica de la isla de los Castro no es una más, al punto de que muchos especialistas creen que es una crisis terminal. Muchas veces se dio por muerto al régimen y, sin embargo, la dictadura más vieja de la región resiste gracias a la represión y el apoyo de los socios de siempre: Rusia, Irán, China. La fórmula que con eficiente crueldad copian Venezuela y Nicaragua.

6. La región busca escapar de su trampa de siempre

No todo es deriva autocrática en la región. Los latinoamericanos creen la democracia es el mejor sistema de gobierno, según muestra el informe 2024 de Latinobarómetro. Sin embargo, le pasan muchas facturas y esas quejas llegan en la forma de ola antioficialista.

América Latina es la región más permeada por el fenómeno. En todas las elecciones presidenciales de 2018 a hoy, solo tres países escaparon a la tendencia: Paraguay, México y República Dominicana. Los sondeos indican que 2025 será una continuación de esa oleada. Cuatro naciones eligen mandatario: Ecuador, Bolivia, Chile y Honduras. Salvo en Ecuador, donde Daniel Noboa se afianza para la reelección, la oposición corre con chances de desplazar al oficialismo en los tres países. De triunfar, la región estaría nuevamente ante un auge de la centroderecha y de la derecha similar de la segunda mitad de la década pasada.

El presidente de Ecuador, Daniel Noboa saluda al llegar a Poalo, en Ecuador, el 21 de marzo de 2024. (AP Foto/Dolores Ochoa, Archivo)
El presidente de Ecuador, Daniel Noboa saluda al llegar a Poalo, en Ecuador, el 21 de marzo de 2024. (AP Foto/Dolores Ochoa, Archivo) - Créditos: @Dolores Ochoa

De izquierda a derecha y de derecha a izquierda, los ciclos políticos de la región se aceleran cada vez más. Detrás de esa rotación, hay un peligroso cocktail de descontento social, economías estancadas y Estados paralizados que desgasta a la democracia. “Con este bajo crecimiento, no vamos a poder escapar de la triple trampa que describe la Cepal. La región acaba así de perder otra década”, advierte, en diálogo con LA NACION, el analista político y jurista Daniel Zovatto.

El bajo crecimiento promete extenderse a 2025. El FMI anticipa un crecimiento de 2,5% para este año, una tasa no mucho mayor a la de los últimos tres años. América Latina, de hecho, crece por debajo del promedio global desde hace casi 10 años, aun cuando la tasa mundial es de por sí anémica y todavía no logró recuperar los números previos a la pandemia.

7. El miedo de los consumidores chinos

Las bajas tasas de crecimiento de América Latina y del mundo encuentran una explicación, al menos parcial, en China. La segunda mayor economía del planeta es el principal pilar de la demanda global y representa el 14% de las exportaciones mundiales y el 10% de las importaciones.

El presidente de China, Xi Jinping, habla a su llegada al aeropuerto en Macao, China, el 18 de diciembre de 2024. (Eduardo Leal/Pool Foto via AP)
El presidente de China, Xi Jinping, habla a su llegada al aeropuerto en Macao, China, el 18 de diciembre de 2024. (Eduardo Leal/Pool Foto via AP) - Créditos: @Eduardo Leal

Pero China no logra recuperarse de la pandemia. Sus tasas de crecimiento apenas arañan el 5%, una cifra insuficiente para confrontar con la crisis de endeudamiento, la explosión de la burbuja inmobiliaria, el alto desempleo joven y la bomba demográfica, y, menos incluso, con la aspiración de Xi Jinping de transitar la próxima década como la mayor economía del mundo y la mayor potencia militar.

Este año la tasa de crecimiento será, según el FMI, la menor en tres años. Consciente del peligro malestar social ante el bajo crecimiento, el régimen chino se comprometió abiertamente a lanzar estímulos que rechazaba hasta hace poco: más déficit público, recorte de tasas de interés, nuevos créditos. El objetivo: convencer a los chinos, golpeados por la pérdida de riqueza personal con la explosión de la burbuja inmobiliaria, de que vuelvan a consumir. No será tan fácil; Pekín ya lanzó un paquete hace unos meses y no funcionó.

