¿La extrema derecha de Le Pen puede gobernar en Francia? Milei y Meloni nos dicen que sí

30 de junio y 7 de julio de 2024. Son las fechas marcadas en el calendario para la celebración de las elecciones legislativas en Francia. Y la extrema derecha de Marine Le Pen parte como gran favorita en estos comicios. ¿Puede conseguirlo? Pese a todos los fracasos durante los últimos años, puede que esta vez sí que haya todos los ingredientes para que se termine convirtiendo en una realidad.

La líder de extrema derecha francesa ha ido aumentando su apoyo desde que en 2011 pasó a liderar el Frente Nacional, ahora convertido en Agrupación Nacional. Pese a su crecimiento, sus cuotas de poder han sido limitadas.

Marine Le Pen en un acto de la extrema derecha en Madrid.  (Photo By A. Perez Meca/Europa Press via Getty Images)
Marine Le Pen en un acto de la extrema derecha en Madrid. (Photo By A. Perez Meca/Europa Press via Getty Images)

Tanto en las elecciones presidenciales de 2017 como las de 2022, la líder de extrema derecha ocupó la segunda posición. Respecto a las legislativas de 2017, también consiguió el segundo lugar, cayendo al tercero en las de 2022. Millones de votos, en definitiva, insuficientes para poder vencer y gobernar. Y eso que muchas veces, Le Pen lideraba las encuestas previas, aunque finalmente se terminaba deshinchando en las urnas.

Sin embargo, las elecciones europeas, celebradas el 9 de junio, supusieron un cambio y la Agrupación Nacional, por fin, fue capaz de convertir los sondeos en realidad. Lo hizo con una victoria rotunda (31,3% de los votos) en la que doblaron a su más inmediato perseguidor (14,6%). No solo eso. Provocaron un terremoto político en Francia que desembocó en la convocatoria anticipada de elecciones legislativas, ante la cual nos encontramos ahora.

Y una vez más, la extrema derecha lidera las encuestas. Hasta ahora, muchas veces este liderazgo se quedaba en nada debido al temor en la sociedad a un eventual Gobierno de extrema derecha, pero parece que esos miedos han quedado definitivamente desterrados y así lo demuestran los precedentes: con Marine Le Pen mejorando sus datos elección tras elección. Si en las presidenciales de 2017 logró un 33,9% de los apoyos en segunda vuelta, en 2022 ascendió al 41,46%. Es decir, ya no existe tanto recelo a elegir estas opciones ultras.

A este respecto ha ido ayudando la normalización de la extrema derecha en distintos Gobiernos internacionales. Trump, en Estados Unidos; Bolsonaro, en Brasil; Orban, en Hungría; Milei, en Argentina, o Meloni, en Italia, han demostrado que la ultraderecha puede gobernar.

Gustará más o menos a una mayoría de la sociedad, pero lo cierto es que no se han producido esos escenarios tan catastróficos que durante tantos años se han pronosticado. Pese a las reminiscencias ideológicas a los regímenes totalitarios de los años 30 y 40, en naciones como Italia, que es el caso más parecido a Francia, hay división de poderes, multipartidismo y unos derechos y libertades consagrados y respetados por todas las formaciones, también la de Meloni.

Así, tanto los ejemplos cercanos como la victoria en las europeas muestran que la extrema derecha francesa empieza a ser percibida como una opción posible de Gobierno. Hay, además, otros factores que pueden ayudar a un triunfo de Marine Le Pen.

Emmanuel Macron, presidente de Francia. (Photo by ANDRE PAIN/POOL/AFP via Getty Images)
Emmanuel Macron, presidente de Francia. (Photo by ANDRE PAIN/POOL/AFP via Getty Images)

El primero de ellos es el hartazgo social. Francia vive una delicada situación económica, con la inflación como gran preocupación, y una sociedad fragmentada y polarizada que ha vivido momentos de tensión máxima en los últimos años, como fueron las movilizaciones masivas de los chalecos amarillos. En este contexto tan volátil, es más probable que los votantes abracen los discursos más extremistas que van en contra del establishment tradicional, al que se culpa de todos los problemas.

También suma el desgaste evidente de Emmanuel Macron. Con los conservadores y los socialistas arrinconados en el tablero político, hace ya años que la cosa se dirime entre el actual presidente y Le Pen. Ahora mismo, el líder centrista acumula siete años en el poder, con medidas impopulares y promesas incumplidas pesando mucho en la ecuación. Un 71% de los franceses desaprueban su gestión y solo un 28% la avalan. Cifras muy pobres que abren la puerta a un cambio en las urnas. Y es aquí donde la Agrupación Nacional emerge como un voto de castigo contra Macron.

Hay otro motivo importante y es la decisión de varias formaciones de izquierda (ecologistas, Francia Insumisa, socialistas y comunistas) de concurrir juntas con el objetivo de crear un nuevo frente popular, como el que hubo en los años 30, y así frenar a la extrema derecha. Lógicamente, esta unión va a concentrar mucho más el voto, pero también puede ser una amenaza para los votantes de la derecha tradicional, que pueden decidir apoyar al partido de Marine Le Pen. Esta decisión puede suponer una movilización más profunda de los sectores conservadores.

Por tanto, toda esta conjunción de factores hacen que esta vez sí que sea posible ver a la extrema derecha ganando. Las urnas tendrán la respuesta definitiva.

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