Venezolanos no solo enfrentan expulsiones desde EU: también encaran restricciones y ser orillados a salir de México

“A uno le quitan toda la ropa, no le dan chance de nada. De ahí te llevan preso, tres días, a veces uno dura hasta nueve días, y luego te sacan y no te dicen nada. Te montan en el camión y ahí vas esposado, lo esposan de los pies, de la cintura, de todos lados sin decirnos a dónde nos llevan, y ya cuando te das cuenta, estás en la frontera mexicana y de ahí te llevan para la Ciudad de México”.

Fredy Mosquera, joven venezolano, describió así la “humillante” experiencia que vivió al ser expulsado de Estados Unidos. Esperaba ser atendido en la embajada en la CDMX, ubicada en Polanco. En las escalinatas, con aspecto demacrado y voz a veces entrecortada, contó cómo él y otros fueron tratados en EU. 

Cuando le dieron un oficio de salida en la frontera del lado mexicano, le estipularon que tenía 15 días para dejar el país. También le dijeron que ni intentara quedarse en México porque no le iban a dar permiso para trabajar. 

“Si México no da permiso a uno ni siquiera para trabajar, ¿a quién vamos a acudir? A nadie, estamos en la calle. Donde nos dejó el autobús había más de 500 personas. Muchos vienen para acá. Mira la cola, ahorita aquí hay como 150 personas más o menos”, apuntó. 

Él, al igual que cientos de personas de origen venezolano, fue transferido hace unos días a la capital mexicana, luego de ser rechazado en EU tras la entrada en vigor del plan migratorio denominado Título 42, que les restringe la entrada a ese país por razones sanitarias derivadas del COVID-19. Supuestamente entraría en vigor el 17 de octubre, pero la expulsión comenzó una semana antes. 

Luego de ser expulsados, los venezolanos son trasladados en camiones a la Terminal del Norte de la CDMX. Llegan, principalmente durante la madrugada, confundidos, sin dinero, solo con sus identificaciones y con los sueños rotos. En la indefensión, buscan apoyo. Van a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), el Instituto de Migración (INM) o su embajada.

“Buscábamos el sueño americano, pero fracasamos”, dijo Keinerger proveniente de Caracas. Trabajaba en un taller de autoinyección donde reparan computadoras para automóviles. Salió de su país con 40 personas. Fueron expulsadas 20 y se encuentran varadas en la CDMX, sin saber qué hacer. 

“Nos engañaron porque nos dijeron que aquí íbamos a recibir un permiso con el que podíamos comprar de inmediato el pasaje si quisiéramos irnos o si quisiéramos fuentes de trabajo, nos dijeron que nos ayudarían, pero nada, hasta aquí estamos, solo la población nos ha ayudado”. 

Para llegar a EU, cruzaron siete países: Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México. Atravesaron la selva del Darién, en Panamá, donde se encontraron con cadáveres y balaceras. En Tapachula, Chiapas, algunos fueron perseguidos por agentes migratorios. Caminaron en frío y lluvia. En EU, fueron retenidos y expulsados. Han recorrido 3 mil 750 kilómetros y en la CDMX viven otro calvario. Van de institución en institución pero no reciben ayuda suficiente. 

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“El gobierno mexicano se lava las manos”

En conferencia de prensa, la hermana María Magdalena Silva Rentería, directora de Casa de Acogida, Formación y Empoderamiento para Mujeres y Familias Migrantes y Refugiadas (Cafemin), acusó que autoridades mexicanas minimizan la situación. El Gobierno de la CDMX afirmó recientemente que “no son tantos” los venezolanos que han llegado a la capital.

Silva informó que el flujo que ha solicitado albergue en casas de acogida de la sociedad civil aumentó a mil 500 personas en una semana, aproximadamente. A ellas se suman las que están en la calle o en pensiones económicas. 

“Casa Constitución, que es el albergue de la Ciudad de México más grande, tiene una capacidad normal para 80, 100 personas; ahorita estamos sobre los 538 personas en este momento; entonces, nuestra ruta de atención nos desborda”, expresó.

