Cómo las visitas fronterizas de Biden y Trump revelaron una división más profunda

Ropa que dejan los migrantes en una barrera de alambre de púas después de nadar desde México a Estados Unidos en Eagle Pass, Texas, el miércoles 28 de febrero de 2024. (Doug Mills/The New York Times)
Ropa que dejan los migrantes en una barrera de alambre de púas después de nadar desde México a Estados Unidos en Eagle Pass, Texas, el miércoles 28 de febrero de 2024. (Doug Mills/The New York Times)

Incluso los participantes en las visitas coincidentes de Joe Biden y Donald Trump a Texas el jueves percibieron que había algo extraordinario en que los presidentes casi se encontraran a lo largo de la frontera sur.

Rara vez el actual y el anterior comandante en jefe llegan al mismo escenario el mismo día para presentar enfoques tan marcadamente diferentes sobre un tema tan intratable como la inmigración. Más raro aún es que ambos hombres se estén abocando a una revancha en noviembre.

“Hoy es un día de contrastes extraordinarios”, declaró el gobernador de Texas, Greg Abbott, que compareció junto a Trump.

Pero el duelo fronterizo giró en torno a algo más fundamental que la política de inmigración. Hablaban de las visiones contrapuestas del poder y la presidencia que están en juego en 2024: de la autocracia y del valor de la democracia misma.

Quizá la faceta más sorprendente de esa “pantalla dividida” fue que Trump y Biden coincidieron en algunos de los rasgos básicos del problema fronterizo: que la situación actual, en la que los cruces de inmigrantes establecieron un nuevo récord mensual de casi 250.000 en diciembre, es insostenible.

“Ya desde hace mucho es hora de actuar”, dijo Biden.

En lo que discreparon, al menos en parte, fue en cómo actuar políticamente para solucionarlo. Y sus respuestas dispares son una prueba del apetito estadounidense por el desorden sistémico de la democracia: la creencia intrínseca e institucional de Biden en legislar frente a las promesas de promulgación dictatorial “del Día 1” de Trump.

Biden dice que cerraría la frontera, si pudiera. Trump dice que Biden podría cerrar la frontera, si tan solo quisiera.

“Una frontera muy peligrosa: vamos a ocuparnos de ella”, prometió Trump en la pista de aterrizaje a su llegada a Texas.

“Lo que se propone es más que una diferencia sobre política de inmigración”, dijo Brendan Nyhan, profesor del Departamento de Gobierno en Dartmouth, que ayudó a fundar un grupo que monitorea la democracia estadounidense. “La diferencia es entre un presidente que intenta abordar una cuestión política compleja a través de nuestro sistema político y otro que promete soluciones casi autoritarias”.

Por su parte, Biden argumentó el jueves que tenía las manos atadas por el fracaso de un paquete fronterizo bipartidista que se había negociado en el Capitolio. La legislación habría aumentado el gasto fronterizo, hecho más difíciles las solicitudes de asilo y endurecido la detección del fentanilo. Pero se vino abajo cuando Trump exigió su rechazo.

Biden, que pasó más de 30 años como senador, ha defendido durante décadas el acuerdo bipartidista como un ideal en sí mismo. “No logré todo lo que quería con ese proyecto de ley bipartidista consensuado, pero tampoco nadie más”, dijo Biden en Brownsville, Texas. “El consenso es parte del proceso. Así funciona la democracia”.

Luego, añadió una reflexión más: “Así es como se supone que debe funcionar”.

En los últimos años el tema de la inmigración en general ha favorecido a los republicanos y los estrategas del partido lo ven como una de las principales vulnerabilidades para los demócratas en 2024. Pero los demócratas esperan que el hecho de que los republicanos hayan acabado con el proyecto de ley fronteriza le asigna la culpa a cada parte.

Al final de su discurso, el presidente le extendió una rama de olivo al propio Trump.

“Únete a mí”, instó Biden, en un llamamiento para que ambos trabajen juntos a fin de obtener la aprobación de la legislación. “O yo me uniré a ti”.

Minutos antes y a cientos de kilómetros de distancia, en Eagle Pass, Texas, Trump —cuyo discurso en la convención de 2016 para aceptar la nominación republicana se definió por la frase “Yo puedo arreglarlo solo”— había esbozado una visión muy distinta del ejercicio del poder. Tras pasar junto a alambradas y Humvees militares, y después de estrechar la mano a miembros de la Guardia Nacional de Texas en uniforme de combate, Trump se presentó como un líder curtido en mil batallas y listo para rechazar una “invasión” de hordas de “hombres en edad de luchar” con aspecto de “guerreros”.

“Esto es como una guerra”, dijo Trump, expresando su voluntad de utilizar algo parecido a poderes en tiempos de guerra.

Trump salió junto a Abbott, quien ha comenzado a construir una base de operaciones en Eagle Pass para hasta 2300 soldados con el fin de frenar los cruces ilegales desde México, una medida que ha provocado un enfrentamiento con funcionarios federales. Un tribunal federal bloqueó el jueves una ley de Texas que permitía a la policía estatal y local detener a migrantes.

Lo que pasa con la promesa fulminante de Trump de ser un dictador “del Día 1” es que no era solo una promesa general de gobierno autoritario. Se basaba en una política específica. Dijo que quería cerrar la frontera, al margen de los límites de la burocracia gubernamental.

En diciembre, Sean Hannity, presentador de Fox News, le ofreció a Trump la oportunidad de retractarse de su comentario durante un debate público. En lugar de eso, Trump lo asumió sin reservas.

“Me dice: ‘No vas a ser un dictador, ¿verdad?’”, dijo Trump mientras recreaba el intercambio con Hannity para lograr un efecto dramático. “Le dije: ‘No, no, no, aparte del primer día. Vamos a cerrar la frontera y vamos a perforar, perforar, perforar. Después de eso, no soy un dictador’”.

“Por todos los medios necesarios” ha sido desde hace tiempo un mantra de Trump. Fue acusado de inconstitucionalidad en 2015 cuando pidió que se prohibiera la entrada a los musulmanes. Como presidente, promulgó una versión más restringida centrada en siete países que incluía a los de mayoría musulmana.

Últimamente los republicanos han insistido mucho en que Biden puede resolver algunos de los problemas fronterizos si vuelve a imponer algunas de las políticas ejecutivas de Trump que se revocaron. Biden no anunció ninguna medida nueva el jueves, pero está considerando una acción ejecutiva que podría impedir que las personas que cruzan ilegalmente soliciten asilo. Su discurso del Estado de la Unión es la próxima semana.

c.2024 The New York Times Company