Por qué los autos clásicos que circulan en Cuba no interesan a los coleccionistas de EEUU
A primera vista, muchos de los vehículos que recorren las calles de La Habana y otras ciudades de Cuba serían joyas apetecibles para los coleccionistas de automóviles clásicos: viejos Cadillacs, Chevrolets, Packards, Fords y demás de los años 40 y 50, plenamente funcionales y en cantidades inauditas en comparación a sus similares aún operativos en Estados Unidos.
Pero como relata el portal de la televisora CNBC, no habría un entusiasmo masivo entre los coleccionistas y comerciantes de autos clásicos de fabricación estadounidense por saltar a la isla para comprarlos y luego revenderlos con buenas ganancias en el mercado de EEUU. En realidad, todo sería más bien un espejismo. Una mera apariencia.
Ciertamente, muchos de los cerca de 60,000 automóviles de décadas pasadas que circulan hoy en Cuba son atractivos a la vista y a la nostalgia y muestran el ingenio de los mecánicos cubanos quienes, sin acceso a piezas originales desde el inicio del embargo a principios de la década de 1960, han logrado arreglárselas para mantener funcionado muchos de esos vehículos.
Pero eso, en sí, no le dice nada bueno a los coleccionistas estadounidenses, sino todo lo contrario.
De acuerdo a expertos consultados por CNBC, el hecho de que esos autos sigan funcionado en Cuba después de tantas décadas indica que gran parte de sus piezas, salvo el chasis, no son originales, por lo que su valor real en el mercado de autos clásicos, donde la originalidad es la premisa máxima, es muy reducido. Por ejemplo, se puede encontrar, dice CNBC, un Cadillac de buen ver por fuera, pero que tiene un motor Peugeot diesel haciéndolo andar. Ese tipo de híbridos hacen que el valor del auto como objeto de colección se desplome.
Otro ejemplo dado por la televisora es el de un Chevy Bel Air 1957, que en condición perfecta y con todas sus partes originales pude venderse en 50,000 dólares. Uno modelo similar en Cuba, con todas las transformaciones recibidas y partes añadidas durante casi seis décadas para seguir andando, no valdría más de 5,000 dólares. Insuficiente para generar un verdadero interés, al menos desde el punto de vista de los coleccionistas de autos clásicos.
El portal Bloomberg añade que ciertamente existe la posibilidad de que en entre las decenas de miles de vehículos ‘clasico-híbridos’ que hay en Cuba un entusiasta coleccionista pueda, tras una búsqueda específica, dar con uno único, original, valioso. Pero añade que, lo más probable, es que esas joyas por descubrir no sean en realidad automóviles de fabricantes estadounidenses, sino los Mercedes, Ferraris o Maseratis que se quedaron en la isla, como fue el caso de un Mercedes-Benz 300 SL encontrado en Cuba "oxidándose bajo un árbol de plátano", según Bloomber.
Modelos así, informa ese portal, pueden venderse en un millón en subastas. Pero se trataría en realidad de hallazgos aislados. Cuba no es El Dorado de los coleccionistas de autos clásicos que se podría suponer.
La maravilla de esos automóviles no estaría en su valor económico sino en el talento y la capacidad de adaptación que por años y años han mostrado sus propietarios y mecánicos para mantenerlos funcionales.
Sea como sea, el destino de esos miles y longevos autos es incierto. Según CNN, el gobierno cubano redujo ciertas restricciones a la importación de autos a finales de 2013 y, en la medida en que las relaciones comerciales del país con EEUU y otros países se flexibilicen en el futuro, cada vez más vehículos nuevos entrarán a la isla y, con ellos, los veteranos comenzarán a ser reemplazados. No hay claridad de cuánto podría durar ese proceso y es cierto que, de suceder, no se dará de la noche a la mañana. Muchas personas no podrán pagar por un auto nuevo y seguirán recurriendo al de toda la vida.
Así, ese viejo Packard seguirá, probablemente, rodando por La Habana todavía por algunos años más, para orgullo posiblemente de su dueño y sorpresa para el turista, pero no para la envidia del coleccionista de Miami.
EN IMAGENES: Los autos viejos que circulan en La Habana