Vivir normal o volver a la batalla, así vuelven los prisioneros hutíes a Saná

Saná, 14 abr (EFE).- El hutí Zakariya Yaqub, de 20 años, ha sido hoy recibido en el aeropuerto de Saná en una alfombra roja después de más de un año como prisionero de guerra en el canje más importante desde 2020. Pero además de querer ver a su madre y su sobrina, también quiere volver a coger un arma en el campo de batalla si se reanudan los combates.

"Juro que lucharemos contra ellos generación tras generación. No abandonaremos nuestra venganza. Mi camarada murió delante de mí, nos vengaremos", dice a EFE al bajar del avión, después de abrazar a su padre y a sus hermanos que fueron a recibirle al aeropuerto.

Yaqub fue herido hace un año y cuatro meses durante una batalla en la provincia suroriental de Shabua con las fuerzas progubernamentales, apoyadas por la coalición militar liderada por Arabia Saudí, cuando fue capturado. Aún es visible su herida de bala en la pierna derecha.

Hace tan solo diez días que recibió la noticia de que iba a ser liberado y figuraba en la lista de los 887 prisioneros que van a ser intercambiados en este canje que ha comenzado hoy durará hasta el domingo.

Cuando fue capturado, su sobrina Yamama tenía un año. En la primera llamada a su madre desde el aeropuerto, utilizando el teléfono móvil de un policía, le pregunta: "¿Yamama habla ahora?". En ese momento también se enteró de que había tenido una sobrina más.

Mañana o pasado mañana volverá a su hogar en la provincia noroccidental de Hajja para saludar por fin a su madre y ver a Yamama.

"¿QUIERES VER MIS CICATRICES?"

Para Muhammad Muhsein, de 22 años, ser prisionero de guerra ha sido un sufrimiento desde que fue capturado por las fuerzas respaldadas por Emiratos Árabes Unidos (EAU), también en Shabua, en enero de 2022, cuando estas unidades estaban en plena ofensiva contra los rebeldes chiíes.

"Ojalá pudiera volver al campo de batalla hoy mismo", señala a EFE y no duda en decir "¿quieres que te enseñe cicatrices de tortura en mi espalda?" cuando fue preguntado por el trato recibido por sus captores.

LLEVAR UNA VIDA NORMAL Y CASARSE

Pero Muhammad al Sarhi, que tenía 24 años cuando fue capturado y pasó a ser prisionero de guerra en 2017, piensa diferente. Quiere casarse y llevar una vida normal, dice a EFE.

"Ser prisionero es una situación insoportable, pero gracias a Alá, ahora estamos de vuelta", subraya a EFE mientras caminaba con sus familiares a su llegada en el segundo vuelo fletado por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que ha actuado como facilitadora neutral de esta operación al igual que en los anteriores intercambios, que aterrizó en Saná con 125 prisioneros hutíes.

Ahora, solo vive entusiasmado por viajar con su familia al campo para empezar una nueva vida alejada del campo de batalla.

LÁGRIMAS Y BAILES

Una banda de música militar tocaba el himno nacional mientras guardias de honor se alineaban a ambos lados de la alfombra roja que recibía a los hutíes que llegaban a Saná.

Cuando algunos de ellos desembarcaron del avión, sus familiares los abrazaron corriendo y lloraban, mientras que los músicos intérpretes tocaban tambores al ritmo de una danza de guerra yemení llamada "Baraa" que solía anunciar las próximas batallas, pero que ahora se ha convertido en un básico en las bodas yemeníes.

Y no solo los familiares, muchas personas se congregaron en los arcenes de la carretera del aeropuerto para saludar a los prisioneros liberados.

También desde Saná a Adén, han embarcado en el primer avión del intercambio las figuras más esperadas: el general de división Nasser Mansur Hadi -hermano del expresidente yemení Abo Rabu Mansur Hadi- y el exministro de Defensa Mahmud al Subaihi, ambos en manos de los hutíes desde mediados de 2015.

Este importante canje puede ser el inicio de más intercambios para cumplir con los compromisos de las partes para llevar a cabo un acuerdo alcanzado en Estocolmo en 2018, en el que ambos bandos del conflicto acordaron intercambiar un total de 15.000 detenidos, pero que no se llegó a implementar.

(c) Agencia EFE