Con visita de Biden a Canadá, EEUU buscará un compromiso para encabezar una fuerza de seguridad en Haití

Funcionarios de la administración del presidente Joe Biden están presionando a sus colegas canadienses para que tomen una decisión sobre si Ottawa encabezará una fuerza multinacional en Haití para ayudar a la nación caribeña sacudida por la crisis en su batalla contra el control de las pandillas, dijeron fuentes diplomáticas y estadounidenses.

Esperan que una visita a Canadá del presidente Biden la próxima semana zanje meses de debate sobre el asunto.

En octubre, Estados Unidos propuso una resolución en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con el apoyo del secretario general de la ONU y del gobierno haitiano, para el despliegue de una fuerza multinacional de acción rápida en Haití con el fin de ayudar a la asediada Policía a romper el dominio de las pandillas armadas que se extienden por todo el país.

En aquel momento, funcionarios del Departamento de Estado dijeron que confiaban en que un país se pusiera al frente de la iniciativa antes de noviembre. Y en enero, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, dijo que Canadá había “expresado su interés en asumir un papel de liderazgo”.

Un funcionario estadounidense familiarizado con el asunto declaró a McClatchy y al Miami Herald que la resolución se redactó con la esperanza y la expectativa de que Canadá lidere el esfuerzo.

Pero a medida que la crisis de seguridad de Haití empeora, con hospitales obligados a cesar su actividad debido a la intensificación de la violencia y los secuestros, y en momentos que los policías abandonan sus puestos ante los letales ataques de las pandillas, Canadá aún no se ha comprometido públicamente a hacerlo. Más bien, los líderes del país —incluido el primer ministro Justin Trudeau, que se ha comprometido personalmente con los líderes caribeños sobre el tema— han ido sembrando dudas en conversaciones privadas y en entrevistas de prensa.

Durante una reunión con miembros de la Comunidad del Caribe (CARICOM), integrada por 15 miembros, celebrada el mes pasado en las Bahamas, Trudeau no llegó a comprometerse a desplegar sus fuerzas militares. En cambio, anunció una serie de nueva asistencia del gobierno canadiense, como el despliegue de dos buques de guerra frente a la costa de Puerto Príncipe, y más sanciones contra quienes su gobierno considera que contribuyen a la desestabilización.

Mientras tanto, en entrevistas concedidas en los últimos meses, el embajador de Canadá ante la ONU, Bob Rae, ha afirmado que las anteriores intervenciones militares en Haití no han logrado aportar estabilidad a largo plazo, y la semana pasada el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Wayne Eyre, declaró que le preocupa si las fuerzas armadas canadienses tienen capacidad para dirigir una intervención de este tipo.

“Mediante el transporte de vehículos blindados adquiridos por Haití, la realización de vuelos de aviones de patrullaje y ahora, el despliegue de dos buques de defensa costera, seguiremos intensificando nuestra importante contribución a la seguridad de Haití”, declaró al Herald un portavoz del ministro de Defensa Nacional de Canadá. “La ayuda a la seguridad es uno de los cuatro pilares de la respuesta de todo el gobierno de Canadá a la crisis en Haití, que también incluye diplomacia, sanciones, y ayuda humanitaria y al desarrollo”.

Funcionarios canadienses han enviado varias delegaciones a Puerto Príncipe para estudiar el asunto del despliegue de tropas. Trudeau también habló con el primer ministro de Jamaica, Andrew Holness, sobre la situación en Haití antes de la reciente visita de Holness al país, donde encabezó una delegación de la CARICOM después de que los líderes optaron por seguir el ejemplo de Trudeau y no centrarse en el despliegue sino en apoyar a la Policía Nacional de Haití.

Henri-Paul Normandin, ex embajador de Canadá en Haití y miembro del German Marshall Fund, un grupo de análisis de políticas públicas de Washington, dijo que, aunque no sabe qué ocurrirá cuando Biden y Trudeau se reúnan, este último enfrenta un dilema sobre el asunto del despliegue de soldados en Haití.

“Mi lectura de todo esto es que el entusiasmo político inicial para hacer esto primero y, en segundo lugar, el deseo de hacer algo que sea útil para Haití fue luego contrastado con los fríos hechos y los riesgos cuando la situación se analizó más a fondo”, dijo Normandin. “Cuando miramos la realidad, es mucho más complicada”.

Para empezar, dijo, está la cuestión fundamental de cuáles serían las posibilidades de éxito. Dada la situación, similar a la de una zona de guerra —las pandillas violan a mujeres y niños y usan a la población para practicar tiro al blanco en comunidades agrícolas antaño pacíficas—, ¿cuáles serían las reglas de enfrentamiento de una fuerza de este tipo?

Una mujer con su hija pasa junto a una barricada levantada por agentes policiales en medio de disturbios civiles en Puerto Príncipe, Haití, el jueves 26 de enero de 2023.
Una mujer con su hija pasa junto a una barricada levantada por agentes policiales en medio de disturbios civiles en Puerto Príncipe, Haití, el jueves 26 de enero de 2023.

“Hay muchas preguntas y, al igual que en una guerra, sabes cuándo entras, pero no cuándo puedes salir”, dijo Normandin, que también ha sido embajador y representante permanente adjunto ante Naciones Unidas. “Así que volviendo a la pregunta clave, ¿podría Canadá, incluso con el apoyo de otros países, lograr el éxito? Y lo que es aún más importante, ¿podrían Canadá y los demás países lograr un éxito sostenible? Una vez más, las respuestas distan mucho de ser obvias”.

Al igual que en Haití y en Estados Unidos, los canadienses están divididos sobre el asunto del despliegue de tropas extranjeras, aunque una encuesta reciente muestra que los haitianos apoyan cada vez más la idea, con cerca de 70% de los haitianos que respaldan la creación de una fuerza internacional para ayudar a sus fuerzas policiales. Normandin afirmó que en Canadá hay mucha buena voluntad hacia Haití, pero que también hay riesgos políticos internos para Trudeau. El primer ministro está lidiando actualmente con su propia controversia en casa por las acusaciones de que China interfirió en las elecciones canadienses de 2019 y 2021.

“¿Cuándo podemos usar la fuerza?”, dijo Normandin, que no está al tanto de ninguna de las discusiones internas del gobierno. “En segundo lugar, ¿qué pasa con los riesgos, los riesgos operativos y los riesgos políticos? Si una operación sale mal y mueren civiles, ¿qué ocurre? También hay cuestiones jurídicas: Si esta fuerza multinacional contribuye a detener personas, ¿qué se hace con ellas?”.

Dos funcionarios estadounidenses dijeron a McClatchy que durante la visita, Biden y su equipo planean expresar un sentido de “urgencia” para llegar a un acuerdo sobre la composición de una fuerza. Un funcionario reconoció las preocupaciones de Canadá sobre su capacidad para dirigir una fuerza de este tipo, pero puso en duda que otra parte estuviera más equipada que Ottawa para asumir la misión.

Varias naciones caribeñas, entre ellas Jamaica, han expresado anteriormente su voluntad de participar en una fuerza multinacional, al igual que algunos países africanos. En ese sentido, se esperaba que la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, quien estuvo en las Bahamas el mes pasado junto con el primer ministro haitiano Ariel Henry planteara las preocupaciones sobre Haití al presidente francés, Emmanuel Macron, cuando ambos se reunieran el viernes, dijo una fuente al Herald. Aunque Francia, al igual que Canadá y Estados Unidos, proporciona capacitación y financiación a la Policía Nacional de Haití, la nación europea ha estado en gran medida ausente de las discusiones sobre el despliegue de soldados.

Los expertos afirman que la composición de cualquier despliegue en Haití requeriría un país grande con capacidades logísticas y recursos militares adecuados.

Desde el principio de las conversaciones sobre la intervención extranjera, la administración de Biden ha descartado la posibilidad de liderar ella misma la fuerza multilateral, citando la larga y complicada historia de Washington con los despliegues de fuerzas en Haití. Sullivan señaló que Estados Unidos ha tenido múltiples experiencias con operaciones militares en Haití y que la administración busca “una solución que no implique una gran operación militar estadounidense en Haití”.

En 1915, cuando el presidente haitiano Jean Vilbrun Guillaume Sam fue asesinado a hachazos en las calles de Puerto Príncipe por una turba, Estados Unidos intervino rápidamente y tomó el control de los intereses políticos y financieros de Haití. La ocupación resultante durante 19 años, junto con la mano dura de Estados Unidos en los asuntos internos de Haití, incluidas las recientes elecciones, ha sido citada en repetidas ocasiones por los críticos de la intervención extranjera y ha alimentado las reticencias de la administración.

Barricadas bloquean una calle de Puerto Príncipe, resultado de la violencia entre pandillas en la capital haitiana.
Barricadas bloquean una calle de Puerto Príncipe, resultado de la violencia entre pandillas en la capital haitiana.

En caso de que la respuesta de Canadá sea un “no” definitivo o un no compromiso, Washington tendrá que decidir sus próximos pasos, dicen los observadores de Haití. ¿Despliega sus propios soldados? ¿O permite que la situación se desestabilice tanto que Haití se convierta en una amenaza regional y no haya más remedio que enviar otra misión de mantenimiento de la paz de la ONU a gran escala que la comunidad internacional ha dicho, hasta ahora, que quiere evitar?

Durante una visita realizada la semana pasada a Puerto Príncipe, el subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Brian A. Nichols, fue informado por miembros del cuerpo diplomático extranjero sobre la degradación del entorno de seguridad. Los grupos armados se estaban trasladando a comunidades anteriormente pacíficas, los secuestros se estaban disparando y la Policía estaba abrumada. Incluso las prisiones están en el punto de mira de las pandillas, que el fin de semana intentaron hacerse con el control de la cárcel de mujeres en norte de la capital, en la localidad rural de Carbaret, antes que el gobierno enviara refuerzos policiales.

Nichols, que viajó a Haití para ver en qué punto están los líderes haitianos a la hora de forjar un consenso político más amplio para gobernar el país en ausencia de elecciones o de cualquier líder electo tras el sonado asesinato del presidente Jovenel Moïse el 7 de julio de 2021, se mantuvo a la escucha y no ofreció nuevas revelaciones. Sin embargo, dejó claro que ante la confusión sobre si Estados Unidos estaba trabajando a través de terceros para hacer frente a las crisis en curso, la única persona autorizada para hablar en nombre de Estados Unidos es el encargado de negocios Eric Stromayer.

“Continuamos nuestra colaboración con nuestros socios internacionales para construir el marco de una posible fuerza multinacional que proporcione seguridad y estabilidad”, dijo Nichols más tarde en una rueda de prensa en referencia a la petición del gobierno haitiano de una fuerza de este tipo. “Reconocemos que la policía nacional haitiana necesita apoyo para hacer frente a la grave inseguridad en Haití”.

Karine Jean-Pierre, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, dijo en un comunicado que el viaje del presidente a Ottawa el 23 y 24 de marzo incluiría discusiones sobre los desafíos regionales, incluyendo “la inestabilidad en Haití.”

Un funcionario del Consejo de Seguridad Nacional dijo que, durante su estancia en México en enero, Biden y Trudeau “se comprometieron a seguir colaborando en este sentido y los dos líderes discutirán la situación en Haití cuando se reúnan de nuevo este mes en Ottawa.”

“Estados Unidos sigue empeñado en proporcionar asistencia al pueblo de Haití, al tiempo que hace rendir cuentas a los responsables de socavar la estabilidad de Haití”, dijo el funcionario. “Seguimos en coordinación con los aliados sobre los próximos pasos para abordar las necesidades urgentes de seguridad en Haití, incluido el apoyo a la Policía Nacional”.