"Yo estuve en Israel y Palestina": la narcisista tendencia en redes sociales para hablar de uno mismo en las tragedias

Israel y sus simpatizantes se encuentran con simpatizantes de Palestina en Times Square, Nueva York, 13 de octubre. (KENA BETANCUR/AFP via Getty Images)
Israel y sus simpatizantes se encuentran con simpatizantes de Palestina en Times Square, Nueva York, 13 de octubre. (KENA BETANCUR/AFP via Getty Images)

Basta con entrar a X (antes Twitter) y buscar las palabras "estuve en Israel" o "estuve en Palestina". El desfile de testimonios ofrecerá anécdotas de todo tipo con un denominador común: afán de protagonismo. Una raya más a ese tigre llamado "cómo hacer que todo se trate de mí". Hoy tiene que ver con Israel y Palestina. Pero sucede en cada conflicto, guerra, tragedia.

Ya puede ser el incendio de Notre Dame o la caída del Metro Olivos en la Ciudad de México. Todo debe resumirse a una experiencia: la vez que estuve ahí. Me salvé. Casi me toca: por diez días y no la cuento. O semanas o meses o hasta años. La temporalidad no importa cuando se trata de demostrar que estuve ahí y que, por obra de todos los dioses, tengo la fortuna de estar vivo y poder contarlo.

También pasa con la muerte de los famosos. Ya es conocido ese chiste sobre los periodistas, que cuando una celebridad pierde la vida, requieren subir una fotografía de la vez que lo entrevistaron. Y, de hecho, en este caso, el conflicto entre Israel y Palestina, también abundan los testimonios de periodistas. Se supone que la noticia siempre son los otros, no uno mismo, pero esa premisa pasa a segundo plano: estuve ahí y ya presentía algo, estuvo ahí y vi la tensión que había, estuve ahí y, por siete años de diferencia, me hubiera tocado morir.

 Marchas en Washington DC en apoyo a Palestina, este 13 de octubre. (SAUL LOEB/AFP via Getty Images)
Marchas en Washington DC en apoyo a Palestina, este 13 de octubre. (SAUL LOEB/AFP via Getty Images)

El amague es tratar de aportar algo, supuestamente, aunque se consiga todo lo contrario. Porque en esta época está muy mal visto decir 'no sé'. Pasa todo el tiempo, con cada nuevo tema en la agenda informativa. Y pasa en la vida cotidiana también. Un ejemplo muy sencillo. Abundan en la red los videos de youtubers que hacen preguntas de cultura general o de noticias actuales. La intención, disfrazada o explícita, es hacer quedar mal a los entrevistados. Pero ellos, los entrevistados, también se esfuerzan en cumplir con esa misión, y no por evidenciar desconocimiento, más bien por el miedo a decir que no saben.

¿Qué tan malo es decir: 'mira, no estoy informado al respecto, puedo hacerlo y, quizá, entonces pueda darte un punto de vista'? Volvamos a lo anterior entonces. ¿Qué aporta saber que estuviste ahí hace unos años o meses o días? Y eso en lo que respecta a los periodistas, porque ellos mejor que nadie deberían tener claro cuál es la noticia y deberían proponer formas de acercarse el tema, de ayudar a la gente a entender un problema tan complejo y no reducirlo a buenos y malos, a 'me salvé', a 'mi hora no había llegado'.

Dolientes se agachan durante el funeral de Tom Godo, israelí asesinado por Hamás. Miles de palestinos e israelíes han muerto desde el comienzo abierto de los ataques mutuos la semana pasada. (GIL COHEN-MAGEN/AFP via Getty Images)
Dolientes se agachan durante el funeral de Tom Godo, israelí asesinado por Hamás. Miles de palestinos e israelíes han muerto desde el comienzo abierto de los ataques mutuos la semana pasada. (GIL COHEN-MAGEN/AFP via Getty Images)

Luego está todo el maremoto de publicaciones de turistas que han estado en esos lugares. Las vacaciones están muy bien, y vamos, nadie debe amargarse ya por ver fotos en redes sociales de alguien pasando un rato libre. Listo, pero eso es muy diferente a lucrar con una tragedia, a vivir con la obsesión de que todo tiene que ver contigo. Sí, si una bomba hubiera caído hace tres meses justo en la calle donde caminabas, nadie sabría si estarías aquí para contarlo. Pero no pasó, está pasando hoy y lo menos útil de todo es ponerse una lámpara en la cabeza para que todos se deslumbren con tu viaje en tiempo pasado.

No todo puede ser inmediato. El ego no puede ser tan insensible, por más que nos hayamos acostumbrado. No siempre hay algo que decir y opinar. A veces también funciona el silencio. Y funciona aceptar que no se conoce el tema y que se vale preguntar, pedir asesoría y que, incluso después de todo eso, también es válido decir que no hay nada que decir. Basta con entender. Y si no, con tener un mínimo de sensibilidad.

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