Este vecindario de Miami está en peligro. Se pueden perder negocios y viviendas asequibles

Todos los días pollo frito con papitas y tostones, dice el letrero de uno de los pequeños negocios de Little Santo Domingo, que con sus paredes amarillas y una cerquita de balaustres blancos evoca el Caribe en Miami. Pero cuidado, huelan bien los tostones y el mangú, saboreen ese pollo, porque un día muy cercano podrían no estar allí. Tampoco las peluquerías y salones de belleza que abundan en el barrio que prometen un cabello reluciente y lacio como solo saben lograrlo las peluqueras dominicanas.

La avenida 17, entre las calles 28 y 36 del noroeste, es desde hace décadas el corazón comercial de Allapattah, el barrio más dominicano de Miami. Ahora una organización nacional reconoce lo que llevan tiempo diciendo los líderes comunitarios: Little Santo Domingo está en peligro. El National Trust for Historic Preservation lo incluyó el 9 de mayo en la lista de 11 Lugares Históricos Más Amenazados de Estados Unidos en el 2023.

“Esta designación del National Trust debería servir como un llamado de atención a nuestros líderes de lo especial que es esta comunidad y cómo el desarrollo debe adoptar un enfoque equilibrado para preservar la historia y la cultura mientras se crea una comunidad vibrante e inclusiva”, dijo Mileyka Burgos-Flores, directora ejecutiva y directora ejecutiva fundadora de The Allapattah Collaborative CDC, una organización sin fines de lucro que trabaja para evitar que las pequeñas empresas locales sean desplazadas, y para fortalecer la fortaleza económica del vecindario y preservar su legado cultural.

El Pequeño Santo Domingo de Miami en peligro

Los pequeños negocios de Little Santo Domingo y las viviendas que todavía pueden pagar los trabajadores de Allapattah en un barrio céntrico y bien conectado, con cinco paradas del Metrorail, están a punto de ser tragados por el desarrollo urbanístico en las cercanías del codiciado Biscayne Boulevard.

Primero fue Wynwood, donde los lugares caros y turísticos desplazaron a los antiguos residentes, en su mayoría puertorriqueños. Después surgió Midtown, un nombre más elegante para un barrio que alguna vez tuvo viviendas asequibles y ahora está lleno de edificios costosos, un centro comercial y restaurantes. Desde hace un tiempo llegó el turno de Allapattah, donde se están construyendo altos edificios que están cambiando el rostro de calles como la 36 del NW.

“Se está perdiendo la esencia de los small businesses. Obviamente hay un cambio. Hay que progresar, pero da mucha pena porque ya no tenemos muchos pequeños negocios, han tenido que cerrar”, dice Jasmely D. Jackson, hija de Luis de la Cruz, que hace 38 años abrió el Club Típico Dominicano, en la calle 36 y la avenida 13 del NW.

Yasmely D. Jackson, dueña del Club Típico Dominicano en la calle 36 del NW, que abrió su padre, Luis de la Cruz, hace 38 años. La empresaria pide que se protejan los pequeños negocios de Allapattah, en peligro ante el aumento de los alquileres y el avance de los urbanizadores, que construyen edificios en el vecindario.
Yasmely D. Jackson, dueña del Club Típico Dominicano en la calle 36 del NW, que abrió su padre, Luis de la Cruz, hace 38 años. La empresaria pide que se protejan los pequeños negocios de Allapattah, en peligro ante el aumento de los alquileres y el avance de los urbanizadores, que construyen edificios en el vecindario.

El restaurante, que los fines de semana se convierte en club y vibra con música de merengue, es para los dominicanos lo que el Versailles es para los cubanos. Centro de reunión, lugar de diversión y sitio para encontrar comfort food, con la ventaja de que tiene a un paso La Placita Dominicana, donde se pueden encontrar productos importados de la isla.

“No quiero que me saquen del barrio”, dice Jackson, que, aunque creció y fue a la escuela en North Miami, ha ayudado a su padre en el negocio desde pequeña, y ha visto la importancia del vecindario para los dominicanos.

Suben alquileres a negocios en Allapattah

La familia de la Cruz es propietaria del local donde está el restaurante, pero otros comerciantes de la zona rentan los espacios donde está su negocio. Debido a que el alquiler se ha puesto prohibitivo, han tenido que irse o vender el negocio, señala Jackson.

La primera impresión es que el vecindario se está transformando para mejor. Los nuevos edificios despiertan esperanza de que el dinero fluya a la comunidad. Se comienzan a abrir galerías de arte en donde antes había otros negocios de apariencia más modesta.

“Pero esas galerías no son small businesses”, alerta Jackson. “Van dirigidas al público de Wynwood, de Midtown”, precisa.

La Mia Bakery, una dulcería en la arteria comercial Little Santo Domingo, el vecindario de Miami designado en peligro por organización nacional dedicada a preservar lugares históricos.
La Mia Bakery, una dulcería en la arteria comercial Little Santo Domingo, el vecindario de Miami designado en peligro por organización nacional dedicada a preservar lugares históricos.

La empresaria ve con buenos ojos que el turismo llegue al barrio, de hecho muchos extranjeros vienen a bailar a su negocio gracias a las redes sociales. Pero a la vez quiere que la ciudad de Miami no “les ponga las cosas difíciles a los dueños de negocios de más edad, que no saben manejar las computadoras” y que se traban con permisos y otros documentos.

“Es importante que la ciudad de Miami entienda que los vecindarios deben tener una esencia, una identidad, y quiero pedir que trabajen con los pequeños negocios”, dice Jackson.

No al desarrollo y al turismo a costa de los residentes

Mileyka Burgos-Flores no quiere el desarrollo turístico ni la construcción de edificios a costa de los residentes, en especial de los de la tercera edad, que cuentan allí con viviendas asequibles.

“Antes se podía comprar una casa en Allapattah por $100,000, hoy no la compras aunque tengas $400,000”, dice. “Antes una familia podía rentar un apartamento de dos habitaciones por $1,200. Hoy tienen que vivir varias familias en una sola casa para pagar los precios, que pueden llegar a $2,500”.

Los negocios también han sufrido la apreciación de los bienes raíces en Miami. “Desde que abrió River Landing [el complejo residencial y de tiendas junto al río en la zona de los hospitales] le subieron la renta a los negocios de Allapattah entre $300 a $400”, dice Burgos-Flores.

La líder comunitaria, nacida en Santo Domingo, conoció el vecindario cuando estudiaba en la Universidad de Miami en 1998. Cansada de la comida de la cafetería de la escuela, fue buscando los sabores de su país y encontró el calor y la alegría de los dominicanos.

Con orgullo habla del “parque del dominó” que hay en el Parque Juan Pablo Duarte, que lleva el nombre de uno de los padres fundadores de la República Dominicana. En esa zona del espacio verde se reúnen dominicanos y otros latinos del vecindario a disfrutar del dominó, porque no solo en la Calle Ocho se toma con seriedad el juego.

Mileyka Burgos-Flores pide conservar los negocios del Pequeño Santo Domingo de Miami.
Mileyka Burgos-Flores pide conservar los negocios del Pequeño Santo Domingo de Miami.

“Aquí hay una comunidad lista para hablar, hay organizaciones que los representan. No queremos que el desarrollo privado se haga como en vacuum”, dice Burgos-Flores, que ha visto cómo pequeños negocios que llevaban décadas en una esquina del barrio han tenido que cerrar porque no pudieron pagar los precios que piden los urbanizadores por los terrenos.

También los líderes comunitarios piden mejorar la infraestructura de las calles y sembrar árboles. Las esculturas de muñecas “descaradas” –típicas de República Dominicana– que hace unos años se exhibieron en el barrio con vistas a hacer lo mismo que con los gallos en la Calle Ocho, no se pueden colocar porque hay que acondicionar las aceras. No se puede interrumpir el paso y hay que ampliarlas, apunta Burgos-Flores, que desea se conserven estructuras de valor en el vecindario como una antigua oficina de correos, y pide además una nueva biblioteca para los residentes.

Para que todo mejore y se conserve lo que lo amerita hace falta un interés público, fondos y terrenos para que las personas puedan quedarse, dice.

“No todo está perdido. Este es un lugar único que hay que proteger”, dijo, celebrando la designación del National Trust for Historic Preservation, que trabaja para salvar lugares históricos del país. “Hay tantos lugares de Miami especiales, La Pequeña Habana, Overtown, que demuestran la resiliencia de nuestras comunidades. Debemos tener la osadía de hacerlo mejor”.