Silva también indicó que, de acuerdo con los datos que tienen, hay más de 200 solicitantes de refugio que aplicaron en los últimos siete días. Esto contrasta con lo informado por la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social (Sibiso), que en un comunicado refirió que ha canalizado a 67 personas a albergues temporales.

Lorena Cano, coordinadora jurídica del Instituto para las Mujeres en la Migración (Imumi), expresó que la Federación no ha establecido criterios ni protocolos para apoyar a las personas que se están aceptando. Agregó que el gobierno mexicano está orillando a los venezolanos a abandonar el país bajo su propia responsabilidad. 

“(Esto) no es una orden para abandonar el país de manera voluntaria, sino que lo que hace México es lavarse las manos para evitar pagar el retorno de las personas y están obligándolas a que por su propio pie salgan, abandonen el país. En ese sentido, hemos detectado autobuses que han llevado a personas desde la frontera norte a Guerrero, Tabasco y a la Ciudad de México. ¿Con qué objetivo? No lo sabemos porque efectivamente el gobierno no dice”. 

La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) emitió nuevas restricciones para venezolanos que quieran visitar el país. Entre los requisitos por cubrir está presentar documentos que acrediten arraigo como la escritura de bienes inmuebles, comprobar que tienen empleo y cuentas bancarias, y en algunos casos, la invitación de una organización o institución pública o privada. 

“Nos trajeron a puras mujeres”

Enyibeth se entregó junto con su esposo en la frontera con EU en Ciudad Juárez, Chihuahua, el 10 de octubre, siete días antes de que entrara en vigor el plan migratorio. Fueron separados y ella estuvo retenida cinco días en EU sin saber qué ocurría.

“Me metieron como en un cuarto con un grupo de como 80 mujeres, ahí esperamos hasta las 5:00 de la mañana, nos volvieron a llamar, nos pusieron en fila y fue cuando nos pusieron las esposas, nos encadenaron de la cintura, los pies, las manos y luego nos montaron en autobuses y ahí nos llevaron a un aeropuerto y nos montaron en un avión”, señaló. Ya en Matamoros, Tamaulipas, a todas las mujeres las subieron a cuatro camiones y las trasladaron a la CDMX. Llegaron a la Terminal del Norte en la madrugada del 16 de octubre.

Enyibeth no traía más que la ropa que le dieron en migración de EU. Sus cosas cabían en una bolsa pequeña de plástico. Se aferraba a su pasaporte y sus recuerdos. No supo nada de su marido durante 10 días. Por fin, el 20 de octubre, él se comunicó: había estado retenido en Texas, llegó a la CDMX en la madrugada del viernes y ya juntos decidirán sus próximos pasos

“No quiero regresar a mi país”

Sariath fue a la Comar, donde esperaba una respuesta positiva. La joven de 19 años salió de Venezuela hace un mes con su mamá, sus hermanitos, su novio y el papá de su novio. Se entregaron antes del decreto. Todos lograron ingresar a EU, solo a ella la expulsaron. A su mamá la enviaron a Nueva York y lo último que supo es que su novio logró llegar a Miami. 

“Me dijeron que aquí (en la Comar) no podían hacer nada, que no tratan con este tipo de casos como el mío y la señorita me recomendó ir al Instituto de Migración. Quiero estar con mi mamá, quiero estar con mi familia, no quiero regresar a mi país ni estar en otro lugar, o sea, solo quiero que alguien me diga qué hacer. Yo quiero estar con mi mamá”.

“Estoy desesperado, vengo con mi familia”

Jesús Moisés Rivero fue a la embajada de Venezuela para pedir apoyo y poder regresar a su nación lo antes posible. El 15 de septiembre, salió de su casa con su esposa e hijo de 11 meses. Su travesía la hizo con un grupo de 16 personas; duró 34 días, atravesaron siete países para llegar a EU. Renunció a su trabajo como funcionario público, vendió su automóvil y moto.