Ahora, con el triunfo de Trump, el apuro es mayor; los aranceles prometidos por el próximo presidente norteamericano. La amenaza se cierno no ya solo sobre el consumo interno, sino también sobre las exportaciones, un peligro demasiado grande para la economía china y para Xi. Algunos especialistas ven en la debilidad china una buena noticia, pese a su impacto negativo en el mundo: la vulnerabilidad económica podría disuadir al presidente de China de avanzar en el corto o mediano plazo sobre Taiwán.

8. La extrema derecha se afianza en el corazón de Europa

Las ramificaciones de la endeblez de la economía china explican también fenómenos políticos en el corazón de Europa. El canciller alemán, Olaf Scholz, perdió su coalición de gobierno y debió convocar a elecciones generales para febrero. Detrás de esa derrota del líder socialdemócrata, hay varias explicaciones. Su ausencia de ductilidad política; el creciente malestar de millones de alemanes, sobre todo los del este, y la falta de crecimiento económico. El gigante europeo fue la locomotora continental en la década pasada y ahora es el país del bloque que menos crece. La razón está, en parte, en China, principal mercado de los productos alemanes.

El canciller alemán, Olaf Scholz, con el Reichstag como telón de fondo. (Soeren Stache/dpa vía AP)
El canciller alemán, Olaf Scholz, con el Reichstag como telón de fondo. (Soeren Stache/dpa vía AP) - Créditos: @Soeren Stache

Junto con la debacle socialdemócrata los sondeos anticipan dos movimientos para las elecciones de febrero. Por un lado un triunfo por poco de la derecha personificada por la CDU, el partido de Angela Merkel. Muy cerca, llegaría, por primera vez desde la caída del nazismo, la extrema derecha, de la mano de Alternativa por Alemania (AfD, por sus siglas en alemán); las encuestas le otorgan un inédito 19% de intención de voto.

¿Qué propone AFD? El “Dexit” (la salida de la UE), el retorno del marco alemán, el cierre de fronteras y la designación de los extranjeros como ciudadanos de segunda. Un viaje furioso al pasado, alentado por la Rusia de Putin, de fuertes vínculos con la AfD.

Alice Weidel, vocera federal del partido Alternativa para Alemania (AfD) asiste a la presentación de su candidatura a la cancillería en las elecciones federales de 2025, en Berlín, Alemania, el sábado 7 de diciembre de 2024. (Carsten Koall/dpa vía AP)
Alice Weidel, vocera federal del partido Alternativa para Alemania (AfD) asiste a la presentación de su candidatura a la cancillería en las elecciones federales de 2025, en Berlín, Alemania, el sábado 7 de diciembre de 2024. (Carsten Koall/dpa vía AP) - Créditos: @Carsten Koall

También la ultraderecha francesa, guiada por Marine Le Pen, tuvo vínculos con Putin. Eso no le impidió subir sistemáticamente en las encuestas, un avance alentado por propuestas populistas para enfrentar la crisis del costo de vida que Le Pen y su Reagrupación Nacional (RN) fueron lavando para llegar a más votantes. El cordón sanitario del resto de los partidos funcionó en las últimas elecciones, convocadas sorpresivamente por un debilitado Emmanuel Macron, para evitar que RN se llevara la mayoría parlamentaria y, por ende, la posibilidad de formar gobierno.

Pero Macron sigue su camino descendente en los sondeos y en la influencia, y el establishment se pregunta cuánto más podrá resistir en el poder. La otra incógnita que se plantea es, además, cuánto más resistirá el cordón sanitario anti Le Pen ante un malestar social sin fondo.

La líder de ultraderecha francesa Marine Le Pen, en París. (AP Foto/Aurelien Morissard, Archivo)
La líder de ultraderecha francesa Marine Le Pen, en París. (AP Foto/Aurelien Morissard, Archivo) - Créditos: @Aurelien Morissard

El peligro de 2025 no solo provendrá de sus guerras. Como en 2024, también lo hará de los resultados electorales.