“La primera opción que me dieron es que si el boleto cuesta 400 dólares la agencia de viajes me da el descuento de un 50%. El otro lo cubre la embajada. Ahí nos dijeron que en estos momentos están planteando, y lo están discutiendo, resolver a aquellos venezolanos que no tengan cómo pagar el boleto. Por ahora yo así me voy, porque estoy con mi familia. Estoy desesperado y quiero llegar a mi país, ya que fui, como quien dice, echado de Estados Unidos”. 

Rivero viajará a Venezuela el martes. Irán en el mismo avión 200 personas. Un segundo vuelo será el miércoles del Aeropuerto Felipe Ángeles, informó la embajada. 

Pero los venezolanos encaran otro obstáculo: no solo conseguir el dinero para regresar a su país, sino cómo recibirlo. No tienen tarjetas bancarias y en Western Union el requisito es ser persona mexicana. 

“Gracias a Dios estamos bien con vida y salud”

Michael Villero tiene 29 años y dejó en Venezuela a toda su familia: esposa, hermanas y padres. Fue trasladado a la CDMX el 18 de octubre en un autobús desde Matamoros. Buscó también el sueño americano. Se entregó en la frontera con Ciudad Juárez. Estuvo retenido en Texas.

Su travesía la inició el 20 de septiembre y llegó a la frontera norte el 14 de octubre. Desconocía del decreto migratorio. Se enteró ya después de que fue expulsado a México. Ahora tuvo que cambiar sus prioridades y buscará quedarse de manera legal. Es plomero de profesión. 

“Gracias a Dios estamos bien con vida y salud, que es lo que se quiere, y a echarle ganas aquí en este país de México. Ya me toca ahorita un tiempo de trabajar en México, estoy aquí tratando de sacar el permiso para poder trabajar ya, que esto es un país que también tiene mucho potencial en el trabajo y sé que si nos portamos bien nos va a ir bien a todo y siempre”.

Villero consideró que lo mejor será estar legal en México, porque tuvo malas experiencias al intentar cruzar el país sin un documento. Lo corretearon más de cinco veces los agentes migratorios. En cambio, en Honduras y Guatemala avanzó sin contratiempos. 

Las filas en la Comar son largas. Pasan grupos de 30 personas, se tardan entre una y dos horas en salir. Esta institución brinda asilo en México si se considera que la vida, libertad o seguridad de alguien está en riesgo si regresa a su país. El reconocimiento de la condición de refugiado no es un medio de regularización migratoria; es la obtención de protección internacional. 

“Soy una venezolana más que salió por una mejor calidad de vida”

A Georgina la esperan en Venezuela sus dos hijos, una niña de 13 años y un varón de 11. Es médica radióloga de profesión y también es chef de gastronomía italiana. Dejó su país por la situación social, política y económica. Advierte que los trabajos son mal pagados y el salario no alcanza. 

“Soy una venezolana más que salió con la meta de llegar a los Estados Unidos por una mejor calidad de vida, hoy me encuentro aquí en la Ciudad de México solicitando como un permiso temporal para poder tener libre tránsito en México y poder trabajar de manera que ya nos cerraron las puertas en Estados Unidos y, entonces, pues nos toca organizarnos acá en México mientras vemos si sale una solución pues para continuar hacia los Estados Unidos o realmente quedarnos acá”.

“Llegan muy confundidos”

Al ver la situación, venezolanos residentes en México brindan ropa y comida. Es el caso de Yaner Villamizar, quien vive en la CDMX desde hace seis años y ha logrado establecerse y ser dueño de su propio negocio. 

“Vengo a colaborar con las personas que de alguna forma necesitan algo y nosotros, mi familia y yo, podemos ayudar. Esta es una situación que se sale de control para el gobierno de México y para los venezolanos. Lo que queremos es apoyarlos”. 

Para Yaner, México es un país que le abrió las puertas a él y a su familia, pero para sus connacionales que están varados ha sido distinto: para ellos, la experiencia ha sido desafortunada. 

“Están muy confundidos, no saben qué hacer y ustedes los ven como unos inmigrantes más, pero vienen desde muy lejos y para muchos la única opción es regresarse otra vez caminando, cruzar el país y mafia tras mafia”. 